El Ministerio de Sanidad ha confirmado este jueves que los primeros 9.000 test importados de China para detectar el contagio por coronavirus son defectuosos. Según el ministro Salvador Illa, estos dispositivos cuentan con el distintivo CE que certifica que cumplen con los requisitos que establece la Unión Europea. 

Estaríamos así, según el Gobierno, ante un caso de verdadera mala suerte, ya que su actuación habría sido impecable. El problema para Sánchez es que llueve sobre mojado, y por eso esta noticia es pésima para él en términos de opinión pública.

Fue el presidente del Gobierno quien se jactó de haber adquirido material "con todas las garantías", como ha sido él quien se ha empeñado en afrontar la crisis solo, sin el concurso de la oposición. Lo que no puede pretender es que aquellos con quienes no ha contado para nada le dejen pasar por alto una calamidad como ésta.

Confinamiento

Hay que tener en cuenta que testear bien a la población es determinante no sólo para conocer en tiempo real el impacto de la enfermedad y organizar los recursos, sino para poder determinar cuándo hay que poner fin al periodo de confinamiento. Con la partida defectuosa de los test se ha perdido un tiempo precioso que incidirá a buen seguro en la ampliación del estado de alarma. 

El caso es que estamos en un suma y sigue, porque ya se llegó tarde a la compra de material sanitario y no se tomó ejemplo de Italia para limitar la actividad en los espacios públicos. El desabastecimiento en hospitales podría haberse evitado con una reacción más rápida, según denuncian algunos distribuidores.

Arrogancia

Lejos de encontrar adecuadas explicaciones o, en su defecto, autocrítica, Sánchez ha actuado con arrogancia, asegurando que ya se defenderá cuando todo haya pasado. Largo lo fía. Cada vez más.

Es incomprensible, también, que se haya aprovechado un real decreto para afrontar la crisis como vía para colar a Pablo Iglesias en la Comisión del CNI. Huelga decir en este punto que si Iglesias guardara un mínimo de decoro, debería haber pedido la palabra en el Pleno de Congreso del miércoles para anunciar su renuncia a ese puesto. 

Pero el colmo de los colmos es que desde la propia Moncloa haya quien trate de utilizar esta emergencia nacional para plantear una confrontación absolutamente falaz de dos modelos de sociedad, aventando cada día rencores, planteamientos excluyentes y discursos sectarios. Sánchez está a tiempo de rectificar. Con sus actuales compañías, el Gobierno no superará este test.