Finalmente Madrid tampoco pasará a la Fase 1 de la desescalada la semana que viene. Así lo ha confirmado el Gobierno este viernes, si bien contempla algunas "mejoras" y "alivios" tras los avances que sus expertos dicen haber observado en la Comunidad.
Las circunstancias en que se ha comunicado esta decisión dan argumentos a los madrileños para sentirse discriminados y víctimas del agravio comparativo. De entrada, el Ministerio de Sanidad canceló una reunión prevista con representantes del Gobierno de Díaz Ayuso, que ha tenido que enterarse de cuál era la resolución final por los medios.
Metodología
Además, está la propia opacidad exhibida por las autoridades sanitarias. Siguen sin conocerse las personas que toman las decisiones y los criterios concretos que utilizan, que se han demostrado cambiantes en el tiempo. Dado que la propia desescalada no ha venido sostenida por una metodología lo suficientemente precisa, la justificación de los aprobados y suspensos es más que discutible.
Se ha dado la paradoja de que el País Vasco al completo, con cifras epidemiológicas peores que las de la Costa del Sol o la Comunidad Valenciana, pasó de fase desde el primer momento e incluso permitirá el desplazamiento entre provincias, algo que no estaba contemplado en principio. Tampoco se había hablado de fases intermedias y ahora las hay. Incluso hemos visto cómo en unas zonas se usaba la unidad de la provincia y en otras las áreas sanitarias, ya de por sí difusas para el ciudadano.
Desconcierto
Por lo demás, cuando el Ministerio de Sanidad argumenta que la duración de las fases es "orientativa", da pábulo a esa sensación de imprevisión y de oscuridad que denuncian las autoridades madrileñas.
La forma de operar del Gobierno genera desconcierto en la opinión pública y da munición política a mansalva. Es posible que lo más conveniente desde un punto de vista sanitario sea que Madrid permanezca unos días más en Fase 0, pero con tanto en juego, la forma en que el Ejecutivo se pronuncia abona el victimismo y las teorías conspirativas.