Carles Puigdemont continúa con su camino a ninguna parte mientras, desde la distancia, tensiona la política catalana. Este sábado se inicia el congreso fundacional de Junts, el nuevo partido con el que trata de adueñarse del espacio posconvergente que saltó por los aires tras el golpe separatista.

Si ya de por sí es una aberración democrática que un fugado de la Justicia condicione la vida política, aún lo es más el ideario supremacista que destila su proyecto. Y es que el ex presidente catalán se ha rodeado para esta aventura de personas que encarnan un discurso de pureza identitaria que roza la xenofobia. 

Supremacismo

Hoy en EL ESPAÑOL repasamos algunas de las manifestaciones de cinco mujeres que forman parte de la guardia pretoriana de Puigdemont -Anna Erra, Elsa Artadi, Montse Morante, Miriam Nogueras y Montse Madrenas- que causan sonrojo por su carácter supremacista.

Anna Erra, ex diputada de JxCat y alcaldesa de Vic, llegó a discriminar entre "catalanes autóctonos" y "aquella gente que por su acento o aspecto físico no parece catalana". Elsa Artadi -para muchos el verdadero delfín de Puigdemont- comparó a la sociedad catalana con Anna Frank, víctima del nazismo.

A las vísceras

En realidad, lo que puede aportar el proyecto de Puigdemont queda patente en la catastrófica gestión que su hombre de paja, Quim Torra, ha hecho de la crisis sanitaria: al tiempo que se multiplican los infectados culpa a España de la pandemia y sugiere que una Cataluña independiente tendría menos. 

Atrapado entre una pujante ERC y un partido de nueva creación como el PNC, análogo al PNV, Puigdemont no duda en dar rienda suelta al nacionalismo más esencialista. Lo peor del caso es que su apelación a las vísceras puede darle resultados en las próximas elecciones catalanas.