El referente de la oposición rusa, Alekséi Navalni, habría sido envenenado con pesticidas y otras sustancias según se desprende de los informes toxicológicos practicados en el hospital de La Charité de Berlin, donde el destacado adversario de Vladimir Putin fue trasladado el pasado jueves desde Siberia y en estado de coma.
Aunque el centro hospitalario aún es incapaz de poner nombre al agente tóxico, la idea del envenenamiento cobra fuerza. El Gobierno alemán ya considera "bastante probable" esta opción, que a punto ha estado de costarle la vida al activista.
Huelga incidir en el currículum de Navalni, que si en 2013 fue candidato a la alcaldía de Moscú, desde hace tres años vive en una suerte de libertad provisional y tiene vetado presentarse a cualquier cargo público. Su caballo de batalla -mediante un sofisticado uso de las redes sociales- ha venido siendo la lucha contra la corrupción en el Kremlin.
Puño de hierro
En realidad, el puño de hierro con el que Vladimir Putin gobierna Rusia parece dejar pocas dudas a la acción de sus servicios secretos. El asesinato a quienes se han opuesto a sus métodos totalitarios se ha revelado en una constante, que, cuando menos, está llena de sombras en una larga lista: en 2006 el oficial fugitivo del servicio secreto ruso Aleksándr Litvinenko falleció por altas dosis de plutonio, el mismo año en que la crítica reportera Anna Politkóvskaya fue asesinada en su propio domicilio. Y eso por no hablar de otras muertes poco esclarecidas.
En este sentido, la líder opositora al régimen bielorruso de Lukashenko, Svetlana Tijanóvkaya- cuyo marido está en prisión incondicional por anunciar su intención de presentarse a las elecciones del pasado 9 de agosto- no tiene duda en la prolija entrevista para EL ESPAÑOL que Bernard-Henri Lévy le ha realizado en su exilio lituano: "¿Acaso no acaba de ser envenenado el principal opositor de Putin, Alexei Navalny? ¿Acaso los adversarios del Kremlin no tienen una terrible tendencia, en estos tiempos que corren, a caer como moscas?".
Flanco oriental
De lo que no cabe duda es que, con matices diversos, la Unión Europea limita con dos regímenes que son en puridad una burla a la democracia: la Rusia de Putin y la Bielorrusia de Lukashenko. Con todo lo que ello conlleva en el plano de una geopolítica más que compleja en el flanco oriental. Tijanóvkaya es más que rotunda: "Aquí también está en juego la suerte de Europa".
Y esta realidad debe ser tenida en cuenta por la UE, que debe desplegar una diplomacia contundente en la defensa de los derechos humanos. Lo recuerda también Svetlana Tijanóvskaya a EL ESPAÑOL: "Si Putin tuvo un 78% de síes para su reforma constitucional, que le da plenos poderes hasta el día en que las ramas críen pelos", qué no pensar del reciente pucherazo de Lukashenko y de la represión de los críticos.
No obviemos la importancia de los hechos: Europa limita al Este con la satrapía.