Resulta poco comprensible que empiece octubre con la bronca política opacando cualquier entendimiento para paliar la extensión de la pandemia. Más allá de la perplejidad de los ciudadanos por el cerrojazo a Madrid, elevado a los Tribunales por la presidenta Díaz Ayuso y a la espera de medidas cautelares, lo cierto es que la mala evolución del coronavirus ya ha trastocado los planes de Moncloa. El Gobierno no contaba con que el impacto de la segunda ola llegase con los primeros compases del otoño.
De momento, y tal como revela hoy EL ESPAÑOL, en Moncloa no se descarta ningún escenario, incluyendo la aplicación de un nuevo Estado de Alarma que garantice el confinamiento perimetral de España. Que se admita esta posibilidad revela un fracaso, el de la política, incapaz de anteponer lo prioritario, la salud, por encima de otras consideraciones.
La comunidad científica
Esto lo sabe el presidente del Gobierno y habrá que estar atentos al difícil equilibrio que un hipotético nuevo Estado de Alarma tenga en Cataluña, donde tan refractarios son a cualquier medida centralizadora que puede hacer bailar la débil mayoría parlamentaria en la que descansa el Ejecutivo de coalición.
Es verdad que ya hay no pocas voces que desde el PP y el PSOE piden, con razón, que se abandone esta guerra estéril y haya unidad: lo dice el sentido común y lo exige la Comunidad científica y sanitaria, que ha hecho público un manifiesto cuyo leitmotiv explica muy bien por qué la OMS no entiende la virulencia de la segunda ola en España: "En salud, ustedes mandan pero no saben". Todo un recordatorio de cómo hay que afrontar la epidemia y que pasa por una respuesta "coordinada, equitativa y basada exclusivamente en criterios claros, comunes y transparentes".
Avisados del desastre
Tiene razón la portavoz popular Cuca Gamarra cuando asegura que a "Sanidad le sobra política y le faltan epidemiólogos"; tanta como Carmen Calvo cuando denuncia la dificultad de coordinarse con la Comunidad de Madrid. En este sentido, parecen resultar poco edificantes las palabras del consejero de Justicia madrileño cuando ha asegurado en televisión que "el virus en Madrid está controlado" sin importarle "que Moncloa se atribuya el éxito".
Sea como fuere, las cifras de la Covid-19 asustan en España, principalmente -y obviando Madrid- en Cataluña y Andalucía. Que Moncloa estime volver al Estado de Alarma es sintomático de algo que ya denunciamos al principio del confinamiento: la unilateralidad y un desdén sistemático a las recomendaciones de los expertos a las que sí hicieron caso muchos países de nuestro entorno.
En el fondo, no salimos más fuertes de la primera ola y, a todos los efectos, la segunda ola nos golpea desprevenidos y separados: el mejor caldo de cultivo para la epidemia. Y no será porque no nos han avisado del desastre.