En cuestión de días ha variado la posición del Gobierno respecto al apoyo de Bildu a los Presupuestos Generales del Estado. Por medio, el descontento de los barones y las contradicciones que ilustran el escozor que hay en el propio Consejo de Ministros por el entendimiento con los de Arnaldo Otegi.
Si hasta el domingo, el vicepresidente Pablo Iglesias celebraba la incorporación de los proetarras a la "dirección de Estado" y el Ejecutivo ponderaba su "responsabilidad" respecto a las cuentas públicas, este lunes se aseguraba que "no hay ningún pacto con Bildu". Otro bandazo de un Gobierno que ha asumido la rectificación, siquiera sea semántica, como norma.
Ruedas de molino
Los barones del PSOE, que en los últimos días aireaban sus quejas por la componenda con los radicales, fueron ayer objeto de crítica de Pedro Sánchez en la reunión de la ejecutiva socialista. Según Sánchez, cualquier disonancia en este asunto equivale a "dar argumentos" a la derecha y a "generar confusión". Una forma de cerrar en falso el debate, en un partido en el que hace tiempo que a las discrepancias se les pone sordina desde Moncloa.
Tienen razón los líderes autonómicos socialistas en el fondo -denuncian que una cosa es "la lealtad" y otra bien distinta "comulgar con ruedas de molino"- y en las formas: de los tratos con los herederos de Batasuna han tenido que enterarse por los medios de comunicación y por Pablo Iglesias.
Mera coincidencia
Si algo ha demostrado Pedro Sánchez es su habilidad para sortear las disonancias internas, favorecido por los resortes que le da la Moncloa y apoyándose en un eficaz discurso del miedo: cualquier cosa está justificada para evitar dar argumentos a la derecha.
Ahora bien, lo que tiene más complicado el presidente del Gobierno es presentar como una mera coincidencia el apoyo de Bildu a los Presupuestos después de haber pregonado que esa colaboración forma parte de la "normalidad democrática" y al tiempo que se intensifica el acercamiento de terroristas de ETA al País Vasco. No, Bildu no pasaba por allí.