La reunión de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, y el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, concluyó este miércoles con razones suficientes para el optimismo en el Mar Menor y con el acuerdo de acabar con una disputa de competencias difícilmente justificable. Disputa que sólo hace que poner obstáculos a la solución del eterno problema de esta albufera de agua salada murciana.
El problema del Mar Menor requiere de un plan de rescate urgente y necesario acordado por las dos principales fuerzas políticas del país, que deben dejar de lado las disputas electoralistas y centrarse en salvar la mayor laguna salada de Europa.
Las imágenes que llegan desde allí son desoladoras. En la última semana, sus aguas sin oxígeno han arrojado a la superficie cinco toneladas de peces, crustáceos y moluscos. Una escena digna de película de terror que ha conducido a Ribera a plantear nuevas propuestas.
Como hemos explicado en EL ESPAÑOL, la primera de esas propuestas pasa por reformular el Plan de Vertido 0 de Rajoy, aunque salvando ciertas líneas maestras (como el bombeo desde la rambla o los filtros verdes).
La ministra Ribera pretende también enterrar el hacha de guerra con los populares. Y esa sería la mejor noticia posible para un Mar Menor que no entiende de palabras, sino de hechos.
Catástrofe ecológica
La consecuencia del problema del Mar Menor son las mencionadas cinco toneladas de peces flotando en el agua y que se acumulan en sus orillas. La causa, las toneladas de químicos que desembocan en la laguna a causa de la agricultura intensiva.
La cantidad es tan desmesurada que explicaría, de acuerdo con la mayor parte de los expertos del Instituto Español de Oceanografía, la existencia de zonas de la laguna sin oxígeno, además del olor fétido, la turbiedad del agua y la muerte de los animales.
Bajo la alfombra asoma el problema de los terrenos dedicados al cultivo intensivo en 8.500 hectáreas ilegales donde se vulneran todas las normas medioambientales. "Sin permiso para riego, con extracciones irregulares de agua o con volúmenes de agua superiores a sus condiciones" según Ribera.
Un problema agravado por el aumento de las temperaturas en verano, que favorece la aparición de organismos que aprovechan los fertilizantes y roban el oxígeno disponible en el agua. Organismos que, como guinda de la catástrofe ecológica, producen también sustancias tóxicas, como el ácido sulfhídrico.
Sin partidismo
Durante años, y a pesar de las dramáticas condiciones del Mar Menor, los gobiernos nacionales y autonómicos, encastillados en una supuesta incompatibilidad de competencias, han sido incapaces de diseñar unas líneas de actuación comunes, ajenas al partidismo y que permitan compaginar la preservación de la laguna con un uso responsable de sus recursos. Recursos de los que dependen 100.000 familias.
Es evidente que tanto el PP como el PSOE tienen razones para convertir Murcia en escenario de sus disputas. Esencialmente, por su condición de feudo popular que generó, hace apenas unos meses, una crisis política que se extendió luego por el resto del país.
Pero se han agotado las excusas para seguir tensando la cuerda. Ha llegado la hora de que el Gobierno central y el regional lleguen a un compromiso y asuman sus respectivas responsabilidades. Para acabar con los vertidos ilegales. Para garantizar el empleo. Y para salvar, desde el acuerdo y desde el sentido común, el Mar Menor.
En juego están decenas de especies, miles de trabajos y un ecosistema único en nuestro país.