Las múltiples explosiones de ayer a las puertas del aeropuerto de Kabul son el último coletazo de una guerra que termina precisamente como comenzó: con atentados terroristas a cargo de extremistas islámicos.
El sangriento episodio de ayer, sin embargo, no ha variado ni un ápice la estrategia de evacuación española que culmina hoy con un mensaje contundente: España se quedará en Kabul hasta el último minuto posible para salvar hasta la última vida posible.
EL ESPAÑOL quiere loar la valentía de nuestros soldados y policías enviados a Afganistán, así como la incansable labor de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y del ministro de Exteriores, José Manuel Albares. Si bien la operación de evacuación arrancó con más lentitud de la recomendable, el Gobierno recuperó rápidamente el tiempo perdido bajo la premisa innegociable de no dejar a nadie atrás.
Basta con asomarse a la base de Torrejón de Ardoz para calibrar el éxito de esta misión. Un éxito que se puede medir en las cientos de vidas que han sido liberadas del yugo talibán y de la barbarie de la sharia.
Digna de homenaje es, también, la lealtad de nuestros diplomáticos con los afganos que sirvieron a nuestro país durante veinte años. La historia no olvidará los nombres de Gabriel Ferrán Carrión, embajador en funciones en Afganistán, y de Paula Sánchez Díaz, segunda jefa de la legación en Kabul.
Ambos prometieron permanecer en su puesto a cualquier precio. Y han cumplido con su palabra. Se prevé que ambos lleguen a nuestro país en el último avión español que abandone la capital afgana.
Motivo de orgullo
España ha evacuado en una semana, en condiciones dificilísimas y a pesar de la desastrosa gestión estadounidense, a más de 1.500 personas. Y esa cifra incluye tanto a españoles como afganos, americanos y europeos. Lo ha hecho ante los ojos del mundo y para vergüenza de aquellos países de la UE que no han cumplido con el compromiso moral que merecían sus colaboradores.
La profesionalidad y la entereza mostrada por nuestros militares, policías, diplomáticos y políticos durante las operaciones de rescate contrastan con las formas escogidas por esos otros países europeos. Son países como Holanda o Suecia, que fueron brutales en su despedida. Que no sólo abandonaron a sus colaboradores, sino que bloquearon sus correos electrónicos para enterrar cualquier vía de comunicación posible con ellos.
La actuación de España es, en definitiva, motivo de orgullo tanto para los españoles como para el resto de los europeos. Algo que ya reconocieron la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von de Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.
Un ejército europeo
Nuestros militares han sabido estar a la altura. Sin embargo, las escenas vividas en los últimos días no hacen más que reforzarnos en nuestra convicción. La Unión Europea debe crear un ejército propio. Porque si algo ha demostrado Afganistán es que en más ocasiones de las que sería deseable las libertades no se defienden con pancartas, tuits o debates estériles sobre asuntos irrelevantes, sino con las armas.
La espantada americana ha evidenciado que los Veintisiete tienen que dar un paso hacia la madurez geopolítica y dejar de refugiarse bajo el ala del águila americana. Sin perder a Washington como aliado, por supuesto. Pero sin cerrar tampoco los ojos a su creciente aislacionismo y al auge imparable de China, que ya es la potencia dominante en esa África frente a la cual España es primera línea del frente europeo.
Un ejército europeo permitiría a la UE diseñar estrategias geopolíticas que respondan a sus propios intereses y no a los de Washington. Ese ejército europeo habría sido capaz, por ejemplo, de llevar a cabo esta operación de rescate sin depender de Estados Unidos. A la vista de las actuaciones de algunos de nuestros vecinos europeos en Kabul, haría bien ese ejército en adoptar más bien el espíritu de sacrificio y el sentido de la lealtad de los militares y los diplomáticos españoles.
La frustración de Biden
Mientras nuestros soldado intentan sacar al mayor número de afganos posible, Joe Biden intervino ayer para lanzar una advertencia al Estado Islámico. "No perdonaremos, os vamos a cazar", afirmó. Esta advertencia es contradictoria con el plan de Estados Unidos de salir de Afganistán el 31 de agosto, fecha inamovible a pesar de las peticiones de países aliados de retrasar la salida del contingente americano.
Este paso de Biden revela la frustración de la impotencia tras un atentado que le ha costado al presidente de EEUU la vida de, al menos, 13 marines. Al menos 95 afganos han perdido la vida y hay más de 150 heridos. Y esta violencia en plena era talibán no ha hecho más que comenzar.