El escenario político y económico se enturbia a ojos vista. Las malas noticias para el Gobierno de Pedro Sánchez se acumulan en diversos frentes y el presidente debe afrontarlas con una rémora a cuestas: la de un Podemos que avanza de forma suicida en curso de colisión con las necesidades de la economía española, del mercado laboral y de las exigencias de la Unión Europea.
Al pulso con Yolanda Díaz, que parece haber asumido ya su papel de futura candidata a la presidencia y que ha dejado a la ministra de Economía, Nadia Calviño, fuera de la reunión con los sindicatos para la futura reforma laboral, se suman las advertencias del Banco de España, que ayer lunes rebajó las previsiones del PIB y alertó del excesivo "optimismo" del Gobierno. La inflación, además, parece haber llegado para quedarse.
Pero, sobre todo, el Gobierno ha empezado a notar la presión de una Bruselas a la que ha engañado una vez (el Ejecutivo dijo haber llegado a un acuerdo con "los agentes sociales" para la reforma del salario mínimo cuando en realidad sólo había pactado con los sindicatos) pero a la que no engañará por segunda vez.
Frente común frugal
El frente común que Alemania, Holanda, los países nórdicos y los bálticos han gestado para oponerse a la reforma del mercado eléctrico europeo que reclama Pedro Sánchez no es una derrota banal. Poniendo pie en pared frente a la modificación del sistema de fijación de precios de la electricidad, los frugales han lanzado un mensaje muy claro a la Europa del sur: el de la ortodoxia y el mantenimiento del rumbo fijado.
Lo que ese frente demuestra es que los frugales de la UE, y a la cabeza de ellos el futuro canciller alemán Olaf Scholz, un hombre del que se dice en Alemania que lleva la misma cartera de piel desde hace 35 años, van a vigilar de forma especialmente minuciosa las reformas exigidas al Gobierno español para la concesión de los fondos europeos.
Y no es exagerado decir que algunos de esos frugales esperan ya con entusiasmo un traspié del Gobierno español, y más concretamente de Podemos, para poner límites a la concesión de esos fondos.
Un acuerdo sin Podemos
El Gobierno está en el epicentro de la mayor crisis política de su mandato. Porque cualquier acuerdo en temas estructurales clave (mercado laboral, pensiones) lo suficientemente bueno para ser aprobado por Yolanda Díaz será rechazado por la UE, imposibilitando la recuperación de la economía española y condenando al país a una travesía del desierto que podría devolvernos décadas atrás.
Pedro Sánchez ha cometido un error de gravedad con Unidas Podemos. Ha permitido que los morados ejerzan un chantaje permanente en materias clave utilizando como arma de presión la fuerza de unos votos que el PSOE necesita para su supervivencia política.
En circunstancias normales, las permanentes amenazas de Podemos, un partido que se conduce por la alta política como si no hubiera salido nunca de la facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, habrían conducido ya a la convocatoria de elecciones generales anticipadas.
Si eso no ha ocurrido es porque los sondeos aconsejan a Pedro Sánchez agotar la legislatura. Pero ese es, precisamente, el motivo por el que el presidente debe lanzar un órdago a Podemos y pactar unas reformas en las que Podemos, los sindicatos y Yolanda Díaz aparezcan como claros perdedores.
Quizá el presidente contaba con un escenario económico mejor del que prevén instituciones como el Banco de España o la AIReF, que rebajó ayer un punto las previsiones de crecimiento para 2021. Pero ahora, al menos, Pedro Sánchez sabe que cualquier acuerdo aceptable para la UE, y bueno para los españoles, será inaceptable para Yolanda Díaz. El problema lo tiene en la Moncloa, no en la UE.