Los contactos entre el Ministerio del Interior, EH Bildu y los presos de ETA destapados por la Guardia Civil en el marco de la Operación Kabat colocan en una posición extraordinariamente delicada a Fernando Grande-Marlaska y a su mano derecha en el ámbito penitenciario, Ángel Luis Ortiz.
Si la política de pactos del Gobierno con EH Bildu ya era política y moralmente muy dudosa, la revelación de que los contactos entre el Ministerio del Interior y el entorno etarra (el que organiza los homenajes a los presos y los fugados de la banda) son constantes y han culminado en cambios en la política penitenciaria destinados a beneficiar a los terroristas presos debe levantar todas las alarmas acerca de la complicidad entre el Poder Ejecutivo y los radicales vascos.
Han sido los pinchazos telefónicos de la Guardia Civil los que han sacado a la luz la relación entre el Gobierno y dos personas clave del entorno proetarra: el exconsejero de Justicia del Gobierno vasco Joseba Azkarraga y el parlamentario vasco de EH Bildu Julen Arzuaga.
El primero es hoy el responsable de Sare, la red de apoyo a los presos de ETA. Azkarraga es también, según el sumario de la Guardia Civil, el encargado de hacer llegar a los terroristas la información que le comunica el Ministerio del Interior. Y más concretamente, a Kubati, el asesino de Yoyes, hoy responsable de la red de acogida a los etarras que salen de la cárcel.
Disfrutar de la vida
Los contactos entre el entorno de ETA y el Gobierno funcionan de manera bidireccional. Los terroristas hacen llegar sus peticiones al Ministerio del Interior a través de sus intermediarios, y este se encarga de facilitar sus exigencias.
En varios de esos mensajes, los propios presos comentan con sorprendente normalidad los privilegios concedidos por Instituciones Penitenciarias: "73 añitos, o sea, que lo lleven a Burgos y luego que le den permiso y echando leches el 2º grado 100.2 para irse a casa a disfrutar de la vida". "Me llaman de Instituciones Penitenciarias para decirme que el juez ya ha firmado la libertad condicional de Otxoa de Eribe. Así que me imagino que la libertad se producirá ya". "Mover a ambos a Villabona o a Logroño, que tienen criaturas fuera y el viaje es largo y penoso".
Tan estrecha es la relación entre los presos de ETA, sus representantes y el Gobierno, que Azkarraga ha llegado a reenviar dentro del grupo de WhatsApp de los terroristas los mensajes originales que le envía Ángel Luis Ortiz.
El núcleo de la investigación de la Guardia Civil no eran en un principio los contactos entre el Gobierno y la banda, sino la trama de organización de homenajes a los terroristas. Pero la investigación ha llevado al Gobierno y a esa trama de peticiones a la carta que este, a través del Ministerio del Interior, se apresura a complacer luego, es de suponer que a cambio del apoyo de EH Bildu a sus políticas.
Los hechos revelados por la Guardia Civil son de una gravedad inaudita y revelan una complicidad inadmisible entre altas instancias del Gobierno y unos presos que ni se han arrepentido ni han colaborado jamás en el esclarecimiento de los casi 400 asesinatos obra de ETA que quedan por esclarecer. La supervivencia de Marlaska al frente del Ministerio del Interior es desde hace mucho tiempo difícilmente comprensible. Estas revelaciones de la Guardia Civil la hacen, lisa y llanamente, insostenible.