La guerra entre Rusia y Ucrania ha adquirido una dimensión internacional en el ámbito económico. Muy pronto ha quedado claro que la guerra propiamente militar iba a tener su contrapartida en una cruenta guerra económica. Y los países occidentales han entendido ya que la guerra de Ucrania se decide en el tablero de la autonomía estratégica con respecto a Rusia.
En el caso de España, la guerra ha llegado hasta sus fronteras. Pero no en forma de bombas, sino de severo golpe a su economía. Como revela hoy EL ESPAÑOL, la espiral inflacionaria va a costarle este año a cada español 2.666 euros.
El problema de la inflación afectará muy especialmente a España. Hay que recordar que la crisis generada por la Covid-19 aún no ha sido superada y que nuestro país sigue estando a la cola de la recuperación en la UE.
El gobernador del Banco de España (BdE), Pablo Hernández de Cos, ofreció el lunes algunas propuestas que podrían paliar los efectos de la crisis bélica. El Gobierno, en cambio, no da muestras de tomarse demasiado en serio el varapalo que la inflación va a suponer para nuestra economía.
No es sólo Putin
Pedro Sánchez ha insistido en que "la inflación y los precios de la energía son única responsabilidad de Vladímir Putin y su guerra ilegal en Ucrania". Pero no hay que dejarse engañar por la propaganda con la que el Gobierno pretende escurrir el bulto de sus responsabilidades. Porque la situación de debilidad de la economía española es muy anterior al inicio de la invasión de Ucrania.
La guerra le ha dado a Sánchez la excusa perfecta para desviar la atención por los errores de la política económica de su Gobierno. Una gestión que se ha mostrado impotente para atajar los graves problemas económicos que España arrastra desde hace mucho tiempo.
Y prueba de ello es que, en lugar de poner orden en las finanzas españolas y aliviar la carga que pesa ya sobre ciudadanos y empresas, una parte del Gobierno pretende boicotear los intentos de PP y PSOE por llegar a un acuerdo que permita aliviar la crisis económica. Como avanza hoy EL ESPAÑOL, Podemos va a vetar cualquier posible pacto de PP y PSOE encaminado a bajar impuestos.
Es de lamentar que la reunión que tuvo lugar ayer entre la delegación del PP y los representantes del Gobierno haya sido infructuosa. El encuentro estaba pensado para discutir medidas que permitan "bajar el precio de la gasolina, la electricidad y el gas". Pero la portavoz popular, Cuca Gamarra, se mostró decepcionada y declaró que el Gobierno no llevó a la reunión ninguna propuesta concreta.
¿Cuándo piensa entonces el Gobierno abordar la necesaria rebaja de impuestos? ¿Para cuándo el urgente plan de consolidación fiscal?
Huir hacia delante
El expresidente Felipe González sí parece haber recogido el guante del gobernador del BdE. En una entrevista ayer, González se mostró partidario de un pacto de rentas como el que propuso Hernández de Cos.
González ha pedido a Sánchez que llegue a acuerdos con el PP y que promueva unos nuevos Pactos de la Moncloa. Estos acuerdos, celebrados en 1977, consistieron en unas reformas pactadas por todos los partidos para el saneamiento económico y la modernización política. Los pactos implicaron a todos los actores sociales y sentaron las bases para la Transición posterior.
González acierta al reivindicar el espíritu de conciliación de la Transición. La debilidad económica actual guarda muchas similitudes con la crisis petrolífera que motivó en su día los Pactos de la Moncloa. Y la guerra en Ucrania pone de manifiesto que las reformas económicas estructurales no pueden demorarse ni un minuto más.
España no puede seguir huyendo hacia delante y continuar aumentando su déficit estructural. El Gobierno debe dotarse de una vez de una política económica seria alejada del infantilismo de sus socios de Podemos. La única forma de hacer frente a las devastadoras consecuencias económicas de la guerra es promover unos acuerdos amplios entre PP y PSOE que involucren también a la patronal y a los sindicatos.