Después de que EL ESPAÑOL se hiciera eco de las informaciones en el entorno del Gobierno y del propio PSOE según las cuales Pedro Sánchez estaría preparando una remodelación del Gobierno para, entre otras razones, evitar las duplicidades generadas en los casos de Pilar Alegría y María Jesús Montero, que compaginan ahora sus funciones ministeriales con su labor en el partido, el presidente ha salido al paso negando la mayor.
"En algunas ocasiones me encuentro noticias que ni siquiera he pensado" ha dicho Sánchez durante una rueda de prensa en la isla de La Palma. "Este es un Gobierno estable que va a durar hasta el final de la legislatura" ha añadido luego.
A renglón seguido, el presidente ha arremetido contra la prensa, a la que ha pedido que se dedique a informar. "Una cosa es informar y otra es intoxicar" ha finalizado.
La única excepción
Lo sorprendente no es ya la salida de tono de Pedro Sánchez y el ataque a la prensa, impropias de él y más imaginables en boca de alguien como Pablo Iglesias, sino el hecho de que el presidente se cierre a sí mismo la puerta de una hipotética remodelación del Gobierno que le proporcione el impulso necesario para llegar hasta el final de la legislatura con un Consejo de Ministros más fresco.
Algo, remodelar el Gobierno durante la segunda mitad de la legislatura, que han hecho todos los presidentes hasta el momento, con la única relativa excepción de los 316 días del Gobierno en funciones de Mariano Rajoy, que se alargaron desde el 31 de diciembre de 2015 hasta el 31 de octubre de 2016.
Pero ¿por qué ha renunciado Pedro Sánchez a una de las prerrogativas más útiles de las que dispone un presidente en la recta final de su mandato?
Un banquillo insuficiente
La primera posibilidad es la de que el presidente se haya dado cuenta de que el PSOE no tiene banquillo suficiente para sustituir a los ministros actuales. O que, teniéndolo, ese banquillo no mejora a los actuales titulares del Consejo de Ministros.
No ayuda en este sentido la pobre explicación de los cambios recientes en el organigrama del partido. Es decir, de las razones por las que se ha prescindido de activos como Héctor Gómez, Adriana Lastra o Felipe Sicilia, sobre todo a la vista del escaso tiempo del que han gozado algunos de ellos para demostrar su valía.
Imagen de inestabilidad
La segunda posibilidad es la de que esa remodelación sí estuviera en la mente del presidente, pero que este haya llegado a la conclusión de que la imagen de inestabilidad que generaría una nueva crisis sólo beneficia al PP de Alberto Núñez Feijóo.
Y esa sería una explicación razonable, dado que la última remodelación del Gobierno tuvo lugar hace poco más de un año, y dado que ni los motivos por los que se cesaba a los cesantes ni los motivos por los que se nombraba a los nombrados fueron jamás argumentados con explicaciones comprensibles por todos los ciudadanos.
Y ese sería también un argumento razonable dado que es obvio que a la zozobra generada por la dependencia de Sánchez de socios como Unidas Podemos, ERC o EH Bildu se sumaría la imagen de un Gobierno que cambia cada pocos meses sin que los ciudadanos hayan tenido tiempo, siquiera, de conocer a los nuevos ministros.
Prerrogativa constitucional
La tercera hipótesis es la de que Sánchez no se sienta constreñido por sus propias palabras dado que la posibilidad de cambiar a su Gobierno es una prerrogativa constitucional que le compete a él y sólo a él. Y como esa prerrogativa es irrenunciable, ¿por qué debería Sánchez en un momento dado sentirse obligado por una afirmación pronunciada en un momento diferente bajo unas circunstancias diferentes?
Si ese fuera el caso, Sánchez siempre podría argumentar, retorciendo sus palabras hasta el límite de lo digerible, que cuando él afirmaba que su Gobierno era "estable" y que duraría "hasta el final de la legislatura" se refería no a sus ministros en concreto, sino a la alianza con Unidas Podemos y el resto de sus socios parlamentarios.
La posibilidad, obviamente, está ahí. Pero Sánchez debería ser consciente entonces de que un cambio de Gobierno que contradijera sus palabras de ayer martes sería utilizado por el PP, a sólo un año y medio de las elecciones, como prueba irrefutable de la falta de consistencia y de credibilidad del presidente del Gobierno.
Lo único cierto es que todas las informaciones que este diario publicó antes de la crisis de Gobierno de julio de 2021, y antes de los cambios en el organigrama de Ferraz de este pasado mes de julio, resultaron ser ciertas. Si eran fruto de intoxicaciones, los intoxicadores resultaron estar excepcionalmente bien informados.