¿A quién le importa Salman Rushdie?
La UE respondió con ambigüedad a la fatwa contra Rushdie. ¿Cuándo empezaremos a tomarnos en serio las amenazas contra nuestros valores?
En junio de 2008, desde el Foro Humanismo Secular pusimos en marcha unas jornadas extraordinarias. Se llamaron Democracia vs. Teocracia y tuvieron lugar en el marco del Curso de Verano de la Fundación Universidad Rey Juan Carlos en Aranjuez.
Tres de los ponentes llegaron con escolta, con el comprensible revuelo y los consiguientes problemas de organización.
Uno, Fernando Savater, aún llevaba protección contra los terroristas de ETA.
Los otros dos, Ibn Warraq y Robert Redeker, la necesitaban al estar amenazados por el terrorismo islamista.
El primero era un exmusulmán autor de Por qué no soy musulmán.
El segundo, un valiente profesor de secundaria francés que había osado escribir un artículo en Le Figaro donde llamaba al Corán "un libro de increíble violencia".
Lanzamos un manifiesto para la ocasión que se llamó Declaración de Aranjuez y en el que denunciábamos la tolerancia de las sociedades "democráticas" con los líderes de la opinión pública, gobernantes e intelectuales que exigían un "respeto" por lo sagrado (sobre todo con lo "sagrado" de otros). Tolerancia que ocultaba el miedo y la servidumbre ante al terror.
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Nos quejábamos también de que bajo la bandera del relativismo cultural se silenciaba la discriminación y la violencia contra las mujeres o la persecución de los homosexuales.
Y señalábamos esa Triple Alianza a favor de una nueva revolución "multicultural" formada por la Organización de la Conferencia Islámica (representada por Pakistán), el Movimiento de No Alineados (Cuba, Venezuela, Irán) y, ¿les sorprende?, China y Rusia.
El primer acto que pude organizar al poco de ser eurodiputada, el 23 de febrero del 2006, fue Hacia una Europa secular: frente a los fundamentalismos, con la presidenta del Consejo de ExMusulmanes del Reino Unido, Maryam Namazie, y el ensayista Paul Cliteur, autor del libro Esperanto moral.
Fue durante la charla de Cliteur que supimos que la República Islámica de Irán había renovado la fatwa contra el escritor británico Salman Rushdie, autor de Los versos satánicos. De acuerdo con el diario The Independent, la recompensa por asesinar a Rushdie era ya considerable.
Fue por este motivo que dirigí el día 29 una pregunta escrita a Federica Mogherini, que fue Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad durante el período 2014-2019, que decía así:
"La recompensa ofrecida por ejecutar la fatwa, o sentencia de muerte, al escritor británico Salman Rushdie, autor de Los versos satánicos, se renovó en febrero de 2016 y se fijó en 600.000 dólares estadounidenses.
Esta amenaza es una clara violación de la soberanía europea, las directrices de la UE sobre la pena de muerte y derechos fundamentales como la libertad de expresión y el derecho a cambiar de religión o a no profesar religión.
1. ¿Qué medidas concretas han tomado la VP/AR y el SEAE en el caso de Salman Rushdie y qué pretenden hacer para obligar al Gobierno iraní a eliminar la fatwa?
2. El derecho a la libertad de expresión a través del arte y la escritura está consagrado en el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del que Irán es signatario. ¿Qué hará entonces la VP/AR para instar al Gobierno de Irán a cumplir con sus obligaciones internacionales en materia de derechos fundamentales?".
"Como eurodiputada, me chocó que Mogherini atribuyera el aumento de la recompensa a varios medios de comunicación"
Hasta mayo no obtuve respuesta.
Los atentados de Bruselas se habían producido en este ínterin. En la mañana del martes 22 de marzo de 2016 explotaron varios artefactos en el aeropuerto y en la red de metro de la capital belga, matando a 35 personas e hiriendo a 340.
Al fin, la Alta Representante contestó. Después de expresar vaguedades sobre lo prioritarios que eran los derechos humanos en la agenda bilateral de la UE con Irán, o de hablar de las preocupaciones de la UE sobre los derechos humanos, Mogherini atribuyó el aumento de la recompensa "a varios medios de comunicación" y habló de "la ausencia de una participación directa del Gobierno" (se supone que el iraní) en el siniestro asunto de la fatwa.
Me pareció sorprendente que todo el plan al respecto fuera "plantear" sus preocupaciones en el contexto del futuro diálogo con Irán. Pero era coherente al fin con la imagen de una Federica Mogherini rompiendo a llorar aquel martes de terror durante una rueda de prensa en Amán mientras se abrazaba al ministro de Asuntos Exteriores jordano, Nasser Judeh.
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Nunca quedó mejor representado lo que significaba esa "alianza de civilizaciones" en la que sólo creían las almas buenas occidentales. ¡Después de Atocha, de París y de la misma Bruselas!
Y eso no fue todo. Un año después, en 2017, el líder supremo de Irán, Alí Jamenei, reiteró la fatwa que lanzó Jomeini en 1989 contra Salman Rushdie.
33 años después, casi consiguen matarlo. Con gran cinismo, el Gobierno de Irán ha responsabilizado al escritor de su propio atentado. Tampoco se han visto grandes manifestaciones de rechazo por parte de ese islam "moderado" en el cual creía encontrar comprensión y consuelo la Alta Representante aquella vez en Amán.
¿Cuándo empezaremos a tomarnos en serio las amenazas contra nuestros valores?
A lo mínimo que deberíamos aspirar, para empezar, es a nuestra inmediata y radical independencia energética de teocracias y dictaduras.
*** Teresa Giménez Barbat es escritora y exeurodiputada.