El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intercambiará el apoyo de ERC a los Presupuestos Generales del Estado por la reforma del delito de sedición. Asimismo, Marruecos mantiene su desafío a España y pretende construir, a la contra de los tratados bilaterales, en el espacio apátrida de medio kilómetro que separa las fronteras. Por último, la negativa de Cristiano Ronaldo a disputar un partido y la decisión del Manchester United de apartarlo temporalmente de la competición demuestra la mala gestión del final de su carrera de la leyenda madridista.
Una claudicación innecesaria
Como informa hoy EL ESPAÑOL, el apoyo de ERC a los Presupuestos Generales del Estado no llegará gratis et amore, sino condicionado a una cesión de hondo calado político y que tendrá serias consecuencias en el escenario político español futuro. Una reforma del delito de sedición en el sentido deseado por los independentistas y que hará no sólo que Carles Puigdemont y el resto de prófugos de la Justicia puedan volver a España sin riesgo de ser castigados por el golpe de Estado ejecutado en octubre de 2017, sino que futuras intentonas queden impunes.
Esa reforma del delito de sedición se pretende vender con el argumento de una necesaria “armonización” del Código Penal español con el resto de legislaciones penales de la UE, obviando que en buena parte de Europa un alzamiento contra el orden constitucional y una declaración de independencia unilateral como la realizada hace cinco años en Cataluña habría comportado penas mucho más duras que las que finalmente se impusieron en España a los cabecillas de la intentona.
Difícilmente se habría dado, además, indulto alguno a los condenados, sobre todo en aquellos países cuya legislación prohíbe los partidos separatistas, con intereses localistas o entre cuyos objetivos esté la ruptura del orden constitucional.
La reforma del delito de sedición ni siquiera es necesaria en sentido estricto para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado dado que los votos de ERC podrían haber sido suplidos con creces por un PP que se ha mostrado dispuesto a negociar con el PSOE desde el primer día.
Una vez más, en lo que viene siendo una costumbre señalada una y otra vez en los editoriales de EL ESPAÑOL, Pedro Sánchez hace una cesión enormemente costosa para la estabilidad futura del país a cambio de una ganancia pírrica y estrictamente coyuntural. ¿Acaso quiere Sánchez pasar a la historia como el presidente que puso en riesgo la unidad del país a cambio de la aprobación de unas simples Cuentas del Estado?
El nuevo desafío de Marruecos
Si algún español esperaba que la vecindad con Marruecos evolucionara del tormento a la calma chicha tras el reconocimiento a espaldas del Congreso de los Diputados de la marroquinidad del Sáhara Occidental, ya puede desengañarse. El resultado de aquella declaración es la atenuación de las beligerancias del régimen africano, pero ni mucho menos algo parecido a la amistad.
El régimen de Mohamed VI no parece dispuesto a cesar en sus provocaciones y desprecios a España. No sólo con gestos, como darle la vuelta a los símbolos nacionales en la última visita de Pedro Sánchez a Rabat. No sólo con declaraciones, como el inadmisible escrito del Gobierno de Marruecos dirigido al Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Uno que afirma que "Melilla sigue siendo un presidio ocupado y por este hecho no podríamos hablar de fronteras, sino de simples puntos de paso".
El desafío llega a hechos que sería un error interpretar como inocuos. Como cuenta este periódico, una empresa de Mohamed VI va a edificar y construir un colegio en los 500 metros de tierra neutral con España. Esto significa que va a vulnerar los tratados existentes con nuestro país, que conceden a estos territorios la condición de apátridas. El Gobierno tiene que responder. La soberanía de Ceuta y Melilla no es negociable, y las fronteras tienen que respetarse. Hacer la vista gorda sólo acrecienta un problema que, si se aplaza demasiado, arrojará consecuencias indeseables.
Cristiano Ronaldo o el ocaso del ídolo
Es una obviedad que los años no pasan en balde para nadie. Pero sus huellas resultan mucho más impactantes cuando afectan a los ídolos generacionales del deporte. Especialmente si están a la vista de todos. El portugués Cristiano Ronaldo es uno de los futbolistas más laureados de la historia del fútbol. Puede presumir de cinco Copas de Europa, dos Ligas españolas, tres Premier británicas y, a título individual, cinco Balones de oro. Pero, como tantas otras estrellas, está viviendo unos últimos años como profesional impropios.
Hace apenas tres meses, durante el mercado de verano, procuró abandonar a toda costa su club actual, el Manchester United. Consideraba que, sin competir la Copa de Europa, el equipo se le quedaba pequeño. Pero la realidad es tozuda. A este Cristiano Ronaldo le viene grande el mítico equipo inglés, y sólo ha disputado dos encuentros como titular en lo que va de campeonato.
Su situación raya lo insostenible. Durante el último partido, se negó a saltar al campo y ahora el club lo ha apartado de sus compañeros. Con 38 años, la leyenda del Real Madrid se hace un flaco favor empañando una carrera brillante, al alcance de unos pocos elegidos. Todo el mundo comprende la caída de su rendimiento. La excelencia no es eterna. El ocaso es natural. Lo que verdaderamente resta dignidad es que sea él mismo el último en comprenderlo.
*** El Merodeador es el seudónimo colectivo de la sección de Opinión de EL ESPAÑOL integrada por Cristian Campos, Jorge Raya Pons y Víctor Núñez.