Sobre la crisis en Podemos, la guerra de la Sanidad y la huelga del transporte

La escalada promovida por Pablo Iglesias en la guerra abierta entre Podemos y Yolanda Díaz complica la candidatura de la vicepresidenta para las elecciones generales. En Madrid, la izquierda vuelve a instrumentalizar los problemas de la Sanidad pública para cargar contra Isabel Díaz Ayuso. Y la huelga convocada por los trabajadores del Transporte amenaza con agravar el ya pronunciado declive económico español.

Iglesias, desbocado contra Díaz

Yolanda Díaz.

La Universidad de Otoño de Podemos de este domingo ha consumado la ya evidente ruptura entre los morados y Yolanda Díaz. Pablo Iglesias no ahorró en reprimendas y advertencias a la vicepresidenta. Y aunque no la mencionó explícitamente, le dio un rapapolvo con palabras gruesas, dando a entender que era una "estúpida" por pretender presentarse a las elecciones sin la fórmula de un partido político.

Ya rechina que un desterrado de la política sin ningún tipo de responsabilidad institucional ni orgánica siga ejerciendo como rector oficioso de Unidas Podemos desde las atalayas de sus pódcasts y tertulias, con admoniciones de afectada gravedad como "¡ay de quien le falte el respeto a nuestra militancia!".

Pero lo más desconcertante de esta acometida contra Díaz es que fue el propio Iglesias quien la bendijo como candidata. Ciertamente, Iglesias no podía prever en su momento que la ministra de Trabajo fuera a tomar los derroteros de un movimiento informal de pretensiones transversales, ni a intentar dejar fuera de juego a su matriz política. Pero patalear ahora porque Sumar quiere eclipsar a Unidas Podemos y servirse de su estructura organizativa y su base electoral está fuera de lugar.

Da la sensación de que Iglesias no ha hecho todavía el duelo por el repudio que sufrió en las urnas (uno que se ha reproducido en la Universidad, que le ha vuelto a denegar la plaza de profesor). Iglesias parece decidido a enfangar todo lo posible el debate público y a torpedear a su heredera, acaso para que sus bases echen en falta su liderazgo primitivo. Un desmarque del proyecto de Díaz que pasó ayer de las palabras a los actos, cuando Podemos avisó a la vicepresidenta de que ya no es la única opción para la candidatura a las generales.

Un modelo sanitario en disputa

Isabel Díaz Ayuso.

La izquierda madrileña vuelve a usar la Sanidad pública como arma arrojadiza contra Isabel Díaz Ayuso. El desbarajuste generado por el plan de urgencias extrahospitalarias de la Comunidad de Madrid ha dejado un fin de semana marcado por la falta de asistencia médica y de material sanitario en algunos de estos centros de atención continuada. El Gobierno ha instrumentalizado estos problemas y la huelga indefinida de los sanitarios en los centros de atención 24 horas iniciada ayer para acusar a Ayuso de querer "desmantelar la Sanidad". 

Resulta muy elocuente que nadie en el Gobierno ni en la izquierda haya salido a vilipendiar igualmente al presidente de Cantabria, a quien también le han convocado una huelga de médicos. Además, el carácter infundado de las acusaciones que la oposición lanza sobre Ayuso evidencia que el problema de fondo tiene naturaleza política e ideológica, tomando la privatización como el chivo expiatorio de todos los defectos de nuestro sistema sanitario.

Pero lo cierto es que no existen los recortes en Salud por los que claman el Gobierno y la izquierda madrileña. La Comunidad de Madrid es una de las regiones con mejores indicadores sanitarios. Sus hospitales públicos están entre los mejores de España, y es la segunda comunidad con más especialistas y médicos de urgencias.

El seguimiento de los paros de los profesionales también es mucho menor de lo que la interesada cobertura socialista invita a pensar. Como informa este periódico, ni UGT ni CCOO van a sumarse a la huelga de los especialistas.

Todos estos ataques apartan la atención de lo fundamental: un modelo de gestión pública directa que está obsoleto. Y uno que no ha sido capaz de resistir el incremento de la presión asistencial provocado por la pandemia, con la consiguiente saturación y deterioro de la Atención Primaria.

Los responsables políticos deben abandonar los reproches cruzados y huir de los dogmatismos. Y aceptar que la colaboración público-privada en el Sistema Nacional de Salud no supone un "demantelamiento" de la Sanidad pública, sino que permitiría, al regirse por criterios empresariales, avanzar hacia un modelo de gestión sanitaria mucho más eficiente. Y, por tanto, con mejores servicios para todos los ciudadanos.

La economía española no admite parones

Transportistas en huelga.

La Plataforma en Defensa del Transporte, representante mayoritaria de los transportistas autónomos y las pequeñas empresas del sector, anunció ayer que comenzará el próximo domingo una huelga indefinida. Los trabajadores repetirán la misma estrategia que en marzo, cuando el parón duró dos semanas. Lo hacen tras acusar al Gobierno de incumplir parte de las promesas que les devolvieron a la carretera. La ministra Raquel Sánchez, por su parte, asegura que está cumpliendo con lo convenido.

Como sea, las exigencias de los indignados cambian muy poco. Es razonable que se rebelen cuando se ven abocados a trabajar a pérdidas. Los inasumibles precios del combustible y el goteo constante de quiebras de empresas (a razón de dos centenares cada mes, según la asociación) justifican la rabia de unos trabajadores que son uno de los últimos reductos de una genuina clase obrera, y que conservan una gran capacidad movilizadora. Sin duda, les impulsa el ejemplo de los camioneros canadienses o los tractoristas neerlandeses, que pusieron en aprietos a sus Gobiernos y se proyectaron como un eslabón imprescindible en la cadena comercial.

Pero, a pesar de la nobleza de la huelga, inquieta el momento en que se producirá. No puede ser peor. Con la economía española tiritando, a las puertas de la recesión, paralizar la economía sólo agravará la situación. También para los transportistas. Urge encontrar una solución que, aunque no satisfaga todas las demandas ni resuelva todos los problemas del sector, evite un mal mayor para todos.

*** El Merodeador es el seudónimo colectivo de la sección de Opinión de EL ESPAÑOL integrada por Cristian Campos, Jorge Raya Pons y Víctor Núñez