Los españoles han podido tener un respiro energético en Nochebuena y Navidad. La factura de la luz alcanzó niveles que no se veían desde mayo de 2021, llegando a mínimos de 34,36 euros MWh. A ello han contribuido de forma muy notable las energías renovables y la reducción de impuestos a la energía y el gas, así como el mecanismo ibérico o tope al gas impulsado por el Gobierno.
La entrada de renovables hace que el sistema sea menos dependiente de las centrales térmicas, que emplean el gas para fabricar energía, encareciendo el precio del MWh. Ahora bien, la volatilidad continúa, dado que este martes la luz tendrá un precio de 113,72 euros MWh.
En cualquier caso, se trata de precios que están muy por debajo de los que están pagando nuestros socios europeos. De momento, España logra capear la crisis energética. Y, con ella, reducir también la presión sobre la inflación que ha provocado una subida generalizada de precios en los últimos meses en prácticamente todos los sectores y productos.
Prueba de ese efecto es que los consumidores con tarifa regulada tendrían que pagar en la factura de la luz un 30% más de media si no existiera el tope al gas.
Ahora bien, conviene recordar que el tope al gas no deja de ser un freno de emergencia con sus luces y sombras, y que acaba incorporándose a la factura de los consumidores a lo largo de los meses.
En cualquier caso, la excepción ibérica es una solución anti-inflacionista que ha funcionado razonablemente bien en la Península, y que ahora ha sido copiada también por la Unión Europea. Hace una semana, los ministros de Energía de la UE acordaron, tras meses de ardua negociación, y después de salvar el escollo de la oposición de Alemania y Países Bajos, fijar un tope al precio del gas importado de 180 euros/MWh, que se aplicará a partir del 15 de febrero durante un año.
Ahora bien, como suele ocurrir en la UE, las principales potencias se han garantizado todo tipo de salvaguardas para evitar que este mecanismo se emplee de forma habitual, y actúe verdaderamente como un freno de emergencia. ¿El motivo? Existe temor a que la intervención en el mercado culmine con demandas por parte de los grandes traders de gas que haya que terminar pagando.
Sea como sea es de celebrar una medida como esta que contribuya a rebajar la factura de la luz y el gas a los ciudadanos de la UE, y que ayude también a Europa a amortiguar la crisis energética a la que se enfrenta tras la invasión de Ucrania.
Sin embargo, esta medida no puede esconder la necesidad de que Europa debe reformar el mercado de fijación de precios del sector gasista, que tiene que avanzar hacia un mercado único. Como ha reconocido la propia Comisión Europea, el tope al gas es una "intervención de emergencia" del mercado energético que en ningún caso puede considerarse una solución estructural para regular los precios del mercado energético comunitario.
La UE debe seguir trabajando para acelerar la transición verde, incentivando la inversión en tecnologías renovables, en lugar de normalizar un mecanismo de freno excepcional que contribuye a perpetuar la raíz del problema. A saber, la dependencia de combustibles fósiles que el actual contexto geopolítico ha demostrado fatal.
También es necesario que España profundice en las reformas que necesita en el mercado energético para que la tarifa regulada deje de estar vinculada a las fluctuaciones diarias del precio del gas.
Un proceso en el que el departamento de Teresa Ribera ya está trabajando, pero que todavía está lejos de acordarse. En cualquier caso, es obligado reconocer la influencia que el tenaz ejemplo del bando liderado por España y Portugal ha tenido para mejorar la gestión de la crisis energética en Europa.