El PSOE presentó ayer en solitario una propuesta de reforma de la ley del 'sí es sí' que implica volver al marco de la ley anterior. Precisamente lo que Podemos, y más concretamente el Ministerio de Igualdad, rechaza de plano.
Lo ha hecho para frenar lo que los socialistas llaman "los efectos indeseados" de la norma. Aunque la reforma, en caso de salir adelante en las Cortes, sólo tendrá efecto en los delitos que se cometan a partir de su promulgación y no impedirá que los agresores sexuales ya condenados o pendientes de juicio continúen viendo rebajadas sus penas en aplicación de la normativa que obliga a aplicar la ley más beneficiosa para el reo.
De hecho, Podemos ha afirmado que la reforma del PSOE, a pesar de aumentar las penas y equipararlas a la de la ley anterior, podría desembocar en una segunda oleada de rebaja de condenas. Según los morados, y dado que la reforma incluye una nueva disposición de derecho transitorio, los jueces podrían verse obligados a admitir de nuevo los casos de revisión rechazados a raíz de la ley del 'sí es sí'.
El texto de la reforma del PSOE sigue las líneas establecidas por la propuesta que el PP presentó el pasado mes de diciembre y en la que abogaba por volver a las penas anteriores para los casos de agresiones con violencia o intimidación.
La reforma socialista conserva la terminología, introducida en la ley del 'sí es sí', por la que todos los delitos se consideran "agresión". Pero lo hace consolidando el eufemismo de la "agresión sin violencia". Podemos cree que volver a poner el acento en la violencia y la intimidación como agravante de algunas penas implica sacar el consentimiento (que los morados consideran el eje de su ley) de la ecuación.
El PSOE niega que el consentimiento haya perdido su papel central. Pero lo cierto es que el consentimiento, a diferencia de lo que sostiene Podemos, siempre ha estado en el centro de los tipos penales que castigaban los abusos y las agresiones sexuales, porque el bien último protegido siempre ha sido el de la libertad sexual.
La ley del 'sí es sí', en resumen, y en este punto en concreto, no aporta nada novedoso, por más que Irene Montero haya hecho bandera de ello.
La reforma de la ley propuesta por el PSOE eleva un año (de cuatro a cinco) la pena máxima para aquellas agresiones cometidas "empleando violencia, intimidación o sobre una víctima que tenga anulada por cualquier causa su voluntad".
En las agresiones con penetración, la ley de Irene Montero preveía una pena mínima de cuatro años, dos menos que la ley anterior. La rebaja de algunas condenas ha llevado al PSOE a elevar en su reforma la pena mínima a seis años cuando exista violencia, intimidación o anulación de la voluntad.
El tercer punto destacado de la reforma es la agravación de las penas del artículo 180, que regula los casos de violaciones múltiples, uso de armas, violencia extrema y otras. Para esos casos, la propuesta determina una pena de entre cinco a diez años cuando existan agravantes y violencia, y otra de doce a quince en las agresiones con penetración, violencia y agravantes.
Las penas también se incrementan para las agresiones a menores, y se corrige el desajuste que llevaba a que en algunos casos los menores condenados cumplieran penas de mayor duración que la de los adultos castigados por los mismos hechos.
Como ya avanzó EL ESPAÑOL, el PSOE ha incluido en su reforma el concepto de "agresión sexual sin violencia o intimidación", equivalente a los antiguos "abusos", y ha propuesto castigarla como lo hacía el anterior Código Penal. Es decir, con una pena de entre 1 a 3 años en su tipo básico.
La pregunta que se hace EL ESPAÑOL es por qué se han perdido cinco meses en una ley con una técnica jurídica chapucera, diseñada sobre la base de criterios ideológicos contrarios al más elemental sentido común, y cuyo objetivo era retorcer la realidad hasta que esta encajara en la distorsionada cosmovisión de sus autores. Cinco meses en los que se ha rebajado la pena o liberado a más de 400 agresores sexuales.
La obsesión con la terminología, que el PSOE ha solventado con un eufemismo absurdo (el de la "agresión sin violencia", cuando la RAE define la agresión sexual, precisamente, como un acto contra la libertad sexual empleando violencia o intimidación), dio como resultado en la ley del 'sí es sí' la unificación en un mismo tipo penal de delitos diferentes en sus circunstancias y en su gravedad.
La reforma del PSOE intenta la cuadratura del círculo. Derogar al menos parcialmente la ley del 'sí es sí' y volver a la configuración de la ley anterior, pero maquillando dicho retorno con la terminología establecida por la ley del 'sí es sí' para evitar la ruptura con unos socios que han hecho de un dogma ideológico el eje de una norma jurídica.
La chapuza legislativa de Podemos ha sido así reformada con un absurdo semántico del PSOE. Y todo, para volver donde estábamos.