Es probable que a más de uno le haya venido a la mente la famosa frase con la que Felipe González se solía burlar de las promesas electorales de José María Aznar ("y dos huevos duros") cuando ha visto a Pedro Sánchez prometer la creación de 93.000 nuevas viviendas de protección oficial. Una cifra superior a toda la VPO creada durante la última década (91.400).
La promesa no es nueva. En julio de 2018, el Ministerio de Fomento, encabezado por José Luis Ábalos, prometió 20.000 viviendas para alquiler social durante los próximos "cuatro o seis años". En febrero de 2021, el propio Pedro Sánchez garantizó la movilización de 26.000 viviendas de la Sareb. En marzo de ese año, Ábalos incrementó la cifra hasta 100.000 viviendas. En octubre, Sánchez repitió el anuncio de la construcción de 100.000 viviendas, el 33% para "alquiler joven".
Es probable que las decenas de miles de viviendas que el Gobierno de Sánchez ha prometido construir una y otra vez recuerden también a los 800.000 puestos de trabajo que Felipe González garantizó a los españoles en 1982. Años después, el propio Felipe González reconoció que esa promesa le había enseñado a callarse: "Prometimos crear 800.000 puestos de trabajo y destruimos 800.000". Algo que no fue obstáculo para que Pedro Sánchez volviera a hablar de 800.000 puestos de trabajo en octubre de 2020.
El objetivo del presidente es incrementar el porcentaje de vivienda pública en España desde el 3% actual hasta el 20%, once puntos por encima de la media europea, que es del 9%. Una cifra que muy probablemente serviría para paliar las dificultades en el acceso a la vivienda que sufre una buena parte de la población española, pero que se antoja difícil de cumplir a la vista de que, como explica hoy EL ESPAÑOL, equivale a toda la VPO construida o puesta a disposición de los españoles durante los últimos diez años.
Una cifra, además, para la que el Gobierno debería contar con la colaboración de una Comunidad de Madrid, que como informaba EL ESPAÑOL este jueves, ha construido el 53% (14.000 en total) de las viviendas de alquiler asequible que se han hecho en España desde 2020 (25.000).
En algo acierta en esta ocasión el Gobierno. No existe otra receta para una disminución sensible de los precios de la vivienda que un incremento de la oferta. Y si esas 93.000 viviendas, que se dividen en 50.000 de la Sareb y 43.000 que deberían correr a cargo de "promotores públicos y privados", llegan realmente al mercado, su impacto en los precios sería, previsiblemente, el deseado por el Gobierno.
Pero EL ESPAÑOL niega la mayor. Una cifra como esa puede ser una promesa de campaña electoral, pero nunca un plan realista. Aunque sólo sea porque los 4.000 millones en créditos del ICO prometidos por el Gobierno son sólo la mitad de los fondos necesarios para la construcción de esas 43.000 viviendas.
O porque, de las 50.000 casas de la Sareb (que en realidad son 46.000), sólo una pequeña parte de ellas cumplen todos los requisitos de localización y habitabilidad para su puesta a disposición de los ciudadanos. Recordemos que el 80% del suelo de la Sareb se encuentra en zonas con escasa o ninguna demanda.
Haría bien el Gobierno por tanto en abandonar el reciclaje de promesas electorales de rancio abolengo y en explicar a los españoles la realidad de un mercado de la vivienda fuertemente intervenido y que ahora sufrirá, gracias a la nueva ley de la vivienda, una intervención todavía mayor. El resultado previsible será un encarecimiento de los precios, una reducción de la oferta y una disminución de las inversiones que ni siquiera la creación de 93.000 viviendas podrá paliar.
Esa contradicción entre un incremento de la oferta ciertamente difícil de creer y una fuerte dosis de intervencionismo demuestra que el plan del Gobierno no es serio y que el objetivo no es otro que el de tocar las melodías demoscópicas que más le gusta oír a su electorado: más vivienda de protección oficial, más regulación, y más castigo a los propietarios y los presuntos especuladores. Pero eso es sólo relato y el relato no hará que el mercado inmobiliario se dulcifique como por arte de magia.