Luis Rubiales dimitirá hoy como presidente de la Real Federación Española de Fútbol durante la Asamblea General que se celebrará a lo largo de este viernes, en lo que es la crónica de una muerte anunciada desde hace cinco días.
Abandonado por el Gobierno, por la oposición, por los medios, por los españoles e incluso por sus apoyos dentro de la RFEF, Rubiales, atrincherado en un búnker del que sólo podía salir 'dimitido', destituido y/o inhabilitado, decidió este jueves poner fin a su agonía y presentar su renuncia. Rubiales se despidió ayer de parte de su equipo de trabajo más cercano durante una larga reunión en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
Su destino, sin embargo, había quedado sentenciado el domingo, cuando la árbitro pitó el final del partido que enfrentaba a la selección española con la selección inglesa y el presidente de la RFEF desplegó un abanico de comportamientos tan groseros como machistas que han llegado incluso a las portadas de los medios internacionales.
Y entre esos comportamientos, el beso forzoso a la jugadora Jennifer Hermoso, los gestos obscenos que hizo en el palco agarrándose los genitales a sólo un metro de la reina Letizia y la infanta Sofía, y los abrazos, los tocamientos y los besos que forzó con otras jugadoras de la selección y que sólo pueden calificarse de muy inapropiados.
No ayudó a aminorar la presión el vídeo en el que Rubiales fingió disculparse "porque no me queda otra" pero en el que el presidente de la RFEF demostró no ser consciente de los motivos del revuelo que se había generado a su alrededor. Unas disculpas que el propio Pedro Sánchez calificó de insuficientes durante una rueda de prensa en la que también conminó a Rubiales a "dar más pasos". Es decir, a renunciar a su cargo.
Finalmente, acorralado y abandonado por todos en ese búnker que había construido a su medida, y tras varios cambios de opinión, el presidente de la RFEF tomó ayer jueves la decisión más correcta, que es la de dimitir.
Es probable que Rubiales se vaya a su casa sin comprender todavía la razón del escándalo que se ha originado a su alrededor y que él quizá atribuya a la hipersensibilidad de algunos sectores de la sociedad española.
Pero si algo tendrá a partir de hoy Rubiales es tiempo para reflexionar sobre el porqué de su caída. Pero, sobre todo, sobre los cambios que se han producido en una sociedad española que ya no ve como "gilipolleces" (en palabras del propio presidente de la RFEF) el hecho de que un superior jerárquico se tome licencias con sus subordinadas que, desde luego, no se permitiría jamás con un hombre. Unas licencias que, para añadir insulto a la injuria, oscurecieron la propia victoria de la Selección Femenina.
La dimisión de Rubiales será ahora aprovechada por políticos y periodistas para arrimar el ascua a su sardina. Pero la realidad es que la dimisión de Rubiales es una victoria de la sociedad española en pleno. Una sociedad moderna, abierta y tolerante que, precisamente por eso, no tolera ya la existencia de espacios de impunidad de los poderosos. Ojalá la indignación generada entre los españoles por la actitud de Rubiales se amplíe ahora a otros terrenos donde el poder sigue tan impune como se sentía este domingo el presidente de la RFEF con las que él consideraba "sus chicas".