La respuesta no fue inmediata ni contundente. Después de días de demora en la resolución del caso Luis Rubiales, el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) resolvió ayer viernes que el beso del presidente de la Real Federación Española de Fútbol a la futbolista Jenni Hermoso no es una infracción muy grave, sino sólo grave. Rubiales, como responsable de una falta contra el decoro deportivo, sólo podrá ahora ser castigado con una sanción máxima de dos años de suspensión.
El resultado es decepcionante. A corto plazo, la decisión del TAD libra a Rubiales de la inhabilitación segura del Consejo Superior del Deporte (CSD), dependiente del Ministerio de Cultura y Deporte. La calificación de "muy grave" habría garantizado, sin duda alguna, una respuesta severa y ejemplarizante por parte del Gobierno. Lejos de cerrar el capítulo del machismo en el fútbol español, la decisión abre nuevos frentes.
Desde la zozobra, es muy fácil descargar la responsabilidad sobre el TAD. Es lo primero que hizo el ministro Miquel Iceta durante su comparecencia de prensa posterior a la resolución. Luego anunció la búsqueda de fórmulas, arbitrarias a juicio de EL ESPAÑOL, para conseguir la suspensión de Rubiales. La primera, pedir al propio TAD una suspensión temporal apelando al artículo 102 de la Ley del Deporte. Una medida sin precedentes y con escasos visos de fortuna.
En cambio, Iceta omitió que si el TAD ha resuelto que el episodio es grave y no muy grave se debe a la negligencia del Gobierno y especialmente de su Ministerio al no haber desarrollado el Reglamento de disciplina deportiva de la Ley del Deporte de 2022, algo que pudo hacer durante todo el primer semestre de este año.
Esta negligencia deja una vez más en evidencia a un Gobierno que, pese a su capitalización del movimiento feminista, y pese a sus críticas contra Rubiales, convertido en símbolo de todos los abusos sufridos por las mujeres españolas, ha aprobado algunas de las leyes más lesivas contra los derechos y la seguridad de las mujeres de nuestro país. Iceta ha puesto, en fin, la pelota de nuevo en el tejado del TAD para tapar la irresponsabilidad de este Gobierno.
El Gobierno debe apelar ahora a una legislación con 30 años de antigüedad por la que los actos de Rubiales sólo pueden juzgarse (como han sido juzgados por el TAD, con varios abogados del Estado en su seno, elegidos además por el propio CSD) como un comportamiento que atenta contra el decoro deportivo. El comportamiento sancionado de Rubiales incluye también el manoseo de sus genitales en el palco de personalidades ante la reina Letizia y la infanta Sofía.
Como el desarrollo reglamentario de la nueva Ley del Deporte está paralizado, el TAD no ha podido resolver que existió un "beso a la fuerza" a Jenni Hermoso, como constaría en la legislación si esta se hubiera aprobado. Lo que habría permitido interpretar el episodio como una infracción muy grave, con una sanción máxima de quince años de inhabilitación.
Dicho de otra manera. El TAD no sostiene que la presunta agresión sexual de Rubiales no sea muy grave o que no haya existido; el TAD ha resuelto que, de acuerdo con la ley vigente, que data de un tiempo en el que la sensibilidad social hacia los comportamientos machistas inapropiados era muy diferente, los actos de Rubiales no pueden ser calificados como falta muy grave. Es más: el TAD hace referencia expresa en su resolución a la desidia legislativa del Gobierno al no desarrollar el reglamento sancionador de la Ley del Deporte.
Las excusas esgrimidas por el Gobierno, que atribuye el congelamiento del desarrollo de la Ley del Deporte a la convocatoria de elecciones -pese a que pudo haberlo aprobarlo hasta la misma jornada electoral del 23 de julio-, tienen poco recorrido. Una coalición con tendencia a la logorrea legislativa necesitará argumentos más elocuentes para escurrir el bulto de su culpa.
Por supuesto, esta realidad justifica la rabia, la indignación y la confusión de la sociedad. Pero queda por ver hacia dónde se dirigirá la presión en los próximos días. Hacia un TAD maniatado por una ley agotada y necesitada de cambios. O hacia un Gobierno que, con su inacción y negligencia, ha terminado beneficiando la conducta machista e inaceptable de Rubiales.