Isabel Díaz Ayuso tiene razón cuando pide a los barones de su partido no convertirse en mansos espectadores de ese espectáculo de trucos de magia financiera con el que Pedro Sánchez aspira a distraer la atención de las comunidades autónomas mientras Cataluña recibe, tras el telón, y oculto a la vista de los españoles, un concierto fiscal.
Pero Ayuso se equivoca cuando plantea una revuelta autonómica y la renuncia de los barones a reunirse con el presidente del Gobierno en la Moncloa. Es decir, cuando pide hacer lo mismo que hizo Albert Rivera el 2 de julio de 2019: rechazar una reunión con Pedro Sánchez en el marco de la ronda de contactos para su investidura.
Sánchez pretende, y ahí también tiene razón Ayuso, convertir el debate sobre la concesión a Cataluña de un concierto fiscal similar al vasco en un debate sobre la financiación particular de todas y cada una de las autonomías. Es decir, en un circo de diecisiete pistas donde cada comunidad negocie por su cuenta y riesgo.
Espera así el presidente plantar la semilla de la discordia entre los barones del PP y que al menos una parte de ellos, con Carlos Mazón a la cabeza dado que la Comunidad Valenciana es una de las autonomías españolas con peor financiación, acepte "callar" frente al privilegio catalán a cambio de una pequeña mejora de sus ingresos.
Para ello, el presidente tiene un segundo as en la manga. Poner el foco en Madrid y sus presuntas "políticas neoliberales". Y no sólo para desviar ese foco de Cataluña, sino para justificar así un aumento general de los impuestos que impactaría con especial intensidad en las empresas, los trabajadores y los autónomos madrileños, y que se presentaría como algo inevitable frente al también presunto dumping fiscal madrileño.
Pero la forma de mandar ese mensaje a Pedro Sánchez, el de que no podrá 'comprar' a las comunidades populares con las migajas de la financiación que sobren después de la concesión de un concierto a Cataluña, no puede obviar la más elemental cortesía parlamentaria. Si el presidente convoca a una reunión en la Moncloa, y más cuando muchas de esas reuniones llevan siendo pedidas desde hace meses por los barones del PP, la obligación de los presidentes autonómicos es acudir a la Moncloa.
Cuestión distinta es la de cuál debe ser la posición de esos barones una vez en la reunión. Y ahí, de nuevo, tiene razón Ayuso cuando pide rechazar los trampantojos fiscales con los que Sánchez pretende engatusar a quienes están llamados a convertirse en el muro de contención frente a esta nueva España de desiguales.
La ocasión para consensuar esa posición común de todos los barones populares es, precisamente, la cumbre que tendrá lugar mañana viernes. Es ahí donde Ayuso y el resto de presidentes autonómicos del PP deben demostrar que los cantos de sirena de Sánchez no han logrado debilitar también, como está ya ocurriendo en el PSOE, su compromiso con la igualdad de todos los españoles.