Mujeres olvidadas
La autora denuncia la marginación que sufren las mujeres al no reconocerse sus méritos en todos los campos, y centra su análisis en la literatura.
Os invito a acompañarme en un pequeño experimento que puede ser fácilmente realizado y cuyas conclusiones son reveladoras. Leo, en cualquier suplemento cultural o revista literaria, un artículo sobre la literatura del racismo. James Baldwin, Faulkner, Erskine Caldwell, Coates, Franz Fanon, Chester Himes… Se mencionan de pasada a Chimamanda Ngozi Adichie y La cabaña del tío Tom, pero ni siquiera se nombra a su autora (Harriet Beecher Stowe), y ni rastro de Carson McCullers, Jessie Redmon, Zora Neale Hurston o Flannery O'Connor, que tanto contribuyeron al fenómeno literario de la negritud y a visibilizar minorías oprimidas. Y mucho menos a la española Gertrudis Gómez de Avellaneda, autora de la primera novela antiesclavista de la historia, Sab.
Leo un artículo sobre la vida en soledad en plena naturaleza, y aparecen los nombres de Thoreau, Washington Irving, Richard Kipling, Jack London... Está Sue Hubbell pero ni rastro de muchas otras mujeres que también trataron el tema, como Marian Engel, Amy Liptrot o Margaret Atwood, así que el repaso está incompleto sin ellas.
Seguimos. Leo otro artículo sobre literatura de viajes y aquí los nombres masculinos desbordan el papel, pero el reseñista (hombre también, qué casualidad) se ha olvidado de Egeria, Annemarie Schwarzenbach, Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos, Ida Laura Pfeiffer, Annie Dillard, Sanmao, Mary Wollstonecraft, Zenobia Camprubí, Anne Lister, Jane Franklin, Edith Wharton, Cheryl Strayed, Beryl Markham, Catherine Poulain, Margaret Fuller o Nellie Bly, que también fueron (o son) grandes viajeras y narradoras.
Leo otro artículo sobre la Generación del 27 y aquí, será por la cuestión patria, los olvidos resultan mucho más dolorosos y ofensivos: Concha Méndez, Ernestina de Champourcin, María Teresa León, Josefina de la Torre, María Zambrano, Luisa Carnés, Margarita Ferreras, Rosa Chacel... Igual de meritorias que sus compañeros pero siguen despreciadas en la actualidad por muchos críticos.
Autores españoles del Romanticismo conocemos todos, pero, ¿y a Rosa Butler, Josefa Massanés, Carolina Coronado, Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero), Ángela Grassi, Amalia Fenollosa…? ¿Acaso las estudiamos en el colegio junto a Larra, Bécquer o Espronceda?
Vamos con la ciencia ficción. Julio Verne, Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, H. G. Wells, Huxley o Ray Bradbury son nombres que no pueden faltar. Pero tampoco los de Mary Shelley, Ursula K. Le Guin, Joanna Russ, Octavia Butler, Connie Willis o Ann Leckie. Pues faltan.
Probemos con el cuento. Ahí están los autores canónicos, indiscutibles: Poe, Cortázar, Borges, Kafka, Carver, Joyce, Cheever, Chejov… ¿Y ellas no son igualmente meritorias? ¿De verdad el talento de Alice Munro, Clarice Lispector, Willa Cather, Kate Millet, Shirley Jackson, Edith Wharton, Angela Carter, Joyce Carol Oates o Lucia Berlin no merece ni siquiera mencionarse?
Las mujeres han escrito a lo largo de todos los siglos sobre todos los temas que existen, no sólo de uno o dos
¿Y la literatura LGTB? Enseguida nos vienen a la mente nombres como los de Oscar Wilde, Rimbaud, Edward Albee, Tennessee Williams, William Burroughs, Tom Spanbauer, Luisgé Martín, Lorca, Cernuda… Pero los reseñistas parece que tienen que esforzarse más para dar con referentes tan importantes como Safo de Lesbos, Radclyffe Hall, Djuna Barnes, Annemarie Schwarzenbach, Anaïs Nin, Marguerite Yourcenar, Patricia Highsmith, Fannie Flagg, Elena Fortún, Gloria Fuertes, Sarah Waters, Jeanette Winterson, Alison Bechdel, Pilar Bellver, Ángeles Vicente o Elizabeth Bishop.
Y así todo. En cualquier suplemento, en cualquier género.
Las mujeres han escrito a lo largo de todos los siglos sobre todos los temas que existen, no únicamente de uno o dos (a los que siempre se pretende reducir su escritura), pero no se las divulga en artículos generalistas que son mayoritariamente escritos por hombres. Sencillamente, no les da la gana, ni se esfuerzan en buscar sus nombres, y eso que tampoco son desconocidísimos ni mucho menos irrelevantes. Y si para tratar cualquier tema los periodistas, compiladores o profesores no cuentan con el punto de vista femenino o no visibilizan nombres de autoras más que en artículos específicos sobre “literatura y mujeres”, “literatura sobre la maternidad” o “autoras de la literatura universal”, sencillamente están haciendo mal su trabajo, porque sin las mujeres la historia está incompleta.
Hace poco leíamos un hilo en Twitter que explicaba que dos grandes editoriales de este país sólo contaban con un 20% de mujeres en su catálogo. Los nombres masculinos han sido siempre mayoritarios y prioritarios, y por desgracia aún lo siguen siendo en premios, antologías, libros de textos, academias… De modo que no es sólo necesario ese futuro (y presente), sino que resulta obligado.
Llevamos dos mil años de historia sesgada, incompleta y patriarcal, hemos esperado (y aguantado) demasiado. Las mujeres llevamos toda nuestra vida leyendo, consultando o estudiando libros sobre hombres escritos por hombres, a medida, sesgo y gusto de los hombres, y adoptando y aceptando su imaginario. Nunca hemos visto una “sección de hombres”, probablemente porque abarcaría todo el catálogo y porque estos libros son los que se relacionan con la literatura universal, nunca particular o específica, como sucede con la literatura escrita por mujeres.
No en vano afirma Joanna Russ en Cómo acabar con la escritura de las mujeres: "Una forma en que las escritoras son castigadas es haciendo que no se perciba su influencia (...). Las escritoras son vistas con frecuencia como criaturas singulares y se convierten en casos excepcionales. Se trata de un rechazo disfrazado de halago (...). Así tenemos esa sensación de que toda contribución significativa en el mundo de las letras ha sido realizada por el hombre blanco heterosexual, una sensación reforzada a través del sistema educativo, los libros de historia y el mundo que nos rodea (...). Lo que asusta del arte de las mujeres, o del arte negro, o de cualquier arte considerado minoritario, es que pone en cuestión la idea misma de objetividad y los criterios absolutos. Los centros han sido construidos por hechos históricos (...). La literatura tiene asignado un falso centro, que es masculino, blanco y de clase media (o alta)".
Sólo un 7% de los seres humanos que aparecen citados en los manuales de educación secundaria en España son mujeres
Por no hablar de los nombres obviados en todas las materias, cuya lista sobrepasaría la capacidad de entendimiento de todos aquellos que afirman, con igual soberbia que ignorancia, que si no se las estudia en los programas escolares o no se las incluye en antologías y enciclopedias más que como anexos es “porque no hay tantas y no se las pueden inventar”.
Filósofas: Perictione, Aspasia, Hipatia de Alejandría, Hiparquia, Juliana de Norwich, Hildegarda de Bingen, Oliva Sabuco, Olimpia de Gouges, María Zambrano, Simone Weil, Hannah Arendt, Christine de Pizan, Simone de Beauvoir…
Heroínas militares: Boadicea, Juana de Arco, Catalina de Erauso, Inés de Suárez, María Pita (única persona que venció al pirata Drake), Mariana Pineda, Marina Raskova, Liudmila Pavlichenko, Maryce Hilsz…
Científicas, médicas y matemáticas: Agnodice, Ada Lovelace, Sofía Kovalevskaya, Florence Nightingale, Hedy Lamarr, Mary Jackson, Elena Maseras, Rosalind Franklin, Jane Goodall, Lise Meitner, Jocelyn Bell, Ruth Benedict, Inge Lehmann, Emmy Noether, Sophie Germain, Valentina Tereshkova…
Pintoras: Lavinia Fontana, Artemisia Gentileschi, Fede Galizia, Judith Leyster, Elisabetta Sirani, Rosalba Carriera, Sofonisba Anguissola, Élisabeth Vigée Le Brun, Tamara de Lempicka, Leonora Carrington, Maruja Mallo…
Políticas y activistas: Cleopatra, Leonor de Aquitania, Emmeline Pankhurst, Emily Davison, Amelia Bloomer, Elizabeth Cady Stanton, Rosa Parks, Clara Campoamor, Victoria Kent, Federica Montseny…
Directoras de cine y cineastas pioneras: Alice Guy, Lois Weber, Rosario Pi, Dorothy Arzner, Sofía Coppola, Jane Campion, Greta Gerwig, Jennifer Kent, Deniz Gamze, Haifaa al-Mansour, Ana Lily Amirpour, Ida Lupino…
Cientos de mujeres han sido ninguneadas y silenciadas en todas las materias a lo largo de la Historia. Sólo un 7% de los seres humanos que aparecen citados en los manuales de educación secundaria en España son mujeres, y niños y adolescentes pasan por toda su etapa educativa aprendiendo que sólo hubo hombres notables a lo largo de la historia que realizaron grandes hazañas, descubrimientos o creaciones artísticas. Las hubo, no es que no existan. Otra cosa es que se les haya permitido desarrollar o exponer sus trabajos, que se las haya tomado en serio y que se las reconozca en la misma medida que a los autores, cuando su contribución intelectual fue sistemáticamente menospreciada a lo largo de la Historia. Todas estas mujeres, la mayoría tristemente desconocidas pero cuyas aportaciones fueron tan o más valiosas que las de sus colegas masculinos, deben ser incluidas desde ya en los libros de texto escolares.
Con la colección Olvidadas queremos hacer justicia literaria con autoras cuyas obras guardan una calidad destacable y que fueron obviadas, menospreciadas y minusvaloradas por las circunstancias sociales que vivieron. En Ménades nos mueve ese interés principal, en primer lugar el hecho de que la historia que nos enseñaron está incompleta y que es necesario hacer justicia histórica con muchas autoras, leyéndolas, recordándolas y valorándolas como es debido; y en segundo lugar, que nos hacen falta todavía referentes actuales y escritoras que narren desde su punto de vista lo que los autores llevan siglos narrando y que ha servido para formarnos hasta hoy una idea incuestionable del mundo.
*** Gema Nieto es editora de Ménades.