El Día del Orgullo: más inclusión y menos carnets
El autor responde al veto a Ciudadanos y al PP por parte de los organizadores de la marcha del Orgullo, y clama por la transversalidad del movimiento.
El 6 de julio iré al Orgullo. No lo haré subido en una carroza. Los organizadores de esta marcha han considerado que no cumplo con los requisitos para defender los derechos de mi propio colectivo. Ellos son los que reparten los carnets y, como cabía esperar, no he sido uno de los afortunados.
No voto ni al PSOE ni a Podemos. Tampoco formo parte de ninguna asociación LGTB. Y, para rematar, digo abiertamente que Albert Rivera es el presidente que España necesita. Por tanto, los organizadores me dejan sin ese carnet VIP porque me consideran un “imbécil terminal” que no puedo reivindicar mis derechos junto a ellos. Así es cómo llamó públicamente el coordinador de Educación de COGAM (una de las asociaciones organizadoras del Orgullo) a uno de mis compañeros cuando dijo que él también votaba a Cs e iría a la manifestación.
Me apena que un colectivo que ha sido tan discriminado por la sociedad aplique internamente su propia discriminación. Se nos ha olvidado que todos los derechos y libertades civiles que conquistaron nuestros predecesores lo hicieron desde la unión. No pedían carnets, sino compromiso. Y ese compromiso es el que he intentado demostrar desde siempre. No ha habido día desde que decidí gritar mi homosexualidad al mundo que no haya remado en esa dirección.
Llevar una pulsera con la bandera de España no me hace ser menos gay que aquel que lleva una pulsera con la bandera republicana. Ir a Colón a defender la unidad de mi país no me convierte en un homófobo o en un “cáncer para el colectivo”, como me llegaron a calificar en redes sociales. Ser LGTB es mucho más que todo eso. Ser LGTB es estar comprometido con tus derechos. Yo he decidido defender estos derechos desde el ámbito político. Otros deciden hacerlo desde la sociedad civil y otros, simplemente, deciden mantenerse en un segundo plano. Para mí, todos merecen mi respeto.
Por encima de las siglas está el propio espíritu de transversalidad con el que nació la reivindicación de este día
Me apena que los organizadores del Orgullo hayan optado por el sectarismo en lugar de por la inclusión. Por encima de las siglas está el propio espíritu de transversalidad con el que nació la reivindicación de este día. Todavía están a tiempo de recapacitar y rectificar. No se trata de que Ciudadanos tenga una carroza ese día o sus líderes estén en la cabecera de la manifestación. Se trata de hacer del Orgullo una marcha que desborde las previsiones como viene sucediendo año tras año. La causa LGTB, al igual que el feminismo o el ecologismo, no se puede permitir prescindir de la sociedad en su conjunto. Estaríamos cometiendo un grave error.
Por esa misma regla de tres, los organizadores tendrían que retirarles ese carnet VIP a PSOE o Podemos. En el Parlament de Cataluña se sienta un señor que votó en contra del matrimonio homosexual en 2005, e insiste que volvería a hacerlo, y actualmente es diputado en la bancada socialista. Tampoco ningún dirigente de Podemos ha condenado a día de hoy la represión que sufrió el pasado mes de mayo nuestro colectivo en Cuba por parte del régimen castrista. Ninguno de estos dos partidos se han visto obligados a firmar un decálogo que ponga fin a sus incongruencias. Todo lo contrario. Han obtenido ese carnet VIP que les permite ir al Orgullo con todos los honores.
Ciudadanos, por el contrario, se ve obligado a firmar un documento político que supera las reivindicaciones de la propia marcha. No se trata del tradicional manifiesto donde los partidos se comprometían a trabajar desde las instituciones por los derechos LGTB, sino que este año se trata de un documento político que trasciende todo lo anterior. Los organizadores lo saben, pero todavía están a tiempo de la rectificación.
Pase lo que pase, no dejaré de asistir al Orgullo. No me importa ir subido a una carroza o desfilar a pie. Lo importante ese día será la defensa de la libertad y la igualdad en mi país. Llevo esperando justo doce meses a que llegue este día para que ahora tenga que renunciar a él. Nadie me va a privar la libertad de reivindicar mis derechos. Ni los que me quieren mandar a la Casa de Campo ni los que me quieren expulsar por pensar diferente a ellos.
*** Pablo Sarrión es miembro de Ciudadanos.