Cuando el Gobierno claudicó en Alsasua
La autora defiende que el Ejecutivo se ha inhibido en la defensa de la Guardia Civil, arriesgando nuestra libertad.
El pasado sábado, el Estado de derecho claudicó en un municipio navarro de poco más de siete mil habitantes. Hincó la rodilla en tierra y agachó la cabeza ante un millar de jóvenes que torcieron el brazo a todo un Gobierno de España incapaz de entender que la defensa de la democracia es incompatible con la promoción del odio nacionalista contra defensores del propio Estado de derecho.
La concentración celebrada en el municipio navarro de Alsasua, alentada por los herederos de Batasuna, reunió a jóvenes que no superaban los treinta años y que, en algunos casos, rozaban los diez. Todos se unieron a una convocatoria organizada para insultar, humillar y calumniar a la Guardia Civil, a la Policía Nacional, a la Policía Foral de Navarra, a sus agentes y a sus familias. Policías y guardias civiles de toda España vieron y oyeron cómo adolescentes en masa les llamaban “perros”, “torturadores” y “asesinos” sin que ni una sola institución pública moviese un dedo por evitar el aquelarre o al menos condenase unos hechos impropios de una democracia que debería velar por los derechos de todos los ciudadanos, lleven o no lleven uniforme y sea este del color que sea. “Vosotros sois el virus”, fue el lema de la marcha que se celebró allí bajo el paraguas de una impunidad blanqueada por la inacción del Ministerio del Interior del Gobierno de España.
"Los cánticos proferidos durante la marcha fueron para vejar a a funcionarios del Estado"
Los cánticos proferidos durante la marcha de jóvenes y niños no fueron espontáneos, sino que formaron parte de la exposición de motivos de un acto convocado exclusivamente para vejar a funcionarios del Estado; un acto en el que también se enalteció a los “compañeros y amigos” condenados por el Tribunal Supremo a penas cárcel por dar una paliza a dos mujeres y a sus novios guardias civiles por el hecho de ser guardias civiles y novias de guardias civiles.
Si la brutal agresión a los agentes y a sus parejas cometida en octubre de 2016 dejó en evidencia que el “yo sí te creo” es selectivo para algunos, la marcha celebrada en Alsasua el pasado sábado ha demostrado que la defensa del Estado de derecho por parte del Gobierno de Pedro Sánchez depende de los apoyos que su Ejecutivo necesita y necesitará en un futuro próximo. Más aún: la marcha de Alsasua ha confirmado que España está liderada por un presidente capaz de sacrificar la dignidad de un país a cambio de garantizarse cinco minutos más en el Palacio de la Moncloa.
Lo que pasó en la localidad navarra no fue un ejercicio tibio de libertad de expresión. Fue parte activa de la estrategia que el independentismo vasco más radical ha diseñado para echar a la Guardia Civil, eliminar cualquier vestigio de España en Navarra y conseguir la anexión de la Comunidad foral al País Vasco. El Gobierno de Pedro Sánchez es consciente de ello. Pero el presidente, como su homóloga en Navarra, María Chivite, se sabe en manos de formaciones abonadas al odio contra España y al ensalzamiento de criminales con las manos manchadas de sangre.
"El mismo ayuntamiento que permite la marcha del odio, prohibe las fiestas patronales"
Las incoherencias del Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez sólo son comparables a las evidenciadas por el Ayuntamiento de Alsasua, gobernado por el nacionalismo vasco. El mismo nacionalismo que desde ese consistorio dedicó más esfuerzos a defender a los violentos que apalizaron a dos guardias civiles y a sus novias en 2016 que a salir en defensa de las víctimas de la brutal agresión. El mismo ayuntamiento que tras avalar la multitudinaria marcha del odio contra la Guardia Civil ha decidido prohibir ahora las celebraciones de las fiestas patronales. El alcalde lo justificó por el Covid-19, que parece afectar a quienes se congregan para reír y brindar y no a los que se unen para denigrar e injuriar.
La indecencia del Gobierno no sólo es un hecho que ha derivado en la desatención de un colectivo como la Guardia Civil, clave en la defensa del Estado de derecho; es una realidad que resquebraja a diario la unidad de nuestro país mientras, a cambio de puro poder, se ceden espacios de libertad ante quienes justifican y jalean a los que durante décadas nos la arrebataron
*** Ana Beltrán es Vicesecretaria Nacional de Organización del PP y presidenta del PP de Navarra