Sin ton ni son, el desconcertante Pedro Sánchez da una voltereta internacional. De 10. Ni Nadia Comaneci. Ya sabíamos que el actual inquilino de Moncloa tiene una cintura envidiable. Lo mismo se alía con los que defienden a Marx, a Carlos, como se convierte en Marx, pero en Groucho. "Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros", dijo el legendario comediante, y se quedó tan pancho.
Ya olía algo raro cuando se apresuró a recibir a Leopoldo López. Sí, Sánchez, el mismo que se inventó las excusas más alambicadas para no ver a Guaidó. El presidente interino venezolano llegó a principios de año a Madrid y su par español se escudó en la vieja excusa de la agenda ocupada para no verle. Trump, Macron, Merkel, Duque, Trudeau y otros líderes mundiales no tuvieron problemas en reunirse con Juan.
Pero Pedro sí recibió rápidamente a Leopoldo. El apresurado encuentro, no se le fuera a adelantar Pablo Casado, fue en calidad de secretario general del PSOE, bajo la excusa de que López es el coordinador de Voluntad Popular, otro partido miembro de la Internacional Socialista. Las maromas, para que el socio Pablo Iglesias no se fuera a mosquear. Pero vamos, que aquí la agenda, con todo y pandemia, no fue un problema.
Y es que, hablando de Iglesias, su socio en el gobierno le dio un zarpazo de aúpa. No sólo Sánchez recibe con presteza a López, a quien el vicepresidente español quiso echar de la embajada en Caracas, sino que ahora decide que no le enviará embajador a Maduro. Al actual jefe diplomático en Venezuela, Jesús Silva, se le venció su período y el sustituto estaba listo. Ni más ni menos, que el actual representante en La Habana. Rotación interna, se puede decir.
Dice la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores, Cristina Gallach, que la decisión es "consecuente con el hecho de que la Unión Europea y los Estados miembros no consideran que las últimas elecciones presidenciales de 2018 fueran justas ni transparentes". Ahora sí, pero para los anales de la historia quedaron los galimatías de la canciller González-Laya para no referirse a Guaidó como presidente. O los de Borrell para justificar que seguían reconociendo, en cierta forma, a Maduro porque mantenía el control del poder. ¿Y no lo sigue manteniendo ahora? ¿Maduro se fue y no nos lo han dicho?
El nuevo Sánchez es un balde de agua helada para Maduro y sus secuaces. ¿Con quién van a hablar ahora?
Lo cierto es que ni Alemania ni Francia han ido tan lejos contra Maduro como ahora España. Eso de tener sólo un encargado de negocios en Venezuela es una fórmula que sólo han adoptado Italia y los Países Bajos. Antes sólo Estados Unidos, expulsados completamente el año pasado. Maduro ha estado belicoso contra el embajador Silva desde que Leopoldo se le fugó en las narices. Cuidado y no termina Madrid a la par de Washington. Sorpresas te da la vida.
Pero, como ya le hemos tirado mucho a Sánchez, reconozcámosle que es un fino hilador en las distancias cortas. ¿Por qué Sánchez, que hace unos meses le facilitaba a Maduro una operación de lavado de cara ante la Unión Europea, de repente tira de la manta? ¿Por qué, de repente, se enemista de esa manera con uno de los principales aliados de Pablo Iglesias?
Tras reunirse con su par en el PSOE, Leopoldo López aseguró que le quedó clara la postura del también presidente español de "considerar una dictadura" al régimen de Maduro. "Sánchez y el Gobierno español van a ser proactivos y nos van a ayudar a liberar a Venezuela", dijo el ya ex preso político. Bueno, como demócratas, sólo podemos aplaudir que a Sánchez, de repente, se le haya aclarado la mente.
El nuevo Sánchez es un balde de agua helada para Maduro y sus secuaces. ¿Con quién van a hablar ahora? Que Madrid les de portazo es como si lo hiciera Bruselas. En Washington no es que no les hablan, es que les tienen precio a sus cabezas. En el vecindario, en Latinoamérica, no los quieren ver ni en pintura. Alberto Fernández ya les hizo la cruz como violadores de Derechos Humanos. Ahí ni Cristina Kirchner los pudo salvar. De paso, Arce, el presidente electo boliviano, del mismo partido de Evo Morales, dejó claro que al bigotudo caraqueño no lo quiere en su toma de posesión.
Y, si se van, ¿a dónde se van a refugiar? Las familias ya están en España. La de Padrino gastando en las terrazas madrileñas como si no hubiera mañana y la de Reverol muy adueñada de Vigo, por citar un par de ejemplos. Pero, ahora, ellos no pueden entrar al territorio español, porque asumimos que el nuevo Sánchez no dejaría a Delcy campar por Barajas. De repente, se acordaría de que Bruselas le impuso sendas sanciones. Asumimos.
*** Francisco Poleo es analista especializado en Iberoamérica y Estados Unidos.