1. Acepta la realidad. El nacionalismo es la fuerza hegemónica en Cataluña y lo será durante varios ciclos electorales.
2. Enfoca el problema desde el ángulo correcto. En Cataluña, las opciones no son separatismo o constitucionalismo.
3. Ni siquiera Estado moderno o fueros medievales, como decía Elvira Roca Barea en EL ESPAÑOL este mismo jueves.
4. Las opciones (reales) son otras dos muy diferentes. Por un lado, un nacionalismo que aboga por robarnos a los españoles una parte de nuestro país, llevándose los activos y dejándonos los pasivos.
5. Y por el otro lado, un nacionalismo moderado que aboga por un federalismo ventajista: los activos catalanes, para los catalanes; los activos españoles, también para los catalanes, en la proporción que ellos determinen. Y los pasivos, ya sean catalanes o españoles, para los madrileños.
6. Las diferencias, como puedes comprobar ahora que el problema está enfocado desde el ángulo correcto, son mínimas. Casi estrictamente estéticas. Porque el resultado en la práctica es el mismo para ti: Cataluña te va a salir a pagar, sí o sí.
7. No deposites esperanzas vanas en la vuelta a un pasado que jamás ha existido. Los catalanes nunca volverán a esos años del seny en los que eran conscientes de lo mucho que ganó Cataluña con la Transición porque esos años jamás existieron.
8. Comprende que el nacionalismo no es más que un acreedor perpetuo que reclama una deuda infinita y ontológicamente impagable.
9. Ni siquiera la independencia acallaría las protestas de los nacionalistas porque entonces reclamarían lo hipotéticamente saqueado durante los últimos 500 años. Y las cuentas las harían ellos.
10. ¿Cómo lidiar con un hijo eternamente insatisfecho? Comprendiendo que es imposible satisfacer a quien no sabe lo que quiere. ¿Cómo alentar su fantasía victimista? Convenciéndote de que la deuda es real.
11. Y en España, tanto PP como PSOE han creído tradicionalmente que la deuda con los catalanes es real.
12. El PP, por hacerse perdonar el franquismo, la Inquisición, la expulsión de los judíos, el descubrimiento de América y hasta la Reconquista.
13. El PSOE, porque está sinceramente convencido de que un catalán es intrínsecamente superior a un extremeño o a un andaluz. Incluso cuando esos socialistas mismos son extremeños o andaluces.
14. Asume que el problema, en realidad, no lo tiene el nacionalismo, que es sólo un estafador rodeado de un mar de primos. Es decir, un virus que se ha topado con el ecosistema ideal para su supervivencia y reproducción.
15. El problema lo tienen PP y PSOE, que navegan al pairo en ese mar.
16. Si el objetivo de todo español es acabar viviendo de los demás, los catalanes son los más españoles de los españoles. Acepta entonces que, por el hecho de haber nacido español, te toca mantener con tu trabajo a uno o dos nacionalistas catalanes como mantendrías a un hijo nacido de penalti, pero al que no puedes devolver ya al proveedor.
17. Cataluña no es una región española. Es un impuesto más, como el IRPF, el IVA, el impuesto de sociedades o el de sucesiones.
18. No puedes ganar la guerra, pero puedes ganar algunas batallas. Una vez comprendes que Cataluña (y otras regiones españolas) son sólo un impuesto más, es más fácil lidiar con ello. Elusión fiscal no es evasión fiscal. Conviértete en un Rubius de Cataluña.
19. Asume que el nacionalismo es un adolescente político. ¿Y qué odia más que nada un adolescente? Que le hablen (y se le exija intelectualmente) como se le habla (y se le exige intelectualmente) a los adultos.
20. Y de ahí, como explicaba este viernes Iñaki Ellakuría en El Mundo, que en Cataluña se odie con tanta saña a Felipe VI, a Cayetana Álvarez de Toledo (o a Manuel Valls en su momento).
21. Acepta que los desfogues desfogan, pero no cambian nada sustancial. Un puñado de escaños más para Vox, sobre todo si se obtienen a costa de PP y Ciudadanos, no cambiará nada. Tampoco lo cambiarían cero escaños para Vox.
22. Desfógate si quieres, pero sé consciente de que cuando despiertes, el dinosaurio nacionalista seguirá ahí.
23. En algo tiene razón Vox: de nada sirvió votar a Ciudadanos en 2017, en las catalanas, o en 2019, en las generales. La paradoja es que un partido nacido para ser útil optó por el tacticismo. El Ciudadanos de ahora no es el de Albert Rivera. Pero sigue exigiendo un salto de fe.
24. Sé consciente de que lo que no consigan los independentistas en las urnas catalanas les será concedido, empaquetado con algún nombre bonito que lo haga parecer lo que no es, por el Gobierno central.
25. Dicho de otra manera. Incluso cuando los nacionalistas pierden en Barcelona, acaban ganando en Madrid.
26. Admite que lo que ocurra con el constitucionalismo, el centro y la derecha en Cataluña es intrascendente. La partida se juega en otro tablero y a ella no están invitados PP, Ciudadanos y Vox. Está por ver que lo esté el PSC a partir de mañana.
27. Que me perdonen los defensores del positivismo jurídico, pero la ley es filfa si no existe la voluntad de aplicarla. Y eso es más cierto en Cataluña que en ningún otro lado.
28. Aplica, en vez, un realismo jurídico extremo: la ley no es lo que está escrito en los códigos (o en el BOE), sino las decisiones en la práctica de los jueces.
29. Y ni siquiera eso, porque en Cataluña se desobedece hasta lo que dicen los jueces. Así que opta mejor por un hiperrealismo jurídico: la ley es lo que digan los nacionalistas.
30. No pongas tus esperanzas en el Estado de derecho porque este es sólo una entelequia si no existe una clase política capaz de entender qué es y qué significa este. Y esa clase política, si existe hoy en España, no está en el poder.
31. Recuerda que la catalana fue, junto con la vasca, la región española más furibundamente franquista del franquismo. Ahora es la más furibundamente nacionalista. Sólo han cambiado de cacique, pero el instinto de sumisión sigue ahí.
32. Lo cual quiere decir que Cataluña abandonará el nacionalismo cuando aparezca un nuevo cacique que, por las razones que sea, le convenga más que el viejo.
33. Date cuenta, en fin, de que el problema de Cataluña no es estrictamente de nacionalismo, sino de caciquismo. El nacionalismo es sólo la forma que ese caciquismo suele adoptar en democracia.
34. Como decía Montano en una de sus columnas para EL ESPAÑOL en referencia al pueblo de Vic: "Se viene adhiriendo con admirable infalibilidad a lo más reaccionario de cada momento: el catolicismo recalcitrante, el carlismo, el franquismo y ahora el independentismo".
35. En realidad, esa no es la historia de Vic. Es la historia de Cataluña.
36. Hay una segunda manera de verlo. La del tuitero Errati.
37. Eso ha sido siempre la economía catalana, muy basada en pequeñas y medianas empresas familiares: un escenario en el que los abuelos creaban empresas, los padres las fortificaban y los hijos las reventaban despilfarrando lo ganado a lo largo de décadas.
38. Tradúzcanlo al terreno político y tendrán la historia del último siglo en Cataluña. El franquismo fue el abuelo que hizo rico a los catalanes. La Cataluña actual es obra del franquismo, no de esa fábula histórica para niños que se explica en TV3.
39. La Transición fue el padre que fortificó la empresa familiar catalana y laminó a su competencia, impidiéndole competir en igualdad de condiciones. A cambio, se aseguró el apoyo catalán en esa Junta de Accionistas que es el Congreso de los Diputados.
40. El nacionalismo es el hijo malcriado que ha despilfarrado la herencia familiar y que reclama ahora que sus deudas sean pagadas a escote por la competencia.
41. Que parte de esa competencia (pensemos en alguna que otra comunidad socialista) acepte ahora pagar las deudas catalanas no invalida la tesis. De hecho, la refuerza.
42. Observen la paradoja. El País Vasco, tan nacionalista como Cataluña, no aceptará jamás pagar su parte proporcional de la deuda catalana. Eso se lo dejan a los andaluces, los castellanos y los murcianos. Porque la sororidad nacionalista tiene un límite: el de la cartera. Los vascos pueden ser nacionalistas, pero no tontos.
43. Es un comportamiento muy parecido al de Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos, Omar o Baréin, que se niegan a acoger a los refugiados sirios (o de las otras guerras que se libran en la región), pero que exigen a Europa que les dé asilo, casa, comida y salario a cargo del Estado. Hasta ahí llega la solidaridad con sus hermanos.
44. ¿Tiene remedio, en fin, el problema catalán? No. Tienen alivio (parcial) sus síntomas más graves, pero no la enfermedad que los genera.
44. El remedio, a la vista está, no es el constitucionalismo. Una idea demasiada abstracta e institucional, al menos formulada como un concepto estrictamente jurídico al que resulta difícil sentirse vinculado emocionalmente. Otra cosa es racionalmente, pero ¿quién vota racionalmente?
45. El remedio tampoco es Vox, ni Ciudadanos, ni el PP, ni un hipotético gobierno tripartito de PSC, ERC y Podemos, y ni siquiera uno del PSC en solitario. El nacionalismo ha conformado la psique colectiva catalana como el peronismo ha conformado la argentina.
46. Y los argentinos llevan 70 años con el peronismo (esa extraña mezcla de fascismo, comunismo, asistencialismo, sindicalismo, caciquismo y mafia) a cuestas.
47. ¿Tiene remedio Cataluña a corto o medio plazo? No. Y ser consciente de ello es el primer paso para asumir los resultados que saldrán de las urnas esta noche.