Los exdirigentes de Ciudadanos y UPyD, Albert Rivera y Rosa Díez, se despiden tras un acto juntos.

Los exdirigentes de Ciudadanos y UPyD, Albert Rivera y Rosa Díez, se despiden tras un acto juntos.

LA TRIBUNA

No, Ciudadanos no va a acabar como UPyD

El autor explica los retos de cualquier partido que decida ocupar el centro político y la dificultad de ser "la bisagra" entre PP y PSOE.

2 abril, 2021 01:44

“Ciudadanos va a acabar como UPyD”. Es un vaticinio que se escucha desde hace ya varios años. Al principio, como un deseo. Últimamente, como profecía próxima a autocumplirse.

Tiene un pequeño inconveniente: no es cierto.

A UPyD lo recogió Ciudadanos (triplicó sus votos y multiplicó por cinco su número de diputados). A Ciudadanos no lo va a recoger nadie. Su espacio político corre riesgo serio de desaparecer, absorbido por los partidos tradicionales en general y por el PP en particular.

No es una historia nueva. Reproduce con gran fidelidad lo que ya pasó con el Centro Democrático y Social (CDS), el partido que se confeccionó Adolfo Suárez a su medida para volver a la Moncloa tras salir tarifando de UCD.

Como se ve, los cadáveres se amontonan en el centro político español. El PP está tan convencido de que sus siglas son la casa común forzosa de todo lo que quede un milímetro a la derecha del PSOE que ha terminado por persuadir a buena parte de las propias bases (por lo que se aprecia, no demasiado ancladas) de Ciudadanos.

La formación ha sido víctima del gran mal de la política española del último lustro, el exceso de velocidad. Es posible que los años precedentes fueran dominados por cierta pachorra que terminó por desconectar a la ciudadanía.

Pero esta ha sido sustituida por un vértigo que hace imposible que las ideas y los proyectos sedimenten. No hace ni dos años de las fotos de la euforia. Albert Rivera celebrando que comenzaba ante sí una legislatura (¡cuatro años!) en la que tendría 57 diputados frente a los 66 con los que Pablo Casado estrenaba su liderazgo al frente del PP.

El reto de Ciudadanos, o del próximo que se atreva a abrir un hueco entre el PSOE y el PP, será el de consolidar un espacio

Han pasado muchas cosas, sí. Pero cunde la sensación de que, en realidad, ninguna de ellas ha sido realmente relevante.

Desde entonces, los aciertos estratégicos han brillado por su ausencia en Alcalá 253. Es dudoso que Pedro Sánchez hubiese aceptado el famoso gobierno de los 180 diputados.

Pero el deber de Rivera era haberlo propuesto en firme.

Lo que heredó Inés Arrimadas no lo suaviza ni la eliminación del impuesto de sucesiones. La decisión de amanecer un miércoles cualquiera con una moción de censura en Murcia cuyos motivos eran desconocidos por la inmensa mayoría del público será estudiada en un futuro como caso práctico de lo que no hay que hacer en táctica política.

La gran pregunta es aquí qué factura resulta proporcionada pagar por todos estos traspiés.

El gran reto de Ciudadanos, o del próximo que se atreva a abrir un hueco entre el PSOE y el PP, será el de consolidar un espacio. Los dos grandes partidos tienen ese espacio. Pero también lo tiene lo que está a la izquierda del PSOE (distinto tema es con qué formulación).

Queda por ver qué pasará con lo que queda a la derecha del PP.

O, en otras palabras, será mejor pasar quince años estancado en cinco diputados que buscar un rápido ascenso al poder gracias a un voto enrabietado que llega con la misma facilidad con la que vuelve al punto de origen una vez se ha desfogado.

Todos los partidos cometen errores enormes. Pero sólo los de centro los pagan con su propia existencia. Algunos lamentos son como el anuncio de Neutrex, se pueden escuchar desde el futuro. “Estaría tan bien un partido de centro, intermedio entre el PSOE y el PP, que pudiera hacer de bisagra, y así no depender de nacionalistas y extremistas”.

Como cuerpo electoral, debemos reconocer que no lo ponemos nada fácil.

*** José Ignacio Wert Moreno es periodista.

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