Los indultos son sólo el inicio de la segunda fase del procés
"Que ninguno se equivoque, la represión no nos ha vencido y no nos vencerá" (Jordi Sánchez)
Jordi Pujol ha sacado libro. Es una entrevista masaje que le hace Vicens Villatoro y lleva el emotivo título de Entre el dolor y la esperanza.
Su título invita a la compasión hasta que uno recuerda la colección de Ferraris y Lamborghinis que tiene Pujol en el garaje de su casa. Pero hay un momento en ese libro donde se le escapa lo siguiente: “El independentismo carece hoy de la fuerza para lograr la independencia, pero sí tiene capacidad para perjudicar gravemente el funcionamiento de España”.
El nuevo aspirante a Jordi Pujol, Oriol Junqueras, ha dicho lo siguiente: “El indulto es un triunfo porque demuestra las debilidades del Estado”.
Perjudicar, debilitar. La segunda fase del proceso separatista, que se inicia con estos indultos, no está orientada a una declaración unilateral de independencia como la de octubre de 2017, sino al debilitamiento de España. Porque lo que se pretende es que España no tenga la fuerza suficiente para hacer frente en el futuro a lo que hizo frente en 2017.
Cuando gobernaba el PP, se frenó un golpe. Y, es verdad, en algunos momentos no con excesiva brillantez. En otros, a trancas y barrancas. Pero se frenó. No sé si hoy, con el Gobierno actual, se frenaría. Diría que no.
El proceso separatista no está finiquitado, como algunos dicen. Ha mutado y se ha trasladado temporalmente a Madrid, al Congreso de los diputados. Más adelante, cuando culmine esta fase, volverá a Cataluña.
La estrategia de debilitamiento de España pasa por una mutación del proceso. Se inicia con los indultos y tiene siete pasos.
El PSOE y Pedro Sánchez comparten estrategia con el separatismo, aunque no compartan objetivos
El primero de esos pasos acaba de hacerse realidad, y es el de los indultos.
El segundo, imprescindible para desarrollar los cinco siguientes, es un Poder Judicial sometido a Pedro Sánchez y controlado por él.
El tercero es la amnistía y la reforma del delito de sedición.
El cuarto es el inicio de los trabajos para un nuevo Estatuto de Cataluña. Esta fase pasa por la recuperación de los artículos del Estatuto anulados en 2010 por el Tribunal Constitucional.
El quinto es la reforma de las funciones de la Corona.
El sexto es la reforma constitucional en un sentido federal o confederal asimétrico.
El séptimo es la autodeterminación.
No todos los pasos anteriores se producirán de inmediato. Tampoco se darán necesariamente en el orden que acabo de exponer. Pero se darán.
Y ante un panorama de esa naturaleza, ¿qué podemos hacer los que creemos en la democracia y la libertad? ¿Los que creemos en España?
Tenemos que hacer tres cosas.
La primera es el fortalecimiento del Estado en Cataluña.
La segunda, el fortalecimiento del centroderecha liberal en Cataluña.
La tercera, el fortalecimiento del constitucionalismo en Cataluña.
El PSOE ha renunciado a ser una alternativa al nacionalismo y al separatismo. Salvador Illa dijo en campaña que venía a acabar con el procés. Mucha gente bienintencionada le creyó. Pero en realidad venían a desarrollar la mesa de diálogo con ERC.
Es importante entender este matiz: el PSOE y Pedro Sánchez comparten estrategia con el separatismo, aunque no compartan objetivos.
Hay que hilar fino con eso, porque si no, se cae muchas veces en la caricatura de brocha gorda.
El objetivo de los separatistas es la independencia de Cataluña. Y ellos saben que a corto plazo lo tienen imposible. Pero aspiran a lograrlo a medio plazo.
El objetivo del PSOE y de Pedro Sánchez no es la independencia de Cataluña. Es perpetuarse en el poder, aunque para eso tengan que coincidir en su estrategia con los separatistas. Y pretenden hacerlo en los términos que diseñó José Luis Rodríguez Zapatero en 2000.
La primera mayoría absoluta del PP provocó pánico en el PSOE. El socialismo había gobernado durante trece años de la mano de Felipe González (con los GAL y con la corrupción) y sabía que tarde o temprano llegaría la alternancia. Pero jamás se había planteado la posibilidad de que el PP pudiera obtener una mayoría absoluta.
En ese momento, el PSOE toma una decisión crucial: la ruptura de los grandes consensos de la Transición. Algo que empieza con el pacto del Tinell. Es el primer momento desde 1978 en que se excluye explícitamente a una fuerza política democrática del diálogo para los grandes asuntos de Estado.
Hoy, Pedro Sánchez pretende preservar la mayoría de la moción de censura al precio que sea
La consecuencia del pacto del Tinell fue un Estatuto de Autonomía catalán del que se excluyó al PP.
El siguiente paso es el progresivo y paulatino blanqueamiento de EH Bildu como socio parlamentario del PSOE, al que ni siquiera se exige que pida perdón o rectifique por el daño hecho. Ese blanqueamiento es hoy una realidad.
Hoy, Pedro Sánchez pretende preservar la mayoría de la moción de censura al precio que sea. Ese precio implica cambiar nuestro sistema político, incluso a riesgo de poner en peligro las libertades y la democracia, y rechazar todos los grandes consensos a los que habíamos llegado durante la Transición.
Muchas personas de buena fe se preguntan si será capaz Pedro Sánchez de poner en tela de juicio las instituciones democráticas españolas y de poner en riesgo lo logrado durante los últimos 40 años.
Sí, es capaz.
Es más, esa es su hoja de ruta. Está dispuesto a hacerlo y está dispuesto a poner en tela de juicio la Transición para perpetuarse en el poder, y lo ha demostrado con los indultos. No hay nada en ellos de concordia. No hay nada en ellos de reconciliación. Y no hay nada en ellos de reencuentro. Hay pura y dura vocación de perpetuarse en el poder.
Habla el profesor de Derecho Constitucional Daniel Berzosa en uno de sus artículos de la ventana de Overton. La ventana de Overton está siendo aplicada de manera disciplinada por Iván Redondo.
Pedro Sánchez decía no hace demasiado, con todo el sentido común del mundo, que dar un indulto a quien no ha mostrado arrepentimiento es impensable y que darlo al que manifiesta que va a reincidir en el delito es alucinante.
Eso decía Pedro Sánchez cuando hablaba con un mínimo sentido común y eso es lo que piensa el común de los mortales. Pero tras meses y meses de aplicación de la ventana de Overton nos encontramos hoy incluso con empresarios de orden apoyando exactamente lo contrario. Han sido capaces de convertir en políticamente correcta una idea que hasta hace pocos meses era una auténtica barbaridad.
La ventana de Overton permite que un tema tabú pase de lo impensable a lo radical, de lo radical a lo aceptable, de lo aceptable a lo sensato, de lo sensato a lo popular y de lo popular a lo político.
Pedro Sánchez va a aplicar de manera disciplinada esta técnica a todos y cada uno de los seis puntos mencionados anteriormente.
[Este texto es parte de la conferencia La segunda parte del proceso separatista pronunciada el 22 de junio de este año por Alejandro Fernández en Barcelona y que se puede encontrar aquí].
*** Alejandro Fernández es diputado en el Parlamento autonómico catalán y presidente del PP catalán.