La pandemia ha reordenado prioridades políticas e incluso vitales. La salud está hoy en el centro del debate en las instituciones y también en los hogares. El maldito coronavirus nos ha recordado qué es lo verdaderamente importante. Nos ha recordado nuestra fragilidad.
Pero los europeos tenemos la suerte de vivir en el rincón del mundo con los mejores estándares de bienestar. La Unión Europea (UE) goza de unos sistemas nacionales de salud que nos hacen únicos en el mundo. Es un legado que, juntos, debemos conservar y mejorar.
La Europa de las personas es una esperanza compartida. Para conseguirla, es fundamental que las instituciones comunitarias sitúen la salud en el centro de su proyecto.
La Comisión de Salud Pública del Parlamento Europeo acaba de aprobar la Estrategia Farmacéutica para la Unión Europea, de la que tengo el enorme honor de ser ponente. Hemos puesto en pie uno de los primeros pilares sobre el que se construirá la UE para la Salud. Este hito merece ser puesto en valor.
Los objetivos de la Estrategia son claros.
Mejorar el acceso a los medicamentos y los tratamientos innovadores para todos los europeos, y especialmente para necesidades terapéuticas no cubiertas, como enfermedades raras, cáncer infantil o resistencias antimicrobianas.
Mantener la sostenibilidad de nuestros sistemas sanitarios y fortalecerlos.
Incrementar notablemente la investigación y la innovación made in Europe.
Y, finalmente, reforzar el liderazgo mundial de la UE en salud.
"La voz de la UE en el mundo debe ser firme y promover unos altos estándares de calidad, eficacia, seguridad e impacto ambiental"
El centro de las políticas sanitarias deben ser los pacientes. Debemos garantizar la disponibilidad de medicamentos asequibles para todos los ciudadanos europeos en el menor tiempo posible. Es inadmisible que haya una diferencia en la disponibilidad de medicamentos contra el cáncer de entre 9 y 1.000 días en los diferentes Estados miembros.
Europa sólo puede construirse sobre el principio de igualdad. El éxito de la vacuna contra la Covid-19, que hemos recibido todos los europeos sin importar donde vivimos, es la referencia. Debemos repetirlo con el resto de los medicamentos, sin olvidarnos nunca de esos 30 millones de europeos que sufren una enfermedad rara y que no tienen tratamiento porque este aún no existe.
Garantizar tratamientos accesibles significa invertir más en investigación y en innovación. Por eso la Estrategia Farmacéutica para la Unión Europea destaca la importancia de una industria farmacéutica fuerte y competitiva. Debemos fomentar una industria con cadenas de suministros seguras y menos dependiente de terceros países, y que contribuya a generar empleo de calidad con el apoyo de los fondos de recuperación Next Generation.
Esta es otra lección que nos ha dejado la pandemia. No podemos dejar en manos de otro continente los fundamentos de nuestra salud.
Finalmente, la voz de la UE en el mundo debe ser firme y promover unos altos estándares de calidad, eficacia, seguridad e impacto ambiental. Ya lideramos la lucha contra el cambio climático y ahora, tras la pandemia, convertiremos Europa y sus sistemas nacionales de salud pública de acceso universal en líderes mundiales en el ámbito de la asistencia sanitaria.
Más Europa será más salud. Así, la ambiciosa Estrategia Farmacéutica para la Unión Europea nos permitirá fortalecer nuestro liderazgo sanitario y nos ayudará a estar más preparados ante futuras pandemias o crisis sanitarias.
Nos ayudará a legar a nuestros hijos una Europa mejor.
*** Dolors Montserrat es portavoz del PP en el Parlamento Europeo, exministra de Sanidad y ponente de la estrategia farmacéutica europea.