1. Misma casta política
Yolanda Díaz busca configurar un espacio electoral más allá de Unidas Podemos, un frente amplio junto a Mónica Oltra, Ada Colau, Mónica García y Fátima Hamed. Su nombre provisional es Otras Políticas, sugiriendo que ellas son diferentes, lo nuevo, la alternativa.
Aquí está el primer problema. Por un lado, todas ellas ocupan ya cargos de poder. Algunas incluso forman parte del Gobierno (central, autonómico o local). Un par de ellas viven de la política desde 2003 o 2007 y varias tienen un salario anual cercano a los 100.000 euros. No son perfiles demasiado alternativos.
Por otro lado, las organizaciones que lideran no van más allá del ámbito político que Podemos ocupaba en 2016, cuando Íñigo Errejón no se había ido y Compromís actuaba como una confluencia valenciana. Es más, Otras Políticas representa una alianza aún más estrecha que aquella, pues se han perdido por el camino las Mareas gallegas, Equo, la Izquierda Anticapitalista y el Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez.
Tampoco plantean un gobierno alternativo, pues su horizonte electoral es continuar siendo la muleta del PSOE. Mónica Oltra es la sombra de Ximo Puig. Fátima Hamed pertenece al Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, que es una escisión de Coalición Caballas, que es una escisión del Partido Socialista del Pueblo de Ceuta, que es una escisión del PSOE. Y Yolanda Díaz ha reunido este "espacio a la izquierda del PSOE" por encargo directo de Pedro Sánchez, que lo necesita para asegurarse la presidencia.
2. Misma Trampa de la Diversidad
En vista de que las "Otras" son exactamente las mismas caras, las mismas siglas y el mismo proyecto, se ha querido dar imagen de ampliación y renovación recurriendo a la Trampa de la Diversidad. Es decir: "Somos mujeres, somos LGBT, somos plurinacionales con lazo amarillo, somos multiculturales con velo. Representamos la suma más extensa de los colectivos más diversos".
Es otra vieja carta a la hora de movilizar nichos de votantes. Por eso Mónica Oltra se hizo una foto publicitaria en 2014 besándose con la diputada Mireia Mollà. Por eso Ada Colau fue a Sálvame a declararse bisexual once días antes de las elecciones catalanas de 2017. Además, la diversity es un ámbito que genera apetitosos cargos políticos, como el de Fátima Hamed (agente de Igualdad de Oportunidades para Mujeres) o Mónica Oltra (consejera de Políticas Inclusivas).
Este enfoque permite renunciar a la difícil tarea de cambiar la realidad material y se contenta con transformar los símbolos o las palabras. Como Yolanda Díaz hablando en inclusivo de "docentes y docentas" o "autoridades y autoridadas". O como aquella vez que Ada Colau se propuso acabar con todas las formas de discriminación prohibiendo utilizar las palabras inmigrante, depresión, madre soltera, cambio de sexo o terrorismo islámico. También es la estrategia de Mónica García para luchar contra el racismo: pedir que no se llame menas (Menores Extranjeros No Acompañados) a los menas.
Pero la Trampa de la Diversidad es, sobre todo, un intento de camuflar los fracasos políticos. Así, Ada Colau achaca la inseguridad ciudadana en Barcelona al heteropatriarcado y Yolanda Díaz afirma que no puede derogar la reforma laboral por culpa de la masculinidad tóxica.
Por estos motivos, el discurso de la diversity resulta cada día menos soportable para una clase trabajadora preocupada por la supervivencia económica común antes que por la expresión cultural individual. Por eso las Otras Políticas fueron recibidas con ruido de pitos y lanzamiento de huevos por parte de unos transportistas que se manifestaban en chaleco amarillo. Camioneros, para más inri, insuficientemente diversos: mucho hombre, seguramente de origen español y con pinta de contaminar bastante.
"Pocos días después, Enrique Santiago (Secretario de Agenda 2030) escenificó la ruptura entre los partidarios de la diversity y los de la clase trabajadora. Primero elogió a las diversísimas Otras, después instó a los obreros del metal gaditanos a abandonar su huelga y confiar en el Gobierno que les estaba reprimiendo.
En vista de esta creciente divergencia, es insostenible que Yolanda Díaz apueste por las Otras y, a la vez, siga hablando de una alianza centrada en cuestiones laborales, con el apoyo del Partido Comunista, los sindicatos (especialmente CC. OO.) y otros sectores del mundo del trabajo. La vicepresidenta parece haberse decidido: la nueva perspectiva no será laborista sino (citando a Mónica García) ecofeminista. Y la ideología ecofeminista, en honor a la verdad, se parece más a un capitalismo de mujeres banqueras y coches eléctricos que a un socialismo de obreros y campesinos.
3. Mismo ecologismo urbanita
La propuesta clave de Yolanda Díaz es “un pacto verde europeo y mundial” inspirado por la COP26, la más reciente Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. La COP26 convocó 400 aviones privados de personalidades como Jeff Bezos, Joe Biden o Angela Merkel, partidarios de un ecologismo financiado por gigantes de la energía, el petróleo y la banca (Scottish Power, Santos, NatWest Group, Microsoft). La COP26 alcanzó tres grandes compromisos que las Otras Políticas aplican fielmente.
En primer lugar, disimular la responsabilidad de las grandes empresas en la crisis climática, poniendo el foco en los hábitos personales de los consumidores. Ahí entran las campañas de Yolanda Díaz o Mónica García para que comamos menos carne y más tofu.
En segundo lugar, la COP26 hizo un llamamiento a que las empresas privadas hagan finanzas climáticas. Esta es la línea de Mónica Oltra y su Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR): el ciudadano pone los residuos y la multinacional noruega Tomra se lleva los beneficios por las máquinas de recogida.
Por último, la promesa de las empresas Ford, Volvo, Jaguar Land Rover y Mercedes-Benz de vender muchos coches eléctricos para 2040. Pero para obligar a la gente a comprar son necesarias legislaciones como la de Ada Colau, cuya zona de bajas emisiones en Barcelona forzará a miles de precarios a comprar un carísimo vehículo nuevo si quieren seguir trabajando.
4. Mismo seudofeminismo
Hace años, Irene Montero tenía pensado ser la primera mujer candidata a la presidencia de España. Pero, cuando Ciudadanos se adelantó proponiendo a Inés Arrimadas, hizo falta desarrollar un nuevo plan: una jefatura política plenamente compuesta por mujeres.
Eso sí, la idea de mujer que tienen las Otras es bastante extraña. Salta del biologismo más burdo a la metafísica más abstracta. Por un lado, la mujer sería un precipitado de estrógenos y oxitocina ("hormonas positivas") con el propósito de combatir la testosterona ("hormona negativa"). Por otro lado, la mujer sería un sentimiento, directamente relacionado con los cuidados, la empatía y muchas cosas bonitas.
Así, se dan situaciones tan extrañas como que Mónica García señale la violencia como algo intrínseco a los hombres, pero Yolanda Díaz afirme que no existe nada intrínseco en ser hombre o ser mujer, más allá de la libre elección de la identidad de género.
Quizás son estos confusos planteamientos los que llevan a las Otras a tener una idea también extraña del feminismo. Mónica Oltra, por ejemplo, justifica los vientres de alquiler comparando el tráfico de bebés con la donación de órganos y defiende la prostitución afirmando que puede ser preferible a limpiar pisos. Ada Colau ha llegado a prestar apoyo institucional y económico a lobbies de la prostitución como OTRAS y APROSEX, así como a la industria pornográfica del Salón Erótico de Barcelona.
Esta insensibilidad con las diversas formas de explotación femenina podría explicar por qué Yolanda Díaz protegió en 2009 a un asesor investigado por pedofilia. O por qué Mónica Oltra intentó "exculpar o aminorar la responsabilidad" de su exmarido en la trama de abusos sexuales a menores tuteladas por la Generalitat valenciana. O por qué Fátima Hamed siente admiración por Tariq Ramadán, acusado en seis ocasiones de catorce violaciones y violaciones agravadas.
5. Misma multiculturalidad
Fátima Hamed está en la misma línea política que el citado Tariq Ramadán. Profesor en Marruecos y Catar, Ramadán se define a sí mismo como un "salafista reformista", que es como decir "etarra moderado" o "neonazi de centro". Fiel nieto de Hassan al-Banna (fundador del grupo terrorista Hermanos Musulmanes) y fiel hijo de Said Ramadán (presunto autor de The Project, un plan para instaurar regímenes islámicos en Occidente mediante la propaganda y la demografía), Tariq Ramadán encubre su islamismo bajo un discurso de tolerancia y pluralidad.
En Francia, Tariq Ramadán no engaña a nadie y recibe las críticas de feministas como Fadela Amara o de ecologistas como Aurélie Filippetti. En España, por el contrario, los morados y los verdes aplauden a Fátima Hamed.
Es más, Ada Colau ha destinado cientos de miles de euros a mezquitas con conexiones radicales y a asociaciones islamistas presididas por Najia Lofti, diputada del Partido de la Justicia y el Desarrollo marroquí. A su vez, se ha gastado millonadas en descristianizar la Navidad, eliminar la misa del Día de la Merced, retirar el belén de la plaza de Sant Jaume y encargar un padrenuestro blasfemo y una cabalgata de reinas magas trans.
El modelo multicultural de las Otras implica denostar la cultura propia y exaltar las ajenas. Por eso Mónica Oltra felicita el ramadán a los musulmanes, Mónica García felicita el Rosh Hashaná a los judíos y Ada Colau felicita el año del buey a los chinos haciendo sonar un gong en el Salón de Ciento del Ayuntamiento de Barcelona, pero todas consideran la cristiandad como algo medieval e inquisitorial, y el Día de la Hispanidad como la conmemoración de un genocidio.
6. Mismo rechazo a España
Las Otras Políticas han afirmado que representan un nuevo proyecto de país y de Estado. Una vez más: no tiene nada de nuevo. Se trata de algo tan viejo como el cantonalismo de los arévacos y los vetones o de los reinos de taifas.
Ada Colau hace piña con el PDeCAT a favor de la consulta independentista catalana. Mónica Oltra pertenece a una corriente independentista de Compromís: Iniciativa del Poble Valencià. Fátima Hamed busca aumentar la autonomía de Ceuta hasta crear un segundo Gibraltar "basado en las empresas tecnológicas y la industria del ocio". El país de Yolanda Díaz depende de quienes quieren hacer ingobernable España (como dicen las CUP) o de quienes apoyan Presupuestos a cambio de la liberación de 200 presos etarras (como dice EH Bildu).
Las Otras consideran que es progresista permitir que se trocee la nación y se dividan las familias, que es lo poco que tienen los más humildes. En el fondo, como las Otras son urbanitas y poseen estudios superiores, piensan que el patriotismo es una cosa vulgar. Mónica Oltra, nacida en Alemania, considera que “su única patria es el ser humano”, ya que su familia “es como la asamblea de la ONU”: desde sus hijos etíopes hasta su chacha uruguaya. Yolanda Díaz prefiere no mencionar siquiera la palabra patria o, en todo caso, utilizar un término más moderno y feminista: matria.
Como consecuencia de este acomplejamiento, las Otras Políticas no solamente ceden ante los chantajes regionales, sino que son también incapaces de defender la soberanía de España frente al capital extranjero.
Así, Yolanda Díaz aplaude el liderazgo mundial de los Estados Unidos de Joe Biden, Mónica García elogia los fondos Next Generation de la Unión Europea (que traerán reajustes y deuda), Mónica García le cede la Lonja y el Colegio de Arte Mayor a la Nueva Ruta de la seda de China, y Ada Colau le pone el cazo al C40 de Bloomberg y la Open Society de George Soros. Las mismas alianzas globalistas a las que PP y el PSOE se han sometido durante años.
De la nada no surge nada, escribió Parménides. Y de las mismas no pueden surgir las Otras.
*** Hasel-Paris Álvarez Martín es politólogo y especialista en geopolítica.