Ser Steve McCurry

Es entonces cuando puedes decidir si quieres deslizarte por la pendiente de la existencia como si se tratara de un tobogán infantil, sin apenas velocidad ni tampoco resistencia. Sobreviviendo, eso sí, a los desafíos a los que obliga la condición de existir, pero sin permitir que cobren un tamaño demasiado grande o demasiado afilado.

Pero también puedes invertir estos años en el planeta de otro modo, arriesgándolo todo, o casi todo, al rojo, o al negro; jugando a que las cosas importantes lo sean mucho; dejando que los terrores vitales merezcan la pena, aunque provoquen conquistas, revolcones u otras inestabilidades.

Y es entonces cuando puedes tener una vida que no resulta cómoda, sino divertidísima o caótica, siempre extrema. Es entonces cuando apuestas por saltos al vacío que, si se superan, te permiten encontrarte muy lejos de tu zona de confort, pero con los días elevados hacia una gran vida. Una súper vivencia.

"McCurry ha conseguido mirar el paso de la Historia desde una posición privilegiada"

Pero incluso eso se puede mejorar. Sin embargo, para ello tendrías que ser muy valiente y tener mucha suerte o llamarte Steve McCurry. Tendrías que llenarte de audacia para dedicar tus días, todos tus días, a tus mayores pasiones. Y contemplar como una opción tan válida como cualquier otra la de dejarte la vida en ello, a veces literalmente.

McCurry lo ha hecho, y ha convertido su manera de estar en el mundo en un viaje único construido a base de caminos nuevos y viejos, todos llenos de fotografías. El fotoperiodista norteamericano ha conseguido no sólo vivir de la imagen, del arte, de su talento. Lo que ha conseguido es mirar el paso de la Historia desde una posición privilegiada. Como si fuera uno de sus más íntimos testigos; como si de verdad habitara sus trincheras, o su primera línea.

McCurry es probablemente el fotógrafo más reconocido del mundo. Su imagen conocida como La niña afgana, publicada en la portada de National Geographic en 1984, le valió un lugar, para siempre, entre los más brillantes fotógrafos internacionales. La luz de los ojos de Sharbat Gula y la expresión demoledora que proyecta su rostro no merecían nada menos.

"A sus 71 años, puede asegurar que ha vivido en constante estado de súper vivencia"

El periodista se reencontró con ella en 2002, tras mucho tiempo de búsqueda, y pudo conseguir que finalmente recibiera una parte de la ayuda que habían prometido miles de admiradores de esa fotografía.

Sus trabajos, habitualmente centrados en personas, realizados en India, Camboya, Nueva York, Cuba, Arabia Saudí, Etiopía o Cuba, entre otros muchos lugares, han acumulado repercusión mundial.

Y, como en el caso de Gula, los fotografiados a veces acaban siendo recompensados, como le ocurrió al hombre indio de Porbandar a quien McCurry fotografió con lo único que pudo salvar tras una inundación, aquello de lo que vivía: su antiquísima máquina de coser. Un tiempo después, el hombre pudo trabajar con una máquina nueva.

El próximo 13 de febrero concluye la exposición ICONS en Madrid. Hasta entonces, mientras decides si quieres el tobogán lento o jugártelo todo, puedes sumergirte en una sucesión de imágenes que retrata la historia mayúscula de quien, a sus 71 años, puede asegurar que ha vivido en constante estado de súper vivencia. Quién fuera Steve McCurry.

*** Ángel F. Fermoselle es escritor.