En 1907, el físico estadounidense Duncan MacDougall se propuso determinar el peso del alma humana. Lo hizo pesando a seis moribundos antes y después de su muerte. Aunque sólo uno de los seis experimentó un súbito adelgazamiento tras su óbito, MacDougall dedujo que ese era el peso exacto del alma de un ser humano: 21 gramos. El peso de una chocolatina.
Pese a que el rigor científico del experimento es nulo, los 21 gramos de MacDougall llegaron hasta la cultura popular en forma de novela (El pesador de almas, de André Maurois, de 1931) y de película (21 gramos, de Alejandro González Iñárritu, de 2003).
Es conveniente leer el artículo publicado por Pablo Iglesias ayer sábado en la web CTXT para saber cuál es el peso de Unidas Podemos en el Gobierno. En su texto, Iglesias reconoce que Yolanda Díaz e Ione Belarra no fueron informadas de ese viraje de 180 grados en el rumbo de la diplomacia española respecto al Magreb. De hecho, ambas se enteraron por la prensa.
Como decía Fernando Garea este viernes en su cuenta de Twitter, Unidas Podemos ha visto durante las últimas semanas cómo el Gobierno del que forma parte proponía subir el gasto militar, negociaba con el PP una bajada de impuestos y rectificaba la posición de la diplomacia española sobre el Sáhara vigente desde 1978.
En su artículo, Iglesias cita con admiración a Maquiavelo: "Aunque el engaño sea detestable en otras actividades, su empleo en la guerra es laudable y glorioso, y el que vence a un enemigo por medio del engaño merece tantas alabanzas como el que lo logra por la fuerza".
El antiguo líder de Podemos atribuye a Sánchez la autoría del engaño sobre el Sáhara y afirma que su "golpe" fue "frío, rápido y alineado con una correlación internacional de fuerzas en la que, primero Estados Unidos y después Alemania, asumieron la realidad del poder marroquí". "En la política internacional cuenta la fuerza, no el Derecho. Quien lo niegue o es un ingenuo o es un hipócrita" añade Iglesias luego.
Pero lo más interesante del artículo de Pablo Iglesias, más allá de la extraña fascinación que le despierta la ferocidad de Pedro Sánchez al abandonar a su suerte a los saharauis traicionando a sus socios de Gobierno, es el recado que le deja por escrito a su sucesora, Yolanda Díaz.
"La puñalada de Sánchez también sorprendió a los partidos del espacio Unidas Podemos y a Yolanda Díaz" dice Iglesias. "Esta vez la vicepresidenta tomó distancia del presidente en la política exterior. Esta vez siguió la línea de UP de manera inequívoca. Esta vez no hay disonancia con Podemos y con el PCE. Buena noticia".
"Esta vez" es el centro neurálgico del artículo de Iglesias. Es decir: "Esta vez, Yolanda, sí has hecho lo que debías hacer. Así, sí".
"En algo tiene razón Iglesias. Sánchez no repitió las elecciones en 2019 porque quisiera pactar con Podemos, sino precisamente porque no quería"
Es conveniente también conocer la interpretación que hace Unidas Podemos de la coalición con el PSOE para comprender cuál es el peso de los morados en el Gobierno. Porque un solo centímetro a la izquierda del centroderecha de Ciudadanos muy pocos siguen creyendo hoy que la coalición con Podemos era la opción no ya A, sino B, de Pedro Sánchez para llegar a la Moncloa.
En algo tiene razón Iglesias. Sánchez no repitió las elecciones en 2019 porque quisiera pactar con Podemos, sino precisamente porque no quería. En Podemos, el análisis que se hace de Sánchez no es el de un radical de extrema izquierda capaz de vender el país a pedazos a cambio del apoyo de ERC y EH Bildu, sino el de un socialdemócrata escaso de ideología y cuyo deseo era ser Felipe González, pero que ha tenido que reconvertirse en José Luis Rodríguez Zapatero obligado por las circunstancias.
Encadenado a la fuerza a un partido de radicales y activistas que desprecia en la intimidad, Sánchez diseñó un Ejecutivo en el que Podemos sólo ocupara carteras de segunda fila y fuertemente ideologizadas, en realidad Secretarías de Estado reconvertidas en Ministerio. El tipo de carteras capaz de crispar hasta el paroxismo a la derecha y estimular el crecimiento de Vox a costa del PP, pero de nulo o escaso impacto en la realidad política, social y económica del país.
Dicho de otra manera. La propaganda y la batalla cultural, toda para Podemos. La gestión del país, para el PSOE.
Desde diciembre de 2019, Podemos no ha sido informado ni ha tomado parte en ninguna de las grandes decisiones de Estado que ha tomado el PSOE. Y eso incluye desde la fusión de Bankia y CaixaBank hasta el acogimiento de Brahim Gali en España, pasando por las ya mencionadas decisiones de enviar armas a Ucrania, negociar una bajada de impuestos con el PP o rectificar la postura española sobre el Sáhara en el sentido de los deseos de Marruecos, Francia, Estados Unidos y Alemania.
Por supuesto, Podemos no tocará uno sólo de los 140.000 millones del paquete de ayudas de la UE, ni tendrá mayor derecho que el de la pataleta cuando el PSOE ejecute las medidas que exige Bruselas a cambio de no cerrar el grifo del dinero.
"El subterfugio le permite a Unidas Podemos vender la entrega de armas como una acción por la paz y no para el escalamiento de la guerra"
La intrahistoria de la entrega de armas españolas a Ucrania es un ejemplo de libro del funcionamiento real de la coalición de Gobierno de PSOE y Unidas Podemos.
El viernes 25 de febrero, Pedro Sánchez se reúne con los cinco ministros de Unidas Podemos para pactar una posición común respecto a la entrega de armas al Ejército ucraniano que exige la UE.
Dado que la entrega de armas es anatema para Podemos, en la reunión se pacta hacer entrega de esas armas a través del Fondo Europeo para la Paz. Un subterfugio retorcido (el objetivo del Fondo es prevenir conflictos, no armar a los contendientes), pero que le permite a Unidas Podemos vender la entrega como una acción por la paz y no para el escalamiento de la guerra.
El lunes 28, Pedro Sánchez es entrevistado por Carlos Franganillo para Televisión Española. La primera pregunta del periodista, relativa precisamente a la supuesta entrega de armas a Ucrania, es respondida por el presidente así:
"Hay una decisión muy importante que se ha tomado a nivel europeo y es la activación, por primera vez, del Fondo de Mecanismo Europeo para la Paz, dotado con 800 millones de euros, de los cuales se van a destinar 500 millones de euros: 450 millones de euros para suministrar material ofensivo y 50 millones de euros para ayuda humanitaria".
Sánchez se alinea por tanto con lo decidido en la reunión del viernes pasado con los ministros de Podemos.
Pero entre el lunes y el martes, algo ocurre. Josep Borrell habla con Pedro Sánchez y le informa de que la postura de España está siendo interpretada en Bruselas como cobarde y ventajista.
Que la idea de que la respuesta al conflicto ha de ser "europea" no le ahorra a España el mal trago de tener que entregar armas de combate, puesto que esa es la verdadera voluntad europea de la que Sánchez no se puede borrar.
Y, más importante aún, que la postura de Moncloa frente al conflicto está siendo interpretada, gracias precisamente a la presencia en el Gobierno de un partido extremista como Podemos, como de complicidad con el régimen de Vladímir Putin.
Sánchez decide entonces rectificar unilateralmente lo acordado con Podemos y enviar armas de combate a Ucrania.
Pero no informa de ello a Unidas Podemos, sino sólo a Yolanda Díaz.
Sánchez llama a la vicepresidenta el martes por la noche y le confirma su intención de enviar armas a Ucrania. Al mismo tiempo, José Manuel Albares llama a Ione Belarra, pero con una intención muy diferente. Porque el ministro de Exteriores no informa a Belarra de la decisión tomada por el presidente, sino que le pregunta "cómo vería Podemos la posibilidad de que eso ocurriera en el futuro".
Es decir, Albares habla a Belarra como si la decisión no fuera ya firme, sino sólo una opción en la cabeza del presidente.
Ione Belarra se niega en redondo a tal posibilidad y Albares cierra la conversación sin informar en ningún momento del anuncio que el presidente hará al día siguiente.
Y de ahí la cara de sorpresa de Belarra y de Irene Montero cuando el presidente anuncia el miércoles su decisión de enviar armas de forma directa a Ucrania sin utilizar para ello el subterfugio del Fondo para la Paz.
"Nada ayuda más a la estrategia del PSOE que el error de Podemos cuando decidió repartir los papeles de policía bueno y policía malo en sentido contrario al que determina el sentido común"
La estrategia del PSOE no busca únicamente apartar a Podemos de cualquier tipo de decisión de Estado trascendental, sino también agravar el cisma entre Díaz y la dupla Belarra/Montero. Y de ahí la venta en los medios afines al PSOE de Yolanda Díaz como la moderada de Podemos y de Belarra y Montero como dos activistas radicales sin ningún peso en el Gobierno. Algo que, en cierta manera, no deja de ser cierto.
Para saber el verdadero peso de Podemos en el Gobierno, en fin, habría que pesar al Ejecutivo unas horas antes de la futura convocatoria de elecciones generales y volverlo a pesar la noche de las elecciones.
Pero la pregunta realmente interesante no es ya la de cuánto pesa el alma de Podemos tras su paso por el Gobierno, sino cuánto pesa Podemos sin su alma. Porque si a los morados se les resta el pacifismo, el Sáhara, la política energética y los impuestos, ¿qué queda? ¿21 gramos?
Ni siquiera eso. Ni siquiera el peso de una chocolatina.
*** Cristian Campos es jefe de Opinión de EL ESPAÑOL.
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