La tormenta perfecta para Pedro Sánchez
¿Qué pretendía el Gobierno revelando que los móviles del presidente y de la ministra de Defensa habían sido espiados? ¿Y qué consecuencias tendrá dicho espionaje en la relación con Marruecos?
Si el Gobierno pretendía aplacar el enfado de ERC con el anuncio de que ellos también han sido espiados, el tiro le ha salido por la culata.
Porque la noticia de que los móviles de Pedro Sánchez, Margarita Robles y la exministra de Exteriores Arancha González Laya fueron infectados con el famoso programa espía israelí no sólo no ha apaciguado los ánimos de los independentistas, sino que ha acentuado sus celos.
Y es que el nacionalismo tiene un acusado sentido patrimonial sobre sus victimismos, y por eso el intento de Sánchez de buscar su complicidad situándose en el mismo nivel de tormento que ellos está destinado al más melancólico de los fracasos.
Porque el nacionalismo es el espiado en la boda, el expoliado en los entierros y el apaleado en los bautizos. Dicho de otra manera: el victimismo, aunque sea basado en noticias parcialmente falsas como lo es la del reportaje de la revista New Yorker, es competencia exclusiva autonómica, y ahí el Gobierno ni pincha ni corta.