El presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, el juez John Roberts, confirmó ayer que el borrador filtrado a la revista Politico y que esboza un futuro cambio de profundo calado en la regulación legal del aborto es verdadero.
En ese borrador, el juez conservador Samuel Alito afirma que la decisión del Supremo en el caso de 1973 Roe contra Wade, que legalizó el aborto en todo el país, fue "manifiestamente errónea y profundamente dañina".
Aunque la decisión final del Supremo americano no se conocerá hasta finales de junio o principios de julio, la simple sospecha de que el derecho al aborto pueda quedar al albur de cada uno de los cincuenta estados americanos ha provocado una tormenta política que afectará sin duda alguna a las midterm elections (elecciones de medio mandato) que se celebrarán este próximo otoño.
Una filtración interesada
Joe Biden, que ha manifestado en el pasado situarse "a medio camino" de ambos extremos en el debate sobre el aborto, ha llamado a los ciudadanos americanos a votar por candidatos que defiendan el derecho a la interrupción del embarazo. "La más elemental justicia y la estabilidad de nuestra legislación exigen que Roe contra Wade no sea derogada" ha dicho también el presidente.
La publicación de un borrador del Tribunal Supremo constituye un hecho de una excepcional gravedad en un país en el que este tipo de filtraciones, a diferencia de lo que ocurre en España, no son habituales. Y lo es más aún si, como sospechan los defensores de la prohibición del aborto, esa filtración es un intento de presionar a los jueces del Supremo para que no modifiquen la legislación sobre el aborto.
En el caso de que los argumentos defendidos en el borrador filtrado acabaran siendo definitivos, el aborto no quedaría prohibido como tal en los Estados Unidos, sino en manos de cada estado.
Un hecho que dibuja un escenario en el que la seguridad jurídica de las mujeres se verá seriamente comprometida. Es muy probable también, a la vista de la reacción popular tras la filtración del borrador, que el país se divida en dos: una América costera, a este y oeste, donde la legislación del aborto se mantendrá en los términos actuales, y una América interior en la que esta podría verse duramente limitada.
Un precario equilibrio
Prácticamente ninguna democracia avanzada permite el aborto libre o lo prohíbe de raíz. En la mayoría de los casos, la ley combina la existencia de excepciones (malformaciones, violación, riesgo para la madre) con un calendario que permite el aborto en las primeras fases de la gestación y lo obstaculiza o lo impide durante las fases finales.
Ese ha sido el difícil equilibrio que durante décadas se ha mantenido en Occidente y que el Tribunal Supremo americano podría ahora decantar hacia uno de los dos lados de la balanza. El caos legislativo que se avecina en Estados Unidos equivale al que supondría en España que cada una de las 17 autonomías legislara el aborto en función de la mayoría política dominante en un momento histórico determinado.
El del aborto es uno de los principales puntos de quiebra moral de las sociedades occidentales. El precario equilibrio existente hasta ahora, que ponderaba el derecho de la gestante a no ser madre con el de la protección de la vida humana a partir de determinado nivel de gestación, podría estar a punto de romperse en los Estados Unidos.
El debate dividirá durante los siguientes años a la sociedad americana. Una sociedad que en su mayoría, y de acuerdo con los primeros sondeos realizados en el país, parece mayoritariamente partidaria de mantener la regulación actual. El resultado será una mayor polarización y un nuevo caldo de cultivo para los populistas de ambos lados.