El alcalde de Pamplona Enrique Maya y la concejal de Navarra Suma María Echavarri en la calle Curia durante los incidentes.

El alcalde de Pamplona Enrique Maya y la concejal de Navarra Suma María Echavarri en la calle Curia durante los incidentes. EFE

LA TRIBUNA

Los fanáticos de la amargura de la calle Curia de Pamplona

Los incidentes de la calle Curia durante los Sanfermines son los coletazos desesperados de una izquierda aberzale que necesita mantener viva la llama de "la lucha de ETA". 

13 julio, 2022 02:49

Curia no es un hecho aislado. La procesión de San Fermín, a su paso por la calle Curia de Pamplona, es una cita fija en el calendario anual para el mundo de la izquierda aberzale. Un aquelarre de odio que refleja con fidelidad lo que una pequeña parte de la sociedad navarra todavía alberga en sus entrañas. Se trata de esa pequeña (pero no por ello menos ruidosa) parte de la sociedad navarra que es incapaz de entender una legítima discrepancia sin mostrar su rabia inherente. Sin caer en el horror.

Radicales filoetarras atacan a los miembros de la comitiva municipal en la calle Coria.

Radicales filoetarras atacan a los miembros de la comitiva municipal en la calle Coria. EFE

Curia no es un hecho aislado porque forma parte de una estrategia cuidadosamente tejida por el totalitarismo aberzale para socavar nuestras tradiciones y alegrías.

Sí, nuestras alegrías. Nuestras vidas. Porque, tras décadas de terror, siguen siendo incapaces de dejarnos vivir en paz.

Todo ello forma parte de un plan laboriosamente diseñado por el mundo radical para condenar al enfado perenne a unos jóvenes que nunca llegaron a conocer los referentes por los que supuestamente luchan. Tampoco nadie les explicó por qué esos jamás deberían ser sus referentes.

Necesitan cabreados a esos jóvenes. Los necesitan violentos, borrados de memoria para seguir construyendo el relato de un conflicto entre dos bandos que jamás existió aquí. 

Y ahí los mayores son la pieza clave que les marca el camino. Curia es una forma de mantener vivos sus símbolos, sus pancartas, sus gestos, sus fotos y sus consignas una vez que ya todo eso perdió, o va perdiendo, su sentido. Como ese niño que se va arrancando la postilla constantemente y que no deja que la herida cicatrice.

"Curia son latigazos desesperados de la izquierda aberzale, que no se sustenta en más ideología que la del odio"

Curia son los coletazos desesperados de una izquierda aberzale que necesita mantener viva la llama de una juventud que no comprende cómo se puede derrocar al "régimen" mientras se le aprueban los Presupuestos al Partido Socialista Obrero Español en el Congreso y se le facilitan Gobiernos como el de Navarra.

Son esos latigazos que no se sustentan en más ideología que la del odio.

Porque sólo el odio irracional puede llevar a que, tras dos años sin Sanfermines (y tres de espera), el objetivo de un señor que ya peina canas no sea beberse todos los kalimotxos posibles en la herriko taberna, sino reventar una procesión que ni le va ni le viene.

Aunque es verdad que uno lo comprende cuando cae en la cuenta de que esta gente sólo está bien si tú estás mal. Sólo son felices si te ven sufrir a ti.

Y ante esta nueva salvajada perpetrada por los energúmenos de siempre, ¿cuál ha sido la respuesta de las formaciones políticas navarras?

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Por lo pronto, la ausencia de condena por parte de quienes dictan ahora nuestra memoria histórica. Es decir, EH Bildu. O la incapacidad del Ayuntamiento de Pamplona para mostrar firmeza y aprobar una declaración institucional de condena, con la habitual ambigüedad de Geroa Bai. O la necesidad de Podemos de condenar los hechos vendiendo su mercancía, al más puro estilo "algo habrán hecho".

Pero, sin duda, la reacción más impactante ha vuelto a ser la del Partido Socialista. Porque su portavoz en el Ayuntamiento de Pamplona, Maite Esporrín, ha afirmado haber sufrido "la agresión física de Curia y la agresión verbal de sectores conservadores y de Vox".

O la de la propia presidenta foral María Chivite, que comentaba en una entrevista radiofónica que "si algún partido político no ha rechazado, condenado, lamentado o impedido los acontecimientos, no me parece lo correcto, sinceramente".

"Es fácil empatizar con el hastío y con el dolor que genera ver cómo los mismos de siempre ensucian y machacan nuestras tradiciones"

Es curioso que desde las filas socialistas sepan apuntar con nombre y apellidos a quienes claramente no provocaron ningún incidente y, a la vez, sean incapaces de señalar a los sectores y las formaciones políticas que a ciencia cierta (y sólo hay que ver los saludos y las sonrisas que regalaban los miembros de EH Bildu) los jalearon o, directamente, los provocaron.

Pero este es el panorama que tenemos en Navarra. Un lugar donde los agredidos acaban siendo los provocadores. Donde los agresores no son señalados. Donde los cálculos políticos valen más que la dignidad de las personas.

Y con esto tenemos que lidiar. Y por eso hay mucha gente cansada y cabreada. Es fácil empatizar con el hastío y con el dolor que genera ver a los mismos de siempre ensuciar y machacar nuestras tradiciones.

A pesar de ello, sigo creyendo que nuestra contestación no debe ser la de responder a la intolerancia con más intolerancia y a los golpes con más golpes, sino la de, con el apoyo de los cuerpos policiales y mediante la resistencia pacífica, abarrotar todos los actos de nuestras fiestas con el ánimo de utilizar las manos únicamente para aplaudir.

Porque eso es lo que más duele a los fanáticos del horror y la amargura.

¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín! 

*** Alberto Bonilla es parlamentario foral por Navarra Suma.

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