Macarena Olona intenta entrar en la Universidad de Granada protegida por la Policía Nacional.

Macarena Olona intenta entrar en la Universidad de Granada protegida por la Policía Nacional. EFE

EN 300 PALABRAS

Macarena Olona en la Disneylandia de los mamporros

El problema no lo tienen los violentos, que a fin de cuentas son sólo el subproducto de ese simplismo populista que infecta la política occidental, sino unas universidades que han tolerado la impunidad de sus radicales.

16 septiembre, 2022 00:38

"Fuera el fascismo de la universidad" cantaban los radicales que han intentado impedir con violencia que Macarena Olona accediera al salón de la Universidad de Granada para dar la conferencia que estaba programada para la tarde de este jueves. Pero en Granada sólo había un grupo de personas que encajara en la definición de "fascismo" y eran ellos. Cuánto daño ha hecho el conocido (y falaz) meme de Karl Popper en las mentes jóvenes impresionables. Y también en las no tan jóvenes, a la vista de la provecta edad que atesoraban algunos de los que coceaban con más odio que fuerza en Granada. 

Son violentos de la misma especie de los que en abril de 2019 intentaron impedir que Cayetana Álvarez de Toledo hiciera lo propio en la Universidad Autónoma de Barcelona. O de la misma de los que en junio de 2018 intentaron impedir un homenaje a Cervantes en la Universidad de Barcelona. O de la misma de los que, en diciembre de 2019, boicotearon una conferencia del filósofo Pablo de Lora en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona en la que se pretendía hablar de transexualidad. 

Antes esto sólo pasaba en Cataluña y el País Vasco. Ahora pasa también en Granada. Algunos, sobre todo en el entorno de Unidas Podemos y sus escisiones, mareas y marejadillas, lo considerarán un gran avance. 

Como Cayetana en 2019, Olona también se ha negado a ceder frente a los violentos entrando por la puerta de atrás y se ha enfrentado a aquellos que intentaban agredirla.

Habrá quienes defiendan la tesis de que Olona, como Cayetana en su momento, debería haber cedido para evitar males mayores. ¿Aplicamos ese argumento a Ucrania, a los Sudetes de 1938 o a las caricaturas de Mahoma en Charlie Hebdo?

Radicales de extrema izquierda agreden a los asistentes a la conferencia de Macarena Olona.

Radicales de extrema izquierda agreden a los asistentes a la conferencia de Macarena Olona. EFE

Se ha convertido en habitual, casi en un deporte o una actividad de ocio más, que la extrema izquierda reviente en las universidades españolas los actos que considera "provocadores" o "inaceptables" o "apología del fascismo". 

Pero el problema no lo tienen los violentos, que a fin de cuentas son sólo el subproducto de ese simplismo populista que infecta la política occidental, sino unas universidades que han tolerado, y hasta protegido con mimo, la impunidad de sus radicales. Es difícil imaginar algo más dañino para esas universidades que esta degeneración acelerada de la convivencia y de la inteligencia en sus aulas.

Si hay algo que no pueden permitirse los españoles es que sus universidades se conviertan en la Disneylandia de los mamporros del único fascismo que existe hoy en España, y que es el de los que este jueves han intentado impedir que Olona hablara de lo que le diera la gana. La Universidad de Granada cargará con el estigma durante más tiempo del que, con total seguridad, desearía. Ya está tardando en identificar a los violentos, expulsarlos y denunciarlos en la comisaría más próxima. 

*** Cristian Campos es periodista y jefe de Opinión de EL ESPAÑOL. 

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