Si la UE quiere ser soberana necesita cumplir tres objetivos
Si la UE quiere hacer frente al desafío que plantea el chantaje de Putin, debe dar una respuesta común mediante una planificación colectiva de sus recursos energéticos.
A medida que nos acercamos a los meses más fríos del año, crece el temor de los líderes europeos sobre nuestra capacidad para mantener una postura firme frente a Rusia si la guerra en Ucrania se alarga.
Los Gobiernos empiezan a comprender que el caos que está generando Vladímir Putin en los suministros de energía europeos (bajo el pretexto del desacuerdo sobre los contratos o el mantenimiento de los oleoductos) no va a remitir. No hasta que los Estados de la UE comiencen a reaccionar y resistir colectivamente.
Los líderes europeos son, además, cada vez más conscientes de que probablemente, y como pretende Moscú, el fuerte aumento de los precios de la energía y de los costes de la vida en general les incapacitarán para aplicar sanciones más estrictas contra Rusia mientras esta continúa su cruel campaña en Ucrania durante el otoño.
Pero esta catarsis en los pasillos del poder no será suficiente. Se necesita honestidad política sobre la profundidad de la crisis a la que se enfrenta Europa. También, sobre la necesidad de que Europa planifique conjuntamente para el próximo invierno (y más allá) para resistir esta polifacética amenaza a nuestra seguridad.
En lugar de contemplar los crecientes precios de la energía de forma aislada, los ciudadanos europeos necesitan que sus líderes les hablen con franqueza sobre el panorama general. Porque Europa no es, ahora mismo, un actor en el juego geopolítico de la guerra de Putin en Ucrania. Somos un juguete, y otros toman las decisiones por nosotros.
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Cuando Alemania presiona a su aliado canadiense para eludir sus propias sanciones y con el fin de reparar el gasoducto Nord Stream 1 y poder mantener el suministro de gas ruso, Europa no está siendo soberana.
Cuando los Gobiernos europeos utilizan sus fondos de emergencia para asegurar los suministros basados en combustibles fósiles para el invierno, reemplazando lo que importaban de Rusia por algo similar; o cuando temen tomar decisiones estratégicas a largo plazo invirtiendo en la construcción de una seguridad energética sostenible, ampliando el sector renovable (como se prevé en la estrategia RePowerEU), Europa no está siendo soberana.
Y esta falta de soberanía va mucho más allá.
"Si los líderes europeos acuden a la COP27 habiendo dado marcha atrás en sus objetivos de descarbonización, su liderazgo climático global quedará en entredicho"
Si los líderes europeos acuden a la COP27 de Sharm el Sheikh en noviembre habiendo dado marcha atrás en sus objetivos de descarbonización, su liderazgo climático global quedará en entredicho.
Si no podemos, como mínimo, cumplir con los compromisos de desarrollo del Acuerdo de París, no tendremos ninguna posibilidad de cerrar la brecha de confianza con los países del sur, que se han abierto al financiamiento climático, al alivio de la deuda y al patriotismo de las vacunas. Y la transición hacia las emisiones cero de carbono estará en grave peligro.
El conjunto de emergencias provocadas por el calentamiento global en todo el mundo en 2022 recuerda, por sí solo, las implicaciones para el futuro de la humanidad de no mantenernos firmes en nuestros objetivos climáticos.
La honestidad con respecto a todo lo anterior (y que los líderes de la UE deben a sus votantes) no equivale a asumir que todo está perdido. Más bien implica tener claro que la profunda crisis en la que se encuentra sumida la UE no es sólo consecuencia de la falta de solidaridad, como a menudo se conceptualiza el problema. Es una crisis de seguridad en sentido estricto.
Cuando la UE pide a las empresas y a los consumidores que limiten su consumo de energía para ahorrar de cara al invierno no les está pidiendo que "hagan lo correcto", sino que se protejan a sí mismos.
Planificar y ahorrar juntos es un medio para un fin. El de permitir a la UE romper su dependencia de un perverso adversario que está tratando de transformar el orden global basado en reglas en un sistema regido por la ley del más fuerte. Uno en el que la UE, fundada sobre los principios de un Estado de derecho, tenga pocas esperanzas de sobrevivir.
Esta es la única manera de que la ambición del European Green Deal siga por buen camino, conservando el espacio para la inversión. Y no sólo en energías contaminantes provisionales, sino también en la ampliación rápida de la capacidad renovable de la UE.
Necesitamos trabajar juntos, planificando y poniendo en común nuestros recursos colectivos para equiparnos y plantar cara.
Los líderes de la UE deben esforzarse por lograr tres objetivos durante las próximas semanas, antes de que el frío empiece a apretar.
1. En primer lugar, una narrativa común en toda Europa, compartida por los Gobiernos, la industria y los consumidores sobre la necesidad de la descarbonización y la eficiencia energética que esté en el centro de nuestra transición energética. No pueden coexistir diferentes historias dentro de las fronteras de la UE.
"La UE debe examinar estratégicamente los recursos colectivos europeos para este invierno antes de que sobrevenga la más que probable escasez"
Los Gobiernos deben tener claro además que no saldremos adelante sin una acción conjunta de la sociedad europea. Tiene que haber una voluntad de compartir el coste político de este mensaje entre los Gobiernos de toda la UE.
2. En segundo lugar, un plan conjunto de resiliencia energética para este invierno en el que los Estados miembros planifiquen juntos y compartan suministros. El objetivo del Consejo de la UE de julio de una reducción del 15% en el consumo de gas para este invierno ha sido un paso positivo. Pero la disparidad de esfuerzos en los distintos países apunta a la necesidad de un cambio radical en el enfoque.
La UE debe examinar estratégicamente los recursos colectivos europeos para este invierno antes de que sobrevenga la más que probable escasez. Así podrá evitar que las bienintencionadas solicitudes individuales de un Estado miembro a otro se politicen, sembrando la semilla de la discordia.
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Este escenario forma parte del juego de Moscú y de su plan de cortes esporádicos del suministro de gas a los Estados de la UE. Por eso los países de la UE necesitan impedir, mediante la planificación conjunta, que ese plan se haga efectivo.
3. En tercer lugar, los notables beneficios asociados a la electricidad generada por las fuentes renovables no se están invirtiendo en la ampliación de la capacidad, a través de la energía eólica, la solar y el hidrógeno, debido a los retrasos en los permisos y a los insuficientes incentivos.
Los líderes de la UE deben redoblar en sus respectivos planes nacionales la ambición contenida en la estrategia RePower EU. Y ampliar masiva y rápidamente la energía renovable. La inversión y la respuesta deben ser iguales a la magnitud de la crisis.
La UE ha llegado a su momento whatever it takes en la crisis energética provocada por Putin. Afortunadamente, el camino a seguir es claro. Los Gobiernos europeos deben mostrar ahora valentía política para emprenderlo.
*** Susi Dennison es la directora del programa European Power del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).