La ira de Shakira, el adiós de Constantino, Fray Mondeño y Harry 'el listo'
Shakira, Constantino de Grecia, el príncipe Harry y Juan García "Mondeño"; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Shakira Mebarak
Como decimos en estos casos, no se habla de otra cosa. La ira de Shakira es es la comidilla. A ella debemos en versión vendetta la virilizada historia del amor que pudo ser y no fue, aunque ahora da la vuelta al mundo en millones de visualizaciones. No tan desgarrada como el clásico Rata de dos patas ("Rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho"…) que la mejicana Paquita la del Barrio dedicó al marido infiel, un tal Alfonso Martínez.
Lo de Shakira es más sofisticado, pero el despecho es el mismo. La letra de la canción compuesta al alimón con Bizarrap (Gonzalo Julián Conde) tiene distintas interpretaciones. La parte menos obvia y más sugerente es aquella en la que dice “Tanto que te las das de campeón y cuando te necesitaba diste tu peor versión”. Y luego: “No es culpa mía que te critique; yo solo hago música, perdón que te salpique”.
Entre rimas y ripios. Shakira modula con garganta de oro que ahora las mujeres facturan y no lloran. Abriendo heridas y haciendo caja a costa de las marcas: “Cambiaste un Ferrari por un Twingo” o “Cambiaste un Rolex por un Casio”. Pero también habla de sí misma: “Yo valgo por dos de veintidós”, que es un recado a la mujer innombrable, Clara Chía. A Shakira le motiva el nombre propio de “la otra”: “Tiene nombre de persona buena, claramente no es como suena”. O sea. Con final que suena a amenaza: “Ser feminista no va de poner la otra mejilla cuando una mujer te hace daño”.
A lo mejor tiene razón. Y Piqué puede que también. Las razones viven en los últimos pliegues de la intimidad. Lo visible tal vez consista en recordar que Shakira ya era Shakira antes de que Piqué fuese alguien.
Qué pena de desamor.
Constantino de Grecia
En los albores del martes pasado murió Constantino II, hermano de la reina Sofía, nuestra emérita, que había volado a la capital griega en compañía de su hermana Irene al conocer el empeoramiento del exmonarca. No se esperaba una muerte así de fulminante, aunque venía aquejado de salud frágil desde hace años. Falleció víctima de un derrame cerebral. Junto a su lecho estaban las dos hermanas, los cinco hijos, un puñado de nietos y el resto de la familia. Todos le lloraban.
Durante bastante tiempo. Constantino fue un hombre atado a una silla de ruedas. Con el rostro envejecido y la salud mermada, carecía de fuerzas para sostenerse en las muletas. Fue el último rey de Grecia. Apoyó el golpe de los coroneles en 1967, y ese recuerdo, mire usted por donde, y dicho sea entre paréntesis, funcionó como una experiencia luminosa en la mente del rey don Juan Carlos I para hacerle ver que su sitio estaba del lado de la democracia durante el intento golpista del 23 de febrero de 1981.
[Casa Real confirma la asistencia de Juan Carlos I al funeral de su cuñado, Constantino de Grecia]
A lo que íbamos. El exilio se llevó por delante a la familia real griega en pleno, que no regresaría al país hasta 2013, cuando Constantino se instaló en una de sus múltiples residencias. Su madre, la odiada reina Federica, fue la mujer que dominó su vida. Era de armas tomar a la hora de ejercer el ordeno y mando. Cuando el golpe de los coroneles arrastró a Constantino al exilio: “Hijo, márchate, un Rey de Grecia siempre vuelve”. Eso hizo. Constantino se fue precipitadamente a Roma, que habría de ser la primera estación de su espantada. En Roma, el rey Juan Carlos de Borbón le preparó unas maletas con unos cuantos trajes y se los mandó para que hiciera fondo de armario.
Le llamaban Tino y mañana será enterrado en el palacio de Tatoi, bajo el arrullo de los mares del este. Una veintena de casas reales, incluida la nuestra (Felipe VI y doña Letizia volverán a coincidir con los reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía), estarán presentes en los funerales. No de Estado, pero como si lo fueran, por el rango de las personalidades que tienen anunciada su asistencia. Eso obliga a movilizar muchos recursos oficiales.
Enrique de Sussex
Con él llegó el escándalo, como en la película de Vincente Minnelli (1960). También me inspira Shakira. Así que añado: los príncipes no lloran, los príncipes facturan.
El pequeño de los Windsor no ha necesitado escribir un libro para forrarse. Tampoco ha necesitado respetar la propiedad intelectual ni pedir permiso a los mayores de su familia para ponerlos a parir. Harry el listo (Harry el sucio, según otros) es producto de una época. Bon vivant, aficionado a los desnudos, por él hemos sabido que le gusta vestirse de nazi y matar soldados en Afganistán. Barbudo y pecoso (extremadamente parecido al jinete que enseñaba a montar a lady Di) desde muy pequeñito se aficionó a las niñas, a quienes siempre les buscaba las bragas.
Harry el vainas se ha puesto de moda a raíz del libro que ha publicado en dieciséis idiomas y que su padre, el rey Carlos III, ha puesto en manos de los abogados. En la sombra, se llama el libro inspirado por el hijo del rey de Inglaterra. Muchas de las anécdotas que revela en sus páginas son inéditas. Otras, por el contrario, muestran aspectos destructivos de una realidad que todavía hoy golpea su cabeza.
En su día Harry tuvo entre sus manos fotos del cadáver de Diana enredada entre los hierros del coche en el puente de Alma. Esas imágenes no las olvidará jamás. Por eso sabe a ciencia cierta que la última imagen que alcanzaron a ver los ojos de Diana fue el flash de un paparazzi.
No sé cómo se han distribuido los libros. A muchos nos han llegado, gratis et amore, directos a nuestro WhatsApp. Y por eso ya sabemos que se considera a sí mismo como es un repuesto de su hermano Willy, del mismo modo que la princesa Margarita lo era de la reina Isabel.
Si él lo dice…
Juan García "Mondeño"
Nacido en la miseria (1934), torero en los tiempos del No-Do, homosexual a escondidas (hasta que salió del armario, claro) y fraile durante unos meses (1964), muerto y enterrado a la edad de 89 años en Sanlúcar la Mayor (Sevilla) el día de Reyes del año que acabamos de estrenar. Puede que muchos no lo sepan o no se acuerden, pero Mondeño fue un torero importante en sus tiempos. Corría el año 1959 y las plazas españolas bullían de esplendor. Los toreros de la época se llamaban Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Manuel Benítez “El Cordobés”, Antonio Bienvenida, Ángel Teruel…
Para entendernos, Juan García "Mondeño" fue torero antes que fraile. Nació en Puerto Real, creció en una triste choza, se aficionó a los toros y tomó la alternativa en la Maestranza de manos de Antonio Ordóñez, el maestro de Ronda que fue buen amigo de Orson Welles y Ernest Hemingway.
En aquel tiempo ser torero era algo grandioso, pero Mondeño empezó a cansarse de la fama y en su pecho sintió la llamada de Dios y en su cabeza creció poco a poco la idea de hacerse monje. Más madera para la historia que está pidiendo a gritos una película de su vida. Me refiero a lo que en cierta ocasión dijo a un periodista: “Durante mucho tiempo soñé con ser cura, pero mi abuela me lo prohibió porque era comunista”.
Pasado el tiempo, abandonó los toros y se hizo fraile dominico. Las fotos de la época le muestran ataviado con túnica blanca y capucha. Su disfraz de fraile, sin embargo, no le llevaría muy lejos. Después de unos meses, Mondeño colgó los hábitos y se plantó en París, donde viviría una vida de lujo y esplendor con su novio. Los últimos años los vivió retirado del mundo en Sanlúcar.
Le llamaban Fray Mondeño.