Un Rey cajonero, la niña de Obregón y la salud del Papa Francisco
Felipe VI, Ana Obregón, el papa Francisco e Ibai Llanos; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Felipe VI
Fue en la plaza Fragela de Cádiz, junto al teatro Falla y la Casa de las Viudas, donde Felipe VI rompió la cuarta pared y se unió a la "cajoneada". Mejor cajoneada que cacerolada para el personaje público sometido al escrutinio de la calle. Seguro que algún político le ha venido alguna vez este pensamiento a la cabeza.
Lástima que la reina Letizia no pudiera calzarse unos vaqueros para acompañar a su marido. Estar estaba, pero no se arrancó. La foto barrió en el quiosco y se hizo viral en las redes sociales. Insólita imagen de un Rey que fue uno más tocando el cajón flamenco importado de América en el Cádiz milenario, pagano, liberal y descreído, donde sigue gobernando Kichi, el alcalde comunista que reniega de Podemos y califica a Yolanda Díaz de "ministra de pasarela".
La conexión de Cádiz con América Latina, que es de donde vino el cajón como elemento de percusión a dos manos, es muy antigua. Como las deliciosas habaneras de Cádiz recreadas al alimón por Carlos Cano y Antonio Burgos: "La Habana es Cádiz con más negritos; Cádiz, La Habana con más salero". Dos ciudades bañadas por el mismo mar. Y por la misma lengua. En Cádiz se ha celebrado días atrás el IX Congreso de la Palabra. No es que los gaditanos estén habitualmente callados, pero cuando llega la hora de expresarse, no hay latines que valgan frente al "guachisnai", el "quillo" o el "carajote". En realidad los gaditanos rajan como descosidos, pero la forma de hablar que emplean no coincide con la que se utiliza en otras provincias andaluzas como Granada o Jaén, donde la gente no dice "¿passa, picha?" o "empercochao" ni harta de vino.
Cádiz es una ciudad que solo se parece a sí misma. Y sólo en Cádiz podía ocurrir algo tan inesperado como la imagen del Rey tocando el cajón flamenco.
Ana Obregón
Por fin vive momentos felices. Disparatados también, pero de eso no hablaremos. Si a Tita Cervera se le consintió el mayor despropósito de España, por qué no habría de consentírsele a Obregón, que tanto ha sufrido. En fin.
Tras la muerte de su hijo Alex y sus padres, la sonrisa ha vuelto a la vida de la actriz, después de haber encargado una niña a un vientre de alquiler por medio de una agencia de Miami especializada en cigüeñas. Y a juzgar por los agravios que le llueven, le afean que haya cumplido 68 años y vaya por la calle presumiendo de bebé. El día menos pensado le pedirán que firme un autógrafo en los pañales de la niña. Pero eso no lo hará la ministra Irene Montero, que esta semana se remitía a la Ley del Aborto para recordarnos que "la gestación subrogada es una forma de violencia contra las mujeres". No es la única mujer objetora de esta práctica, asimismo considerada como una vulneración de los derechos de la gestante y del bebé. La ministra de Igualdad, así como su número dos, Rodríguez Pam, y como tantas otras feministas, ven en el alquiler de vientres una forma de explotación de mujeres pobres que dan hijos a mujeres ricas.
Salvo su ex, Alejandro Lecquio, y las hermanas de Ana Obregón, nadie sabía de las intenciones de la actriz, pero la operación ya estaba en marcha. Durante los nueve meses que duró el embarazo de la gestante contratada, Ana fue asumiendo poco a poco el proyecto que estaba en camino. Fue fácil. Por suerte para ella, Estados Unidos es uno de los pocos países donde la gestación subrogada es legal. Por el contrario, en España está prohibida. Y en el resto del mundo hay de todo. Antes de que estallara la guerra, Ucrania estaba sembrada de centros maternales (granjas, les llamaban) a los que acudían europeos de clase media en busca de un vientre de alquiler. Con la guerra, estos proyectos se han ido al traste. Las fábricas de niños, lo mismo que en Rusia, han desaparecido.
La niña de Obregón, que se llamará Ana, como ella, nació el pasado 20 de marzo en un centro médico de Miami. Y allí estaba ya la actriz dispuesta a atrapar la felicidad desde el minuto cero. Sin embargo, no todo el mundo comparte hoy los motivos que han llevado la alegría a su vida. Baste con asomarse a Twitter y leer unas cuantas líneas para darse cuenta de cómo se las gastan los amargados del mundo y el feminismo oficial. A Obregón no le perdonan que haya encargado una niña con cara de ángel, pero lo que menos le perdonan es que tenga 68 años, un bebé de cine y una nueva familia monoparental. Antes de que se impusiera el matrimonio homosexual, en la Cámara Baja los diputados ya andaban a la greña con la disyuntiva de moda: gestación subrogada sí, o gestación subrogada, no. Nunca se pusieron de acuerdo, aunque Ciudadanos fue el partido que estuvo más cerca de lograrlo.
Papa Francisco
Fue el miércoles pasado cuando sonaron las alarmas. El Papa había comenzado su discurso a modo de catequesis cuando un dolor agudo le alcanzó el pecho y el enfermero que le acompañaba consideró necesario llevarlo al hospital. Desde entonces en todas partes se habla el sustazo del Papa. También en Madrid, donde Manuela Carmena, atea a la vez que fan del pontífice, asistía en la Facultad de Derecho de la Complutense a un acto con motivo de los diez años de Papado que ha cumplido Francisco I.
A Bergoglio le consta que un padrenuestro de Carmena mueve montañas. De ahí que sienta por ella una especial simpatía. En su entorno se ha dicho que la exalcaldesa de la capital de España, atea como la que más, será canonizada en Roma cuando llegue el momento.
Todos los políticos de Madrid, desde Ayuso a Carmena o Almeida, han ido en procesión a ver al pontífice. Francisco es especialmente fiel a Manuela, de ahí que cuando le presentaron a José Luis Martínez Almeida, al alcalde de ahora, al Papa se le achicó la sonrisa: "¿Pero de verdad que es usted el sucesor de la ilustre Manuela?", dijo con la aparente ingenuidad de quien no quiere quedar mal con nadie.
El Papa volverá a las andadas. Es lo suyo. Tiene una fortaleza envidiable y ayer le dieron el alta. Llevará a cabo todos los oficios de la Semana Santa. Los médicos están alerta, y los cardenales, ni te cuento. Obispos, arzobispos, presbíteros, diáconos y monjas de toda condición, rezan por su salud. Lógico. Cada vez que tose el Papa, el Vaticano se prepara para un cónclave.
Ibai Llanos
Lo primero que supe del bilbaíno Ibai Llanos es lo segundo que supe de Gerard Piqué, Ahora todos se me aparecen mezclados, incluida ella, Shakira Isabel, la reina de todas las músicas, la mujer que cautiva a las masas con su voz de contralto dramática. No hay más que seguir los movimientos de su cuerpo mientras el vasco asiente con la cabeza en señal de gozo.
Junto a Shakira, en el escenario, Alejandro Sanz, del que un día dije pestes a mi pesar, y Maluma, del que no diré nada hasta que no me haya cansado de oír a Silvia Pérez Cruz, que pudo ser vecina de Pla si Pla no se hubiera muerto.
Vuelvo a Ibai, el medio vasco, medio catalán, que pone cara de mover el esqueleto pero no se atreve. Ibai será algún día el más rico del cementerio. Aunque de momento se conforma con ser el streamer de moda –con permiso de "Ninja"- y el presentador de deportes más sedentario de Europa. El otro día, en el Nou Camp, Ibai y Piqué, el gordo y el flaco, metieron con calzador a casi cien mil personas para ver a lo lejos un partido de futbol en miniatura (siete contra siete a campo y porterías achicados). El ex de Shakira y el famoso creador de contenidos en las redes sociales van a medias en el negocio bautizado como King League y, al hacer cuentas tras la final a cuatro del domingo 26, se palparon los bolsillos con gesto codicioso y feliz. No me extraña, habían reunido en el estadio a 92.000 espectadores, mientras dos millones de personas habían seguido el acontecimiento por internet.
Un día vi a Jordi Évole entrevistando a Ibai y me pareció un tipo divertido y generoso, también oportuno y abundante. Pero no lo veo tirando penaltis. En la previa de la final del domingo pasado, tiró uno a modo de entretenimiento del personal. No solo lo falló, sino que se le vio el tomate que llevaba en uno de sus calcetines. Y, claro, la cosa se hizo viral inmediatamente.