Soldados polacos durante unos ejercicios conjuntos en Kiev, Ucrania, en 2021.

Soldados polacos durante unos ejercicios conjuntos en Kiev, Ucrania, en 2021. Reuters

LA TRIBUNA

La UE continúa necesitando a la OTAN

La UE nunca se convertirá en la principal responsable de la defensa colectiva occidental, pero puede contribuir más a la defensa territorial en el contexto de la OTAN.

27 junio, 2023 02:49

Y, de repente, todo el mundo ha empezado a hablar de la defensa de Europa.

En febrero de 2022, la invasión de Ucrania certificó que la idea de que la interdependencia de los estados europeos es un seguro de vida frente a conflictos y guerras en su territorio es una falacia. Desde luego, no se aprendió nada en los Balcanes. Vladímir Putin hizo saltar por los aires la supuesta garantía de defensa europea y todos, sonrojados, asumieron que estábamos en un Zeitenwende. Un momento decisivo en la historia, como lo definió el canciller alemán Olaf Scholz

Fue esa pusilanimidad, precisamente, la que envalentonó a Putin para lanzar sus hordas sobre Kiev. Pero lo que no esperaba el zar es que su propia invasión galvanizaría la errática política de defensa europea. No en vano, muchos países anunciaron que aumentarían sus presupuestos militares. Los pocos que ya se lo tomaban en serio o que tenían, al menos, una hoja de ruta, redoblaron la apuesta.

Un marine estadounidense durante unos ejercicios en Noruega, 2022.

Un marine estadounidense durante unos ejercicios en Noruega, 2022. Reuters

Francia, por ejemplo, anunció un incremento del 7,4% en su presupuesto de Defensa. Reino Unido aprobó un crecimiento del 2 al 3% de su PIB. Otros, como Polonia, Rumanía, Bélgica o Países Bajos, así como bálticos y nórdicos, anunciaron planes para aumentar su gasto en defensa hasta el 2% o incluso más. Hasta los más remolones se desperezaron, véase el histórico anuncio de Alemania de destinar 100.000 millones de euros adicionales para 2022.

Para canalizar de manera más eficiente la ayuda a Ucrania, la UE activó el Fondo de Paz Europeo. 2.500 millones de € de ayuda para siete años que al poco se elevó a 5.500. Además, se aprobó una misión militar destinada a entrenar a 15.000 soldados ucranianos en la Unión Europea.

"Quizá debamos agradecerle a Zelenski y a la subida de la gasolina que hayan obligado a la UE a abordar un tema que llevaba pendiente años"

Aunque esto pueda parecer poco en comparación con los 50.000 millones de dólares en ayuda aprobados por el Congreso de Estados Unidos, representa una medida sin precedentes. De hecho, es la primera vez que las instituciones europeas proporcionan directamente ayuda militar (y letal) a un tercero.

Quizá debamos agradecerle al genio mediático Zelenski y a la subida del aceite de girasol y de la gasolina que nos hayan obligado a abordar con decisión un tema que llevaba pendiente ya varios años. Porque Europa no está tan segura como creíamos y hay que actuar.

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Incluso antes de febrero del 22, concretamente en 2020, cuando el Kremlin ya asomaba la patita por debajo de la puerta, la Unión Europea, poco inclinada a invertir en defensa, lanzó el Fondo Europeo de Defensa con unos objetivos conservadores traducidos en 8.000 millones de euros para el periodo 2021-2027. Una cifra que, lamentablemente, ya era ridícula comparada con los presupuestos nacionales de Defensa, así como del todo insuficiente cuando explotó el primer bombazo en Ucrania. Pero algo era.

Los motivos para considerar que Europa respondió, al fin, en el terreno militar son por tanto fundados. Sin embargo, una vez terminado el primer turno de la partida, el porvenir ofrece una gran cantidad de interrogantes para los que interesaría tener ya respuesta.

Por un lado, es cierto que el gasto en defensa está aumentando en general. La Comisión Europea calcula un incremento total de 200.000 millones de euros. Pero el gasto no está aumentando en todas partes, ya que existen notables diferencias entre los miembros del norte y del este respecto a los del sur y el oeste. Debido a la inflación, o quizás excusados por la misma, algunos países cuestionan la prioridad de este esfuerzo.

Por otro lado, hay evidencias de que el gasto como tal no implica su eficiencia. Esto se debe a las propias capacidades industriales europeas, en ocasiones insuficientes para satisfacer este aumento de la demanda. Algo que es un círculo vicioso ya que las empresas del sector dudan de que la financiación dure lo suficiente como para renovar sus líneas de producción.

Un ejemplo. Alemania necesita sustituir urgentemente sus obsoletos cazas Tornado. La ausencia de alternativas europeas avanzadas, como el Future Combat Air System franco-alemán o el Tempest británico-italiano-sueco, aún en fase de desarrollo, obligan a mirar más allá. Berlín, pero también Suiza, Finlandia y Polonia, ha decidido comprar los F-35 estadounidenses, como ya hicieron Reino Unido, Dinamarca, Italia, Noruega y Países Bajos.

Este ejemplo se replica con otros productos que se compran a Israel o Corea del Sur. Es la tiranía del corto plazo. Por la falta de una estrategia previa, se compra, sencillamente, lo que hay a la venta.

El cuadro se completa con la clásica atomización política. A pesar de los problemas presentes y, sobre todo, futuros, se evidencia una escasa propuesta en común a largo plazo. De ahí que el 90% de las inversiones en Defensa se invierten en las propias industrias nacionales, poco motivadas por unas instituciones en demasiadas ocasiones maniatadas por la burocracia. 

"En la Cumbre de Madrid de 2022, la OTAN acordó crear un contingente de 300.000 soldados en estado de alta disponibilidad en Europa"

Es significativo que sea la OTAN, un ente supranacional y claramente dominado por Estados Unidos, el vertebrador de nuestra defensa, a pesar de dar signos de fatiga en la última década. La invasión ha sido un revitalizador de la OTAN y esta no sólo ha demostrado una unidad sin precedentes, sino que también ha vehiculado la ayuda militar a Zelenski.

Así pues, si la OTAN va a seguir siendo el principal centro operativo para garantizar la defensa de Europa, ¿para qué asumir el esfuerzo titánico de empoderar a la UE?

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En la Cumbre de Madrid de 2022, los dirigentes de la OTAN acordaron crear un contingente de 300.000 soldados en estado de alta disponibilidad en Europa. Si la mayor parte de este amplio paquete de fuerzas fuera de origen europeo, lo que parece más lógico y probable, hablaríamos de facto del tan soñado ejército europeo. Pero auspiciado por la OTAN, no por la UE. 

Con Estados Unidos cada vez más centrado en China y el Indopacífico, y a pesar de las iniciativas recientes, obligadas por la guerra de Ucrania, parece que el objetivo de una UE militarizada con su propia agenda e independiente en Defensa es más una quimera que una posibilidad. Seguiremos, por tanto, necesitando el apadrinamiento de Estados Unidos y de la OTAN.

Pero eso tiene por qué ser del todo malo. La UE nunca se convertirá en la principal responsable de la defensa colectiva occidental, pero puede contribuir más a la defensa territorial en el contexto de la OTAN. Como dice Josep Borrell: "La UE tiene que desarrollar una capacidad militar autónoma. No para competir, no para duplicar. Sino para complementar lo que ya se hace en la OTAN". 

*** Andrés Ortiz Moyano es periodista y escritor.

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