Un pacto de Estado para salvar la Sanidad
Las reformas pendientes de nuestro sistema sanitario son una de las razones más sólidas para una coalición de PP y PSOE.
Tras la intensa y larguísima campaña electoral para las elecciones autonómicas y municipales del 28 mayo, el presidente sorprendió a todos los españoles con un adelanto electoral para el 23 de julio. Más allá del desatino de convocar elecciones en mitad del periodo estival, quienes estamos preocupados por la necesidad urgente de acometer reformas en nuestro sistema sanitario vivimos el adelanto con alivio, frente a la posibilidad de que todo siguiera paralizado hasta final de año.
El problema es que, celebradas las elecciones anticipadas, se ha venido abajo la posibilidad de conformar un gobierno medianamente estable. Desgraciadamente, hemos vuelto a la casilla de salida con respecto a la paralización de las reformas que requiere la sociedad en general y la sanidad en particular.
Como hace este periódico en su línea editorial, son muchas las voces que están pidiendo a gritos que se llegue a un acuerdo entre los principales partidos que nos permita arrancar la legislatura. Que permita afrontar de la mano, al menos durante un par de años, las reformas que necesita nuestro país en temas tan importantes (como nos recordaba recientemente mi admirado Gregorio Marañón), como la Justicia, la Educación o la Sanidad.
Pero me temo que todo quedará en un loable intento y nada más.
Sin duda, todos los asuntos pendientes de reforma son importantes. La de la Justicia es fundamental por la obligatoriedad legal de renovar los principales órganos de nuestro ordenamiento jurídico. También para que los retrasos y la lentitud de las actuaciones judiciales no sean la regla, sino la excepción.
Y qué decir de la Educación. Hasta ocho leyes educativas distintas hemos tenido en lo que llevamos de democracia. Sus consecuencias se pueden ver en la valoración de nuestro sistema educativo en los preocupantes informes de la OCDE.
Pero, sin duda alguna, las reformas que no pueden esperar ni un minuto más son las que necesita nuestro sistema sanitario. La intención de acometerlas, por cierto, ha quedado plasmada con mucho énfasis y de diferentes formas en los programas de todos los partidos políticos. Algo que da prueba de su carácter perentorio.
Porque los retrasos en la Justicia son un infortunio que sólo produce injusticia en los españoles que necesitan de ella, eternizando trámites que son indispensables para sus vidas. Pero estas las conservan.
Los problemas de la Educación, por su parte, condenarán a generaciones enteras de españoles a ser mucho menos competitivas que los profesionales de otros países. Es decir, seremos más ineptos. Pero al menos estaremos vivos.
"Si se generan diferencias abismales en el nivel de coberturas entre unas CC. AA. y otras, se está produciendo un perjuicio de difícil justificación"
La diferencia, sin embargo, es que la Sanidad y los problemas que arrastra tienen consecuencias inmediatas en la morbimortalidad de los españoles. Es decir, la gente enferma se muere o no se cura por la falta de reformas en un sistema sanitario público que languidece desde que acabó la pandemia. Y sin que apenas, por las circunstancias políticas vividas hasta ahora, haya habido ningún cambio.
Pongamos algunos ejemplos muy sencillos y obvios para todo aquel que quiera ver.
1. Hay varios millones de personas pendientes de consultas con especialistas y de pruebas diagnósticas. Y no hablo de los 800.000 pacientes que están en la lista de espera quirúrgica, porque más allá de la merma de su calidad de vida, al menos ya están diagnosticados. Hay muchos de ellos con procesos graves sin diagnosticar y cuyo retraso les va a suponer una disminución más que evidente de sus posibilidades de curación. Si no les lleva de forma directa al cementerio.
2. Si no tenemos los mecanismos necesarios para incorporar los fármacos innovadores, o hay un retraso de más de 600 días en hacerlo, es patente la pérdida de oportunidades que padecen los pacientes que se podrían beneficiar de las mismas. Si además se generan diferencias abismales en el nivel de coberturas y prestaciones entre unas comunidades autónomas y otras por una manifiesta falta de equidad en el sistema, se está produciendo un perjuicio y una diferencia entre unos españoles y otros de difícil justificación.
3. Si tenemos un problema de motivación, de burnout o de falta de profesionales, con un panorama a medio plazo desolador que implica la necesidad de incorporar decenas de miles por jubilaciones en los próximos años, es meridiano que esto afectará directamente a la salud de toda la población si no tomamos medidas para contrarrestarlo hoy.
4. Si mantenemos un sistema sanitario que excluye a los enfermos ancianos, (simplemente porque se pretende asimilar sus patologías a problemas sociales fruto de la edad para no tener que financiarlos, cuando son problemas puramente sanitarios), es más que previsible cómo acabarán como consecuencia del abandono y la desatención por parte del Estado.
"La falta de adaptación de nuestro sistema sanitario lo hizo incapaz de digerir los efectos de la paralización de la actividad sanitaria normal"
Y así podríamos seguir con muchas más situaciones relacionadas con problemas sanitarios que se traducen en muerte y enfermedad en nuestra población. Por falta de consenso, y tras una pandemia como la vivida, no hemos sido capaces en estos años de aprobar ni siquiera la creación de la tan necesaria Agencia de Salud Pública. Dios no quiera que surja una nueva pandemia, porque mucho me temo que las consecuencias serían parecidas.
Hay que recordar, además, que tras los dos durísimos primeros años de la Covid-19 (en los que fallecieron más 120.000 personas sólo por la falta de adaptación de un sistema sanitario incapaz de digerir los efectos de la paralización de la actividad sanitaria normal), en el año 2022 sufrimos un exceso de mortalidad del 10% por encima de lo esperable. Es decir, otras 30.000 vidas extra.
[Opinión: Consenso o polarización]
Nuestro sistema sanitario está en periodo de descuento desde hace muchos meses. No podemos seguir de brazos cruzados mientras se sigue desmoronando, con infaustas consecuencias para la población.
Además, no lo tenemos tan difícil. Porque de la crisis sanitaria al menos quedó, allá por el mes de julio del año 2020, un documento para la reconstrucción del sistema económico y social. Incluía un apartado dedicado al sistema sanitario que fue aprobado por los dos grandes partidos, y que representó un verdadero pacto de Estado para reformarlo.
Sólo hay que sacarlo del cajón, preocuparse por la salud de los españoles y ejecutarlo.
La Sanidad no se puede permitir más demoras. La elección es sencilla. O un pacto de Estado o más muerte, enfermedad y pérdida de calidad de vida.
*** Juan Abarca Cidón es presidente de la Fundación IDIS.