El Lehendakari Iñigo Urkullu saluda al exentrenador de fútbol Javier Clemente durante la gala de los Premios Sabino Arana 2023, en el Teatro Arriaga, el pasado domingo en Bilbao.

El Lehendakari Iñigo Urkullu saluda al exentrenador de fútbol Javier Clemente durante la gala de los Premios Sabino Arana 2023, en el Teatro Arriaga, el pasado domingo en Bilbao. H.Bilbao / Europa Press

LA TRIBUNA

Javier Clemente apoya a quien le desprecia

Clemente debe reconocer que el PNV considera que los vascos son mejores que el resto de españoles y no sólo "distintos", como él defiende.

30 enero, 2024 01:33

Siempre me ha caído bien Javier Clemente. Pero sólo por una cosa. Cuando fue entrenador de aquel Athletic que ganó dos Ligas y una Copa demostró, aunque fuera por una vez, que en la Liga española, en la que entonces jugaban estrellas como Maradona y Schuster, un equipo con jugadores de la cantera podía ganarlo todo.

A partir de ahí, su deriva deportiva fue a peor, aunque llegara a ser entrenador de la Selección Española.

Lo que él siempre quiso fue entrenar al Athletic, pero por muchos años. Como Alex Ferguson en el Manchester United. Durante 27 años, Ferguson ejerció de director técnico en el histórico club inglés y lo controló todo: el fútbol base, el primer equipo, la planificación, los fichajes. Todo.

Qué más hubiera querido Javier Clemente que ser eso y solamente eso. Pero en la directiva del Athletic no supieron estar a la altura. A la primera dificultad, cortaron por lo sano y le echaron.

Y esa pena la llevó siempre consigo. Hasta hoy.

Clemente sigue viviendo aún de la ensoñación de lo que pudo haber sido y no fue. Clemente nunca sabrá si no consiguió ser lo único que siempre quiso ser porque no era lo suficientemente vasco o porque los directivos del Athletic no tuvieron los arrestos para mantenerle en el cargo.

No comparto la actitud de Clemente hacia el nacionalismo vasco. Porque Clemente no ha leído ni siquiera una línea de las obras de Sabino Arana, el personaje que da nombre al premio que recibió este domingo.

En esas obras, Arana dice de manera explícita que las personas como Javier Clemente Lázaro sobran en el País Vasco.

La mayoría de los nacionalistas vascos de hoy son como Javier Clemente. Cuando Clemente subió a recoger el premio en el Teatro Arriaga de Bilbao, otorgado todos los años por la Fundación Sabino Arana del PNV en conmemoración del nacimiento de su fundador un 25 de enero de 1865, la gente esperaba oír algunas de sus gracietas típicas.

"El nacionalismo de Javier Clemente es el de la gente que se siente diferente por vivir en País Vasco, aunque no sepa ni una palabra de euskera"

Pero lo que Clemente dijo fueron sólo dos cosas, que además ya ha dicho muchas veces.

Una, que los vascos somos diferentes. No mejores, sino diferentes.

Y la otra, que los vascos tenemos respeto por todo el mundo.

Pero ¿quién es Javier Clemente para hablar en nombre de todos los vascos? 

Clemente es alguien que siempre tuvo que luchar contra el runrún del ambiente supremacista en el que vivía. Incluso en tiempos de Franco, que es cuando más a rajatabla se llevó en el Athletic la política de fichajes.

Runrún según el cual él, justamente él, no era vasco ni nada que se le pareciera.

Pero como Clemente había nacido en Baracaldo y se había criado futbolísticamente en la cantera, podía aspirar a jugar en el Athletic de los Iríbar, Aranguren, Igartua, Larrauri, Argoitia, Uriarte y Arieta.

En efecto. Javier Clemente Lázaro no es "vasco por los cuatro costados", como dice el dicho nacionalista. Procede de Zamora, de donde era uno de sus abuelos, y de Palencia, de donde era una de sus abuelas.

[Clemente: "Queremos una selección vasca, pero no dejaremos de veranear en Marbella"]

De los otros abuelos no sabemos su procedencia. Algo muy típico de los nacionalistas como Clemente que ignoran, o dicen ignorar, o no dicen nada, de dónde eran sus antecesores.

Javier Clemente es el nacionalista más típico que pueda haber. Tan típico que ahora han elegido a uno como él, Imanol Pradales Gil, de origen burgalés y sin apellidos eusquéricos, para que represente al PNV en las próximas elecciones autonómicas.

El nacionalismo de Javier Clemente es el de la gente que se siente diferente por vivir en Euskadi. De esos que, por ser de la edad de Clemente y no haber ido a la escuela nacionalista actual, no saben euskera ni tienen necesidad de saberlo, salvo las cuatro palabras que repite todo el mundo.

Cuando Clemente subió a recoger el premio Sabino Arana no dijo ni siquiera egun on (buenos días) o eskerrik asko (muchas gracias). Absolutamente nada en euskera.

"Lo que el PNV entendió del discurso de Clemente fue lo contrario de lo que él dijo: que los vascos son distintos porque son mejores"

Pero los nacionalistas como Clemente, aunque no sepan euskera, se sienten diferentes. Por el paisaje, por el clima, por los pocos vascos de caserío que quedan, pero que dan carácter al resto.

Pero, sobre todo, por la forma de hablar español, tan típica de Clemente, que parece que está siempre enfadado. 

Y de aquí se deducen dos problemas mayores de orden político, que trascienden el ámbito sociológico.

El primero, que ningún otro partido como el PNV sabe representar esa forma suave, pero profundamente diferenciada, de ser de aquí (vasco, muy vasco) sin tener que dejar necesariamente de ser español.

El segundo, tener luego que aguantar que dentro del PNV haya supremacistas que sí se creen mejor que el resto de españoles. Son los que controlan al partido y llevan a la gente adonde no quiere ir: al supremacismo y el independentismo.

Y entonces es cuando la postura de Javier Clemente, y de tantos como él, pierde toda la coherencia y queda convertida en una caricatura. En un muñeco de guiñol.

Porque Clemente tiene que reconocer, le guste o no, que quienes mandan en el partido nacionalista del que se proclama seguidor, y del que no le importa recibir un premio, lo que quieren realmente es separarse del resto de España. Porque se consideran no distintos, sino superiores.

Y así, su discurso cobra todo su sentido. Sólo que al revés. Porque lo que todo el mundo en el Teatro Arriaga, empezando por el lehendakari Urkullu y siguiendo por el presidente Ortuzar, le entendió a Javier Clemente cuando habló fue justamente lo contrario de lo que él mismo dijo.

Entendieron que los vascos son distintos, sí, pero porque son mejores. Lo que de verdad pide el PNV es que el resto de los españoles les respeten por decirles a la cara que se consideran mejores que ellos.

Ojalá que el PNV de Javier Clemente fuera el PNV de verdad. Pero no lo es.

*** Pedro Chacón es profesor de Historia del Pensamiento Político de la UPV-EHU.

La comparsa La oveja negra.

La oveja negra que nos ha devuelto la fe en el Carnaval de Cádiz

Anterior
El expresident catalán Carles Puigdemont, en una foto de archivo.

En la cabeza de un diputado del PSOE que vota la amnistía

Siguiente