Sánchez se cree realmente sus propios bulos
Es cómico que alguien con una hemeroteca tan conflictiva como Sánchez, un collage de fotos inconexas sin guion, se haya erigido en paladín de la verdad.
Sánchez comenzó su cruzada contra los bulos emitiendo uno en directo. En TVE.
Ocurre con él una cosa curiosa. Uno escucha a Bolaños decir que la Comisión de Venecia avala la amnistía y sabe inmediatamente que está mintiendo. Es decir, el oyente no sólo sabe que lo que dice el ministro es falso, sino que éste también lo sabe y está faltando a la verdad deliberadamente.
Detectar los signos que involuntariamente emite un fullero ha sido una habilidad muy necesaria desde los cazadores recolectores, y hora la llevamos incorporada de fábrica. Pero como Sánchez no muestra vergüenza ni turbación cuando suelta trolas descaradas, el oyente duda un poco.
¿Será que cree en lo que dice? ¿Podría ser que tenga algo de razón? Spoiler: no a la segunda, la primera requiere un matiz.
Quiero decir que debería ser inmediatamente cómico que alguien con una hemeroteca tan conflictiva como Sánchez se erigiese en paladín de la verdad. O que denunciara el acoso del rival político quien ha convertido la estigmatización de media España en pilar maestro de su política. O que propusiera iniciar la "regeneración democrática" quien, no sólo lleva seis años gobernando, sino que acaba de redactar una Ley de Amnistía con los beneficiarios de ésta a cambio de sus votos.
Pero la risa no acaba de brotar porque Sánchez parece sinceramente sorprendido cuando, por ejemplo, se le recuerda que el respeto a los familiares que predica se lo saltó él mismo ante los de Ayuso y Feijóo. ¿Y eso qué tendrá que ver? parece pensar, y esta puede ser la clave: el presidente no experimenta la menor necesidad de mantener una mínima coherencia, y por eso no emite señales de estar mintiendo.
¿Cómo me recordará la historia?, preguntaba a un atribulado Màxim Huerta que en esos momentos tenía otras preocupaciones en mente. De momento sabemos cómo le gustaría a él ser recordado: como un collage de fotos inconexas. En una aparece con gafas de sol en el Falcon –qué risa la pinta inicial de Albares- y en otra con cara de preocupación por el problema palestino.
"Las democracias empiezan a morir no sólo cuando se infringen las reglas escritas, sino también cuando se vulneran las no escritas"
Y ya está. No hay nada más. En Sánchez no hay guion: no es una serie de Netflix, sino un álbum Hofmann. Todo esto parece delatar una estructura emocional y moral peculiar, y si fuera una persona ordinaria nos limitaríamos a poner un aviso de no contestar en el móvil. Pero él es el presidente.
Levitsky y Ziblatt explicaron que las democracias empiezan a morir no sólo cuando se infringen las reglas escritas, sino también cuando se vulneran las no escritas. Incluían entre estas la tolerancia, la aceptación de que el rival político tiene todo el derecho a competir por el poder político y a acceder a él, y la autocontención, es decir, el compromiso de no forzar las costuras de las instituciones y la propia democracia.
Está claro que lo de las reglas no escritas ya está perdido con Sánchez, pero al menos habría que impedir que vulnere también las escritas. Y, dentro de su proyecto de "regeneración democrática", ya ha anunciado su intención de dinamitar un par de ellas, el respeto a un Poder Judicial independiente y a una prensa libre.
Así que Sánchez se ha convertido en una prueba de esfuerzo para la democracia, como esos émbolos que se ponen en los sofás de Ikea para ver cuánto pueden aguantar. También es como echar agua en un recinto para ver las grietas por las que la democracia puede escapar, como una justicia politizada o una prensa servil.
Si la democracia española se mantiene indemne, habremos aprendido un montón gracias a él. Si se mantiene.
*** Fernando Navarro es exdiputado de Ciudadanos y exviceconsejero de Transparencia en Castilla y León.