Prostitutas, opresoras sexuales y proxenetas
Opresoras sexuales son esas mujeres que quieren imponer a los demás su moral sexual. Las que dicen cómo, cuándo y con quién se pueden mantener relaciones sexuales.
Las prostitutas son mujeres que acceden a mantener relaciones sexuales por dinero. Pero sólo son prostitutas las que mantienen ese comercio carnal libremente. A veces llevadas por la necesidad, como en tantos trabajos penosos.
Las que realizan actos sexuales obligadas, con distintos niveles de forzamiento, no son prostitutas, son esclavas sexuales.
Y quienes, igual que ocurre con otros trabajadores, quieren comerciar con su cuerpo, pero son sometidas a condiciones abusivas, son mujeres explotadas, pero tampoco prostitutas.
En este mundo en el que el fraude de etiquetas es el pan nuestro de cada día, hay que decirlo de forma clara. Prostitutas sólo lo son las mujeres que libremente acceden al sexo comerciado.
Opresoras sexuales son aquellas mujeres que quieren imponer a los demás su moral sexual. Las que dicen cómo, cuándo y con quién se pueden mantener relaciones sexuales. Esas que se permiten descalificar a alguien porque no encaja en la normalidad sexual que ellas mismas han definido.
Me refiero a esas mujeres, algunas con responsabilidad política y otras sin ella, que se han dejado engañar por el discurso del ejército de las nuevas redentoras de la moral sexual. Que han concluido que privar de su libertad a otras mujeres imponiéndoles comportamientos y doctrina moral es su gran contribución a la convivencia.
"Las prostitutas, y las mujeres en general, no necesitan ese lenguaje paternalista que habla de 'rescates orientados' hacia vidas ordenadas y normales"
Son opresoras aquellas que dicen "¡abandonad el puterío y arrepentíos!". También las que, utilizando su poder, quieren que las prostitutas abandonen su oficio sin ofrecerles alternativa.
Son esas que les dicen a quienes tienen sexo por dinero que abandonen gratuitamente su trabajo, aunque muchas no quieran eso. Quieren su trabajo. O lo prefieren a otras alternativas.
Las prostitutas, y las mujeres en general, no necesitan ese lenguaje paternalista que habla de "rescates" orientados hacia vidas "ordenadas" y "normales". No precisan instituciones de redención social.
Las opresoras, organizadas institucionalmente, son la caricatura de un feminismo de patronato, protector de un nuevo orden moral para la mujer. Orden impuesto sólo por ser mujer y que abandera la represión del trabajo sexual.
Proxenetas son aquellos que intervienen de forma directa en el tráfico sexual explotando a las mujeres, esclavizándolas u obligándolas a mantener relaciones sexuales para su beneficio.
Son proxenetas y, a veces, violadores. Porque cuando obligan a una mujer a mantener relaciones con un hombre, ellos cometen delito de violación. Algo de lo que generalmente no se dan cuenta nuestros fiscales, dejándose en el tintero el delito más grave de toda la actividad delictiva desarrollada por los proxenetas.
De las tres categorías mencionadas, la de las prostitutas, la de las opresoras sexuales y la de los proxenetas, las primeras son ciudadanas honradas a las que hay que proteger y que desarrollan su trabajo como lo llevan a cabo otros trabajadores.
Las opresoras son gente autoritaria, enemigas de la libertad y peleadas con la democracia, y a las que hay que vigilar.
Los proxenetas, sencillamente, son delincuentes a los que hay que reprimir.
*** Francisco Javier Álvarez García es catedrático de Derecho Penal de la Universidad Carlos III.