El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciando el reconocimiento del Estado de Palestina en el Palacio de la Moncloa. 28 de mayo de 2024.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciando el reconocimiento del Estado de Palestina en el Palacio de la Moncloa. 28 de mayo de 2024. Europa Press

LA TRIBUNA

Los peligros de reconocer prematuramente un Estado palestino

El Gobierno español ha enviado el peor mensaje posible a los palestinos: se les recompensa por la masacre del 7 de octubre y se les exime de cualquier responsabilidad por sus actos pasados, presentes y futuros.

30 mayo, 2024 02:17

Ahora que España, Irlanda y Noruega han reconocido formalmente un Estado palestino y otros países planean hacerlo, es primordial abordar la cuestión como una abominación moral que recompensa al terrorismo de Hamás y como un desastre práctico que dificultará aún más cualquier posibilidad de solución al conflicto palestino-israelí.

Este reconocimiento se produce tras la reciente votación de la Asamblea General de la ONU a favor de la admisión de Palestina y del veto de los Estados Unidos a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la cuestión.

Seamos claros desde el principio. Para muchos de nosotros, el objetivo final es lograr una solución de dos Estados que dé paz y seguridad a los dos pueblos de la región.

Funeral de un soldado israelí en Tel Aviv.

Funeral de un soldado israelí en Tel Aviv. Reuters

La oposición al reconocimiento unilateral del Estado palestino no es una negativa a la solución de los dos Estados, sino un ingrediente necesario para lograr ese objetivo.

Para empezar, el reconocimiento unilateral, como respuesta a la masacre del 7 de octubre, es inmoral.

No solamente es una recompensa a un comportamiento bárbaro (la brutalidad perpetrada contra más de 1.200 seres humanos en Israel, y que incluyó asesinatos, violaciones y secuestros), sino también una justificación de ese día, ya que implica apoyar la tesis de que las acciones de Hamás fueron en realidad una forma de resistencia a la ocupación israelí y a la ausencia de un Estado palestino.

La respuesta adecuada tras el 7 de octubre debería haber sido un claro rechazo de Hamás, el apoyo a la eliminación de la organización terrorista y la exigencia a los palestinos de que rechacen el terror, todo ello con el objetivo de que en el futuro puedan iniciarse verdaderas negociaciones entre las partes.

En segundo lugar, el reconocimiento de un Estado palestino pretende eludir el único camino que podría conducir finalmente a una verdadera paz y reconciliación entre las partes: las negociaciones.

"Por parte de Israel se han hecho repetidas ofertas a los palestinos que podrían haber llevado a un Estado soberano"

No se trata de un formalismo, sino de un elemento necesario para determinar si los palestinos por fin han renunciado a sus políticas de rechazo a Israel. Políticas que han envenenado el ambiente durante décadas y perjudicado a los palestinos aún más que a los israelíes.

El enfoque unilateral no hace ningún esfuerzo por determinar cuál es la posición de los dirigentes palestinos.

Pero, sobre todo después de la matanza, hará que los israelíes se vuelvan más cínicos ante la idea de un Estado palestino, que para muchos será sólo un vehículo terrorista más.

Por parte de Israel se han hecho repetidas ofertas a los palestinos que podrían haber llevado a un Estado soberano. Ehud Barak en Camp David en 2000. Ariel Sharon en 2005 con la retirada israelí de Gaza. Y Ehud Olmert en Annapolis en 2008.

Todos ellos promovieron iniciativas y acciones que podrían haber resultado en la independencia palestina. Pero todas fueron rechazadas por los palestinos.

Dicho esto, Israel no ha hecho lo suficiente durante los últimos años. Y eso incluye su postura sobre la construcción y expansión de los asentamientos en Cisjordania.

Es legítimo que la comunidad internacional presione a ambas partes para que se sienten a dialogar seriamente. Sólo a través de esas conversaciones directas se podrá saber si las partes están dispuestas a avanzar o si los viejos obstáculos, en su mayoría fantasías palestinas sobre la destrucción de Israel (acentuadas tras el 7 de octubre), siguen presentes sobre el terreno.

Albares entre el primer ministro de Palestina, Mohamed Mustafá, y los ministros de Exteriores saudí, turco, jordano y qatarí, y el secretario general de Cooperación Islámica.

Albares entre el primer ministro de Palestina, Mohamed Mustafá, y los ministros de Exteriores saudí, turco, jordano y qatarí, y el secretario general de Cooperación Islámica. EP

Lamentablemente, las iniciativas para reconocer un Estado palestino socavan la ya difícil tarea de crear una atmósfera propicia para las negociaciones. Los israelíes son comprensiblemente cínicos sobre las intenciones palestinas, no sólo debido a la masacre, sino también al importante apoyo que recibió de la comunidad palestina en general.

Además, el actual gobierno de Israel insiste en que nunca aceptará un Estado palestino que apoye el terrorismo y el odio.

Lo que se necesita es todo lo contrario de un reconocimiento unilateral de un Estado palestino, pues se envía el peor mensaje posible a los palestinos: se les recompensa por el terror y se les exime de la necesidad de cambiar sus costumbres, tan devastadoras durante décadas.

En su lugar, debe darse un proceso en tres etapas para generar un entorno diferente.

1. Presionar a los palestinos para que reformen su liderazgo y promuevan (mediante la educación y la actividad política) una política y una cultura de acuerdo y convivencia con el Estado judío.

2. Tras ese movimiento, Israel tendrá que superar este terrible año de masacres, violaciones y toma de rehenes, y reconsiderar su actitud hacia los palestinos.

3. Es necesario luego presionar y persuadir a ambas partes para que inicien un nuevo periodo de negociaciones.

Estos pasos, si se ponen en práctica, ofrecen esperanza.

Pero el reconocimiento internacional de un Estado palestino, sin estos cambios, sólo garantiza más dolor en la región.

*** Kenneth Jacobson es vicedirector Nacional de la Liga Antidifamación (ADL).

Manifestantes contra la abolición de la prostitución, frente al Congreso.

Prostitutas, opresoras sexuales y proxenetas

Anterior
La bancada socialista en el Congreso de los Diputados aplaude al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la semana pasada.

No a la Ley de Amnistía, la más injusta y oportunista de la democracia

Siguiente