Lecciones de Magdeburgo: los prejuicios racistas no evitarán los atentados
Los protocolos de actuación de las fuerzas de seguridad están plagados de sesgos islamófobos que además de ser injustos los convierten en ineficaces.
El pasado sábado, un saudí de cincuenta años que se había radicalizado en los últimos tiempos cometió un atentado terrorista en el mercado de Navidad de Magdeburgo.
Los servicios secretos saudíes habían alertado en 2023 del peligro de este ciudadano. Sin embargo, nadie hizo nada para evitar que Taleb al-Abdulmoshen asesinara a cinco personas e hiriera a más de 200.
Ante semejante situación cabe hacerse al menos dos preguntas.
¿Por qué los servicios de seguridad alemanes desoyeron las advertencias de sus homólogos saudíes y no detuvieron a este ciudadano?
¿Por qué casi no ha transcendido la noticia?
La respuesta es muy sencilla: el atentado no tuvo una inspiración yihadista, sino supremacista. Y eso ni entraba en los protocolos de la policía alemana ni interesaba a los medios.
Taled al-Abdulmoshen no respondía al protocolo de detección de terroristas yihadistas preparado por las policías europeas. Los muchos mensajes de odio que había escrito en la red X no fueron considerados amenazas por los servicios secretos alemanes, aunque apuntaban claramente a que podía cometer un atentado contra objetivos de ese país.
Sin ir más lejos, Taleb planteó que la única forma de hacer justicia era volando por los aires una embajada alemana, o que era necesario que la excanciller alemana Angela Merkel muriera.
Si estos dos mensajes hubieran estados acompañados de una proclama a favor de la yihad en Europa o en contra de la Navidad o de los judíos, hoy estaríamos hablando de un intento fallido de atentado yihadista que habría sido evitado por la policía alemana.
La muerte de estas cinco personas debe hacernos reflexionar sobre los filtros establecidos para detectar terroristas, ya que estos están llenos de estereotipos islamófobos o de generalizaciones en contra de los musulmanes. De haberse llevado a cabo un trabajo más científico y menos sesgado hubiéramos podido evitar la tragedia.
El segundo elemento que debemos destacar es la ausencia de eco en las noticias. Si bien es cierto que en los primeros momentos el atentado amenazaba con llenar horas de telediario, la simpatía de Taleb al-Abdulmoshen por el partido de extrema derecha Alternativa por Alemania eliminó toda posibilidad.
Por ello tenemos que hacer otra reflexión sobre el foco de las noticias y el sesgo de los medios de comunicación, ya que da la sensación de que sólo interesan atentados cometidos por yihadistas clásicos y no por extremistas supremacistas.
Taleb al-Abdulmoshen era un saudí que vivía en Alemania desde el año 2006. Su salida de Arabia Saudí se produjo por sus desacuerdos con la forma en la que Riad gestiona la religión y los derechos humanos. De hecho, Taleb era conocido por ayudar mujeres a escapar de los matrimonios concertados en lugares como Qatar o Kuwait.
Por ello, resulta necesario replantearse las relaciones de los países europeos con las teocracias del golfo Pérsico, ya que la complicidad de Occidente con las continuas violaciones de los derechos humanos no genera más que extremismo yihadista y supremacista en Europa.
"La complicidad de Occidente con las violaciones de los DDHH no generan más que extremismo yihadista y supremacista en Europa"
Quizás haya llegado el momento de ser críticos con nosotros mismos, con nuestros políticos y con las relaciones que éstos establecen con regímenes no democráticos. Quizás haya llegado el momento de decir a nuestra población que es hora de exigir a nuestros políticos que no pacten con gobiernos que violan reiteradamente los derechos humanos, aunque estos gobiernos sean generosos en las inversiones.
La celebración del mundial de Qatar hacer dos años o la concesión del mundial a Arabia Saudí son sólo dos ejemplos de blanqueamiento de dos Estados que violan los derechos humanos bajo el aplauso occidental. Mientras nuestros gobiernos prefieran el dinero procedente de Rusia, Arabia Saudí o China al respeto de los derechos humanos, seguiremos sufriendo atentados en nuestro territorio. Atentados sin apellido, ya que a los que mueren les da igual que la motivación sea supremacista o yihadista.
Ahora sí que ha llegado la hora de Europa, la hora de exigir a nuestros líderes que pongan por delante nuestros valores y nuestras ideas. Europa debe tener una política exterior normativa y kantiana que condicione las relaciones diplomáticas al cumplimiento de los derechos humanos.
Si no exigimos esto, seguirá habiendo atropellos en los mercadillos navideños de Alemania, bombas en las estaciones de metro de Bruselas, atentados en los trenes de cercanías de Madrid o apuñalamientos en las calles Londres.
Los protocolos de actuación de las fuerzas de seguridad están plagados de prejuicios racistas e islamófobos que además de ser injustos, los convierten en ineficaces.
Vivimos en sociedades plurales y complejas donde las cosas no son blancas o negras. Y es por ello que debemos cuidar nuestras relaciones exteriores y, sobre todo, evitar culpar a los emigrantes de los pecados que nosotros cometemos simplemente por codicia.
*** Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.