Alrededor de las 17:00 del sábado 22 de abril, cerca de 200 militares españoles esperaban en calma tensa la luz verde de Madrid en el aeródromo de Wadi Seidna, a 30 kilómetros al norte de Jartum, capital de Sudán. Su misión: extraer a 34 civiles españoles y a otros 70 de otras 11 nacionalidades atrapados en el fuego cruzado entre tropas leales al Gobierno sudanés y una facción rebelde.
Los militares españoles se enfrentaban a un escenario incierto: aprovechaban una ventana de tres días donde las hostilidades habían cesado. Ambos bandos acordaron el 20 de abril un alto el fuego por el fin del Ramadán. Pero la situación era extremadamente frágil. Podía cambiar en cualquier momento. No se podían fiar de una tregua que, en caso de romperse, podría llevarles al peor de los escenarios: verse sorprendidos en el enjambre de calles de Jartum, sin apoyo aéreo y con la única ayuda de sus blindados ligeros y la munición que llevaban encima.
Pero hasta para ese escenario estaban preparados. Así lo confirma el coronel Alberto Fajardo del Mando de Operaciones (MOPS) y jefe del contingente español responsable de la Operación ‘Eva Sierra’, nombre responde a las iniciales de “Evacuación Sudán”. Una semana después de que el centenar de civiles llegara a salvo a sus destinos finales, Fajardo reconstruye con EL ESPAÑOL | Porfolio los detalles de una misión de alto riesgo que, al igual que en Afganistán en verano de 2021, ha vuelto a demostrar el liderazgo español en este tipo de evacuaciones de civiles en zonas hostiles.
Fajardo es el Jefe de Planes Operativos del MOPS. Egresó de la Academia Militar General de Zaragoza en 1994, formó parte de la Brigada Paracaidista y estuvo desplegado tres veces en Afganistán, dos en Irak y una en los Balcanes. Recibió la Medalla al Valor Reconocido, por una “hecho de armas” en Afganistán. Posteriormente estuvo al mando de la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable (BRILAT), actual Brigada Galicia VII, en la División de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa y lleva dos en el MOPS.
Sábado, 15 de abril
Las llamadas de ida y vuelta entre los ministerios de Defensa y Exteriores son constantes en los últimos días. El sábado 15, la frágil situación en Sudán ha escalado hasta el conflicto armado directo y se han producido choques intensos entre el ejército liderado por el general Abdelfatah al-Burhan, y las milicias paramilitares de la Fuerza de Apoyo Rápido (FAR), al mando de Mohamed Hamdan Dagalo.
El Sistema de Centros de Inteligencia de las Fuerzas Armadas españolas sigue de cerca la situación en el país africano. No les pilla por sorpresa: “Tenemos el sensor puesto en áreas que afectan directa e indirectamente a los intereses españoles y comienzan a llegar reportes sobre la posibilidad de que se desate una crisis en Sudán”, explica Fajardo.
Tanto el ejército sudanés como las FAR se unieron en 2021 en un golpe de Estado para expulsar del poder al dictador Omar al-Bashir, debilitado tras una oleada de protestas ciudadanas que comenzaron en 2019. Sin embargo, desde la asonada militar, las tensiones entre ambos grupos fueron en aumento hasta el estallido de este nuevo conflicto.
La incapacidad de al-Burhan para integrar a la milicia en las Fuerzas Armadas Sudanesas fue la gota que colmó el vaso. Días antes de los primeros choques, las FAR movieron posiciones sin autorización, para lanzarse el sábado 15 sobre los principales objetivos militares y estratégicos de Jartum y otros puntos del país.
Las primeras noticias que llegan de Sudán son confusas: ambos bandos aseguran haber tomado el control de varios edificios gubernamentales, el cuartel general del ejército, la televisión estatal, el palacio presidencial, la residencia oficial de al-Burhan y el Aeropuerto Internacional de Jartum.
Lo único que se sabe a ciencia cierta es que los disparos y las detonaciones se repiten día y noche. Los civiles huyen despavoridos en búsqueda de refugio y comienzan a contarse los primeros muertos. Los peores presagios apuntan al estallido de una nueva guerra civil sudanesa que ponga en jaque, de nuevo, a cientos de miles de inocentes.
Entre estos civiles está el personal diplomático español, cuya misión encabeza el embajador Isidro González Alfonso y otros funcionarios y personal de apoyo. En Sudán también hay una decena de españoles más, la mayoría, misioneros y trabajadores humanitarios. No todos ellos se encuentran en Jartum, la capital.
Miércoles, 19 de abril
La División de Emergencias Consulares de Exteriores confirma la gravedad de la crisis con sus contrapartes de Defensa, y el miércoles 19 de abril se convoca a los mandos militares y diplomáticos correspondientes a una reunión. El anuncio de un posible alto el fuego entre ambas facciones a partir del 21 de abril por el fin del Ramadán abre una oportunidad para una evacuación del personal civil con riesgos reducidos.
El MOPS del que forma parte Fajardo es uno de los invitados a esa reunión, que tiene lugar en el Estado Mayor de la Defensa en Madrid. “Se nos llamó a esa reunión y se nos expuso la situación de los españoles y similares ahí. Por similares nos referimos a población civil de otros países de la Unión Europea o con algún vínculo con España”, dice Fajardo. “En ese encuentro, se nos preguntó qué opciones había para evacuar a ese personal de Sudán”.
Tras la reunión, el Grupo de Planeamiento Operativo del MOPS activa el enlace con Emergencias Consulares y la Embajada en Jartum para conocer la situación en tiempo real. Paralelamente, comienza la elaboración de diferentes planes de contingencia que, en menos de 24 horas, están sobre la mesa del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), y de los ministros de Defensa y Exteriores.
“Desde el MOPS, en coordinación con la parte diplomática, hacemos a lo largo del año varios ejercicios NEO [las siglas en inglés para Operación de Rescate de Personal No Combatiente]. De hecho, ahora en mayo tenemos un ejercicio fuera de España. En este sentido, contamos con una respuesta operacional de máximo nivel para situaciones reales como la que surgió en Sudán”, explica Fajardo.
El mayor temor de las tropas españolas es verse atrapadas en territorio hostil en una lucha encarnizada entre dos bandos
“Tenemos elaborado un plan genérico NEO adaptable y modificable a las circunstancias que exija cada situación. Dependiendo de éstas, son diferentes los medios que empleamos. Por ejemplo, si hablamos de una zona costera, podemos contar con barcos desde los que operar con helicópteros, etc.”, prosigue.
Jueves, 20 de abril
Con la información de inteligencia en la mano y el canal abierto con el segundo de la Embajada en Jartum, el jueves por la mañana, Fajardo presenta a sus jefes el plan de operaciones para la extracción de civiles en Sudán.
En el caso de este país africano, España cuenta con una ventaja operativa: la base militar internacional de Yibuti. Allí hay un despliegue permanente de fuerzas españolas, francesas, estadounidenses, alemanas e italianas para coordinar operaciones en el cuerno de África. Una de las más destacadas que se han dirigido desde esta base ha sido la Operación Atalanta contra la piratería en Somalia. El destacamento español Orión está allí desde 2008.
La base de Yibuti es una cabeza de puente a sólo 1.231 kilómetros de Jartum, que ofrece apoyo estructural y logístico para cualquier fuerza que pretenda desplegarse en Sudán. La capital sudanesa está a 2 horas y 2 minutos de vuelo.
El plan de Fajardo es el siguiente: concentrar todos los medios necesarios en Yibuti, reabastecerse allí y volar a un aeródromo al norte de Jartum controlado por el ejército sudanés, para luego ejecutar una operación relámpago de extracción a plena luz del día. La tregua dará comienzo el viernes 21 de abril a las 6:00 y concluirá a la misma hora del domingo 23. El Mando de Operaciones trabaja a contrarreloj.
“Todos los países implicados teníamos claro que, para entrar, aunque el entorno fuese igualmente hostil, tenía que ser en el momento de tregua. Contábamos con todas las medidas de seguridad por si se rompía el alto el fuego, pero teníamos un límite horario, las 6:00 de la mañana lunes, para evitar que eso ocurriera”, señala Fajardo. El JEMAD toma la decisión de seguir esta línea de acción.
Este plan incluye diferentes opciones y prevé diferentes escenarios, desde el más probable hasta el más improbable; desde la situación más favorable hasta la más hostil. “El plan contaba con un despliegue de capacidades militares que pudiera enfrentarse a la situación más peligrosa, que era también la menos probable. Pero sea lo que sea que ocurra, tenemos que desplegar medios capaces de enfrentarse a la peor de las hipótesis”, matiza el coronel.
El mayor temor de las tropas españolas es verse atrapadas en territorio hostil en una lucha encarnizada entre dos bandos, con un centenar de civiles a su cargo y munición limitada para abrirse paso hasta una zona segura, desde donde poder despegar de nuevo hacia Yibuti.
Es un escenario que evoca al que tuvieron que enfrentarse las tropas estadounidenses en octubre de 1993 en Mogadiscio, Somalia. Entonces, unos 160 hombres acompañados de una docena de vehículos y una veintena de helicópteros, se adentraron en la ciudad para capturar a un líder rebelde, pero las milicias los emboscaron en medio de las calles. El saldo fue de 19 estadounidenses muertos y 73 heridos, con dos helicópteros derribados. La batalla inspiró el libro y la película ‘Black Hawk derribado’.
Viernes, 21 de abril
El viernes por la mañana, el MOPS lanza una petición al Ejército de Tierra y al Ejército del Aire y del Espacio para que aporten las unidades que requiere el plan aprobado. Tienen que ser unidades listas para desplegarse con las capacidades necesarias en menos de 24 horas. “Ambos ejércitos hicieron un esfuerzo tremendo para cumplir con las exigencias de la misión”, apunta Fajardo.
A lo largo del día, se define el despliegue militar español: 90 operativos procedentes de la I Bandera Paracaidista y del Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra, 80 miembros del Ala 31 de transporte aéreo, el Grupo 45 de transporte de personalidades, el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo y la Unidad Médica de Aeroevacuación del Ejército del Aire y del Espacio, un equipo de reconocimiento y enlace operacional del Mando de Operaciones y personal del Mando Conjunto de Operaciones Especiales y del JFAC (Componente Aéreo de la Fuerza Conjunta). En total, son más de 200 efectivos.
Irán acompañados de tres aviones de transporte A400M del Ala 31, que tomarán tierra en Jartum con la avanzadilla militar, y dos vehículos blindados ligeros VAMTAC, armados con ametralladoras pesadas, en previsión de que se cumpla la peor de las hipótesis. Un cuarto avión del Grupo 45, un A330, se desplazará hasta Yibuti para volar de regreso a Madrid con los civiles evacuados.
Paralelamente, el MOPS coordina con las fuerzas internacionales en Yibuti el despliegue español en la base avanzada. Al mismo tiempo, el mando mantiene el canal abierto con las autoridades sudanesas que confirman que la mejor opción es aterrizar en el aeródromo de Wadi Seidna, controlado por el ejército local, ante la imposibilidad de hacerlo en el Aeropuerto Internacional de Jartum. Este es uno de los principales focos de los combates.
Las noticias que llegan de Sudán no son halagüeñas. Pese al inicio del alto el fuego, el mismo viernes 21 se registran combates en la ciudad. Este es el reporte del corresponsal en Jartum de Radio Francia Internacional, Eliott Brachet, de aquel día:
“En Sudán, en el día del Eid al-Fitr (culminación del ayuno), que marca el final del Ramadán, los combates no han cesado a pesar del anuncio de un enésimo alto el fuego el 20 de abril de 2023. Las calles están desiertas. Sólo se ven soldados, desplegados en los cruces, en las esquinas de las casas.”
“En esta fiesta musulmana, el muecín ni siquiera ha podido llamar a los fieles a la oración. La aviación del ejército regular prosigue sus ataques contra las posiciones de las Fuerzas Paramilitares de Apoyo Rápido en el centro de la ciudad. Éstas responden dispersándose en las zonas residenciales.”
Aún así, y preparados para el peor de los escenarios, el plan español avanza, y tras todas las autorizaciones pendientes, las primeras unidades españolas comienzan a volar hacia Yibuti.
Guerra en Sudán
Las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) son una milicia que nació en 2013 por impulso del dictador Omar al-Bashir, con la intención de controlar la región sur-occidental de Darfur y protegerse ante las conspiraciones de los servicios de inteligencia. A este grupo paramilitar, bien armado y con decenas de miles de combatientes, se le atribuyen crímenes de guerra en esa zona de Sudán contra minorías étnicas no árabes y cristianas. Desde su creación, las FAR son responsables de al menos 200.000 muertes.
Tras el golpe de estado conjunto en 2021 que derrocó a al-Bashir, las FAR mantuvieron un estatus de cordialidad con las Fuerzas Armadas regulares, pero su relación se fue tornando insostenible. Ambos lograron bloquear los intentos de establecer un gobierno civil, para seguir repartiéndose el poder. Pero el fracaso al tratar de integrar a las milicias en el ejército ha desatado nuevos enfrentamientos.
A día 25 de abril, los muertos por los choques entre ambos grupos sumaban 559, y los heridos más de 4.000. Mientras las promesas de alto el fuego se repiten, los combates no han cesado, forzando un éxodo civil que hace temer una crisis humanitaria, en un país que ha vivido, desde los años 80, dos cruentas guerras civiles con un saldo de más de 1,5 millones de muertos.
Sábado, 22 de abril
El sábado por la mañana, en la base de Yibuti se vive un ajetreo total. Se respira un ambiente tenso por lo que viene por delante. Los españoles no son los únicos que han llegado allí para aprovechar esta ventana de tres días de tregua y extraer a los suyos. La concentración de medios militares alemanes, italianos, británicos y de otros países es inusual en las instalaciones de la base. Pero la milimétrica coordinación entre todos los ejércitos, subraya Fajardo, permite que todo funcione.
Cabía la posibilidad de que hubiera españoles aislados, en zonas remotas, lo que hubiera cambiado la operación
Al mediodía del sábado, España ya ha concentrado a toda su fuerza en Yibuti. Mientras, a 1.200 kilómetros de distancia, en Jartum, el embajador Isidro González, sigue con impaciencia el desarrollo del operativo de rescate. Desde el estallido de la crisis, en coordinación con Exteriores y Defensa, González ha logrado reunir a todos los civiles españoles de Sudán en su residencia de Jartum, que estos días ejerce de punto de encuentro.
No es un asunto menor. Cabía la posibilidad de que hubiera españoles, sobre todo misioneros y trabajadores humanitarios, aislados y en zonas remotas, que no pudieran acercarse por sus propios medios a la capital para facilitar la evacuación. Es un escenario que los hombres de Fajardo contemplaron: tener que adentrarse en territorio hostil para extraer a algunos civiles, lo cual hubiera cambiado por completo el planteamiento del despliegue.
“El personal diplomático logró gestionar a los que estaban más sueltos y nos confirmaron que no teníamos que ir a otro sitio. De haberse dado el caso, tendríamos que haber diseñado otra operación específica, de ir a una casa o a un lugar concreto a buscar a alguien”, afirma Fajardo.
Finalmente, todos los civiles logran reunirse en un sólo punto antes de que aterricen los soldados españoles. La Embajada se descartó por su ubicación: está en un lugar demasiado céntrico y el itinerario desde allí hasta el aeródromo hubiese multiplicado los riesgos. Por ello, el embajador decidió usar su residencia.
“El hecho de que participaran varios países también facilitó las cosas: nosotros recogimos a 34 españoles, pero también a otros civiles de otras nacionalidades que, por motivos logísticos, pudieron reunirse en la residencia de nuestro embajador. Para otros españoles fue más fácil agruparse en otros puntos, de los que se encargaron otros operativos de evacuación, como por ejemplo el italiano, que evacuó a tres de los nuestros”, prosigue.
* * *
Con las tropas desplegadas y tras hacer las comprobaciones de equipo y armamento, entre las 14:00 y las 15:00 hora local de Yibuti, se lanza la primera rotación. Es el primer A400M con el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo y la fuerza de operaciones especiales a bordo. Después de dos horas de vuelo, toman tierra al norte de Jartum, en Wadi Seidna.
El ambiente en el aeródromo parece tranquilo. En la pista les esperan militares sudaneses con ‘pick-ups’ armadas con ametralladoras. Establecen enlace con ellos. Después de las presentaciones, la tropa desplegada establece un perímetro de seguridad para la llegada de los siguientes dos A400M, cargados con los vehículos, la fuerza paracaidista y el resto de tropas de apoyo.
“Era importante hacerlo escalonadamente porque, a una mayor concentración, mayor es la vulnerabilidad. Primero enviamos una avanzadilla para asegurar el aeródromo y luego, enviamos otras dos rotaciones, separadas en un tiempo de unas dos horas”, explica Fajardo.
Hacia las 17:00 hora local de Sudán (una hora menos que en Yibuti), todo el contingente español está desplegado a las afueras de Jartum. Con los vehículos encendidos y tras las últimas confirmaciones, los soldados españoles esperan la luz verde del JEMAD desde Madrid.
El tiempo es otro factor clave. En Jartum, en esta época del año, el sol se pone a las 18:00. Apenas hay una hora de luz solar para que la operación se desarrolle según lo previsto. Fajardo explica que la fuerza desplegada cuenta con medios de visión nocturna. Pero hacerlo bajo la luz del día es prioritario para evitar que las tropas locales enfrentadas confundan los vehículos.
“Nosotros podíamos ver de noche y ellos no. En cierto sentido es una ventaja, pero también un riesgo: si ellos no ven, pueden confundir los focos del blindado con un vehículo enemigo y dispararnos”, dice el coronel.
Finalmente, la orden de Madrid llega. El convoy militar con los operaciones especiales avanza en territorio desconocido. El plan contempla que los VAMTAC, acompañados de vehículos del ejército de Sudán, se dirijan a un punto de encuentro donde esperarán al convoy civil que, a su vez, parte de la residencia del embajador español. El punto de encuentro entre ambas caravanas es el puente de Al-Halfaya sobre el río Nilo, al norte de Jartum y a apenas 15 kilómetros del aeródromo y a una media hora de conducción.
“Se decidió establecer un punto de encuentro que evitase que nuestros vehículos se adentraran en la ciudad para minimizar los riesgos. El itinerario se analizó minuciosamente, tanto el del convoy militar como el del civil, compuesto por vehículos diplomáticos y de los propios civiles, y que iba escoltado por tropas locales y coordinado con nosotros. También estudiamos la zona del puente y cualquier peligro potencial”, explica Fajardo.
Pese a la corta distancia hasta el puente, los sudaneses acompañan a los dos VAMTAC hasta el fin de la zona bajo su control. Luego, los soldados españoles van solos. El trayecto se recorre en media hora en condiciones normales, pero hay varios ‘checkpoints’ del ejército regular que ralentizan la operación. También hay controles de los paramilitares de las FAR, por los que pasan los militares españoles.
“En todo momento percibimos una situación amigable, pero también teníamos en mente que podía torcerse en cualquier momento hacia la peor de las hipótesis. Durante el trayecto, escuchamos detonaciones de armas cortas y explosiones en la lejanía. Pero las fuerzas locales, tanto del ejército como de los rebeldes, fueron bastante permisivas con nosotros”, apunta Fajardo.
“Estuvieron en comunicación constante con la Embajada y al corriente de la evacuación. Se comprometieron a garantizar la escolta del convoy civil hasta el puente. No les interesaba que hubiera problemas con las fuerzas internacionales y todo salió según lo previsto”, añade.
Tras unos 45 minutos, ya con el sol cayendo, ambos convoyes se reúnen en el puente de Al-Halfaya. Se comprueba que esté toda la lista de civiles a evacuar al completo y ponen rumbo de nuevo al aeródromo. En Wadi Seidna, lejos del peligro de las calles de Jartum, los civiles reciben agua y comida. Poco después, ya de noche, el primero de los A400M pone rumbo a Yibuti cargado de civiles. Mientras, los militares esperan en tierra su turno para volver. “La prioridad de la misión era la extracción del personal civil. Nosotros somos secundarios, los últimos en irnos”, dice el coronel.
Domingo, 23 de abril
A las 8:30 hora de Sudán, ha amanecido. Es el momento en que la última rotación militar española pone rumbo a Yibuti. A lo largo de la noche del sábado y la madrugada del domingo, los paracaidistas y los operaciones especiales españoles han aguardado en Wadi Seidna su momento para salir del país, mientras en el aeródromo se desarrollaban otras operaciones de evacuación, alemanas e italianas.
Al día siguiente, lunes 24 de abril, alrededor de las 11:00 de la mañana, el A330 del Ejército del Aire llega a la base aérea de Torrejón con 53 militares y 72 civiles a bordo, entre los que se cuentan los 34 españoles. Los abrazos en la base no cesan. El resto del personal rescatado permanece en Yibuti, desde donde volverá por otras vías a sus países de origen. En Yibuti también queda parte del contingente militar que han participado en la misión. Volverán a casa en los próximos días. La operación ‘Eva Sierra’ ha concluido con éxito.
Lecciones de Afganistán
Las Fuerzas Armadas españolas han concluido dos misiones NEO con éxito en los últimos dos años. La primera de ellas fue en Afganistán, en verano de 2021. El buen término de la operación ‘Eva Sierra’ en Sudán ha vuelto a poner en el foco la eficacia de las tropas españolas en este tipo de cometidos.
Así lo valora el coronel Fajardo: “Como español sólo puedo sentirme orgulloso de poder confiar en unas Fuerzas Armadas que van a estar precisamente haciendo lo que como ciudadanos esperamos de ellas. Tenemos unas Fuerzas Armadas que en Sudán y en Afganistán han demostrado estar preparadas para un alto nivel de exigencia y de reacción rápida”.
“Ahora entramos en el periodo de lecciones. Después de Afganistán se incorporaron numerosos aprendizajes para los planes de contingencia en este tipo de misiones y, ahora, en dos días, tenemos una nueva reunión para poner sobre la mesa toda la experiencia que nos llevamos de Sudán, porque siempre hay cosas que mejorar. Podría no haber salido bien”.