El político local Christian Herrgott, integrante de la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU), ha situado en el mapa de Alemania el distrito del que es responsable. Su nombre es Saale-Orla-Kreis, se encuentra en el Land de Turingia (este germano) y estos días ese territorio y él mismo son protagonistas.
Herrgott tiene que explicar por activa y por pasiva por qué en su distrito hay 50 personas, demandantes de asilo, realizando trabajos obligatorios para la comunidad pagados a 0,80 céntimos la hora. En su conversación con EL ESPAÑOL | Porfolio, Herrgott habla con la ley vigente en la mano. Concretamente, la Ley de prestaciones a los solicitantes de asilo.
“Estamos obligando a nuestros refugiados que viven en centros para demandantes de asilo a trabajar cuatro horas, cinco días a la semana, tal y como manda la ley”, dice este democristiano de 39 años y al que se está acusando de “explotar” a esos inmigrantes mal pagados. De hecho, el diario berlinés Die Tageszeitung, de línea editorial muy progresista, titulaba a cuenta de la iniciativa de Herrgott de aplicar la ley: “Explotación en lugar de integración”.
[El mundo se rearma (aún más): de la defensa europea a la escalada militar en el Indo-Pacífico]
Titulares así y criticas de rivales políticos de la izquierda, sindicatos y ONG de defensa de los derechos de demandantes de asilo, como PRO ASYL, Herrgott los ve “injustos”. “Las críticas son injustas. No es explotación. Es una normal aplicación de las normas y leyes”, afirma este politólogo con carrera militar.
Desde hace un par de años, Herrgott es teniente coronel en la reserva del Ejército alemán. Ahora está concentrado en sus labores como jefe de distrito en Saale-Orla-Kreis, una región en la que viven 80.000 personas y que abarca una decena de ciudades y casi cincuenta municipios.
Como autoridad del distrito, Herrgott se ocupa de las cuestiones administrativas cotidianas de esta región. Para él, una evidente prioridad es tratar de dar ocupaciones a los refugiados y demandantes de asilo.
Herrgott aplica una 'ley socialdemócrata'
La 'Asylbewerbleistungsgesetz' o “Ley de prestaciones a los solicitantes de asilo”, efectivamente, establece en su artículo quinto que se pagará una “indemnización por gastos de 80 céntimos a la hora” cuando se ponga a trabajar a los inmigrantes en cuestión.
Dicha disposición no es nueva. Data de 2016, año en que se introdujeron los puntos que permiten poner a trabajar obligatoriamente a cambio de esos 0,80 céntimos la hora. Antes de esa fecha, los obligados a trabajar recibían 1,05 euros la hora.
La reforma de los 0,80 céntimos forma parte de la 'obra social' de la era en la que Angela Merkel gobernaba, liderando la CDU, en coalición con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). En concreto, la responsable de esa disposición es la otrora ministra de Trabajo de Merkel, la socialdemócrata Andrea Nahles. Desde el pasado mes de agosto, a Nahles le han encontrado trabajo como presidenta de la Agencia Federal de Empleo de Alemania.
La ley que Nahles modificó en su momento también plantea que deben ofrecerse oportunidades de trabajo a los refugiados, “en particular para el mantenimiento y el funcionamiento de la instalación” que los acoge. Esos términos son los que figuran en dicha norma. “Además, deben ofrecerse oportunidades de trabajo en la medida de lo posible con organizaciones estatales, municipales y sin ánimo de lucro si los resultados del trabajo sirven al público en general”, abunda la ley.
Herrgott se ha tomado todas esas disposiciones en serio. Por lo visto, se las ha tomado más en serio que nadie en Alemania hasta ahora. Según reconoce a este diario, en el pasado, otros responsables locales – alcaldes, por ejemplo – ya se han servido del trabajo de refugiados. A menudo, sin embargo, sin obligarlos y, sobre todo, sin intención de hacer que trabajen fuera de sus centros de acogida.
“Ahora hemos empezado haciendo que se ocupen de la limpieza de los centros para refugiados donde viven, en la limpieza de los interiores y de los exteriores de los centros. En el segundo paso vamos a ofrecer ocupaciones fuera de los centros de acogida para los municipios del distrito, para asociaciones, etcétera”, explica Herrgott. Tareas como ocuparse de los caminos en invierno o cortar el exceso de vegetación en zonas verdes podrían sumarse a las labores para la comunidad que están pensando en Saale-Orla-Kreis para sus refugiados.
Iniciativas anteriores similares a la de Herrgott no se recuerdan estos días pese a que Alemania ya vivió una crisis migratoria, entre 2015 y 2016, en la que llegaron al país una cantidad estimada de 1,5 millones de personas, la mayoría escapando de la guerra civil de Siria. Eran los días en los que la CDU de Merkel puso en marcha lo que se llamó “política de fronteras abiertas”, permitiendo la acogida de esos necesitados inmigrantes.
“En el tema de la inmigración, al límite”
Después de que en 2022 Rusia decidiera invadir brutal e ilegalmente Ucrania, Alemania ha recibido un buen millón de refugiados ucranianos, a los que hay que sumar decenas de miles de demandantes de asilo procedentes de otros puntos del planeta. En 2023 fueron unos 350.000, según las cuentas oficiales.
“El tema de la inmigración nos ocupa a todos y a nivel de los municipios estamos muy al límite en lo que respecta a lugares para el alojamiento y otras capacidades”, señala Herrgott, aireando un sentimiento que llevan expresando en Alemania no pocos responsables locales.
Así, en su edición del miércoles, el diario Bild, el más leído del país, publicaba una entrevista a otro responsable de distrito, Götz Ulrich. Este hombre, también de la CDU, se ocupa del distrito de Bugenlandkreis (este germano). Götz dice contar con logística para integrar a 500 inmigrantes, pero hay 8.000 en su territorio, al que Ulrich describe “superado”. El mismo periódico citaba una encuesta según la cual los alemanes quieren, mayoritariamente, poner ya un número máximo de demandantes de asilo para limitar las entradas anuales al país. Hasta el 76% de la población suscribe esa idea de acuerdo con el sondeo del instituto INSA publicado por el Bild.
En este contexto, marcado en las poblaciones por listas de espera en servicios como los cursos de integración y falta de espacios en escuelas y guarderías, Herrgott es claro: “No queremos tener a estas personas dependiendo de las ayudas sociales”. El responsable de Saale-Orla-Kreis tiene en su conversación con este periódico una mención especial a aquellos inmigrantes que han solicitado asilo pero que proceden de países considerados por la administración alemana como “seguros” y, por tanto, tienen pocas opciones de permanecer en suelo germano.
Herrgott se impone a la ultraderecha
Él y su equipo en Saale-Orla-Kreis defienden cómo aplican ahora la ley de prestaciones a los solicitantes de asilo desde que Herrgott ganó las elecciones del distrito, el pasado mes de enero.
En esos comicios al distrito que ganó Herrgott, este democristiano se impuso a alguien del que cabe presumir mano dura en materia migratoria. A saber, Uwe Thrum, un político del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Ese triunfo de Herrgott tiene especial mérito porque Turingia, Land en el que se encuentra en Saale-Orla-Kreis, es uno de los estados federados alemanes en los que AfD es más fuerte.
Tanto es así que, en las encuestas de intención de voto para las elecciones en Turingia que se celebrarán el próximo mes de septiembre, AfD lidera. Se le atribuye un 31% de la intención de voto, según sondeos con fecha de principios de este año. En ellas, la CDU figura como el segundo partido. Los democristianos de Herrgott están en un 20%.
En Turingia, el SPD, el partido del canciller, está en un 6% y Los Verdes apenas representan un 5% del electorado. Por su parte, el partido de los liberales (FDP), la otra formación gubernamental de la coalición del canciller Olaf Scholz, no conseguiría representación parlamentaria pues no superaría el límite de 5% de los votos. Turingia, de momento, es una extraña excepción en el paisaje político alemán. Allí es presidente Bodo Ramelow, miembro del partido izquierdista Die Linke, una formación que, como su equivalente español (Podemos), está en horas bajas.
Trabajo por 65 euros al mes
En Alemania, los demandantes de asilo no pueden trabajar hasta pasados tres meses. Pasado ese periodo de tiempo, Herrgott podría llamar trabajar a quienes cumplan los requisitos en su distrito. A saber, no estar en edad de escolarización, ser capaz de trabajar y no haber conseguido un trabajo.
Quien empiece con los trabajos a 0,80 céntimos la hora, debería pensar en buscar activamente otro empleo, según Herrgott. Porque los 80 céntimos a la hora “no son una remuneración, sino una compensación”, subraya el político local. “Nosotros lo vemos como una motivación para encontrar un trabajo normal”, señala a cuenta de unas tareas que, al mes, trabajando cuatro horas al día, permitirán a los refugiados empleados a la fuerza a ganar 64 euros.
En Alemania, la hora de trabajo se paga, como mínimo, a 12,41 euros. Al mes, el salario mínimo está en unos 2.000 euros brutos.
Más allá del escándalo que haya podido generar en según qué sectores de la sociedad alemana la iniciativa del político de la CDU, Herrgott y Saale-Orla-Kreis cuentan con el visto bueno del ministro de Trabajo y Asuntos Sociales de Alemania, el socialdemócrata Hubertus Heil.
"El hecho de que las autoridades locales puedan obligar a los solicitantes de asilo que viven en alojamientos compartidos a realizar servicios comunitarios es ley vigente”, ha dicho Heil en unas declaraciones al diario Bild. Herrgott se siente respaldado. “Estoy convencido de que lo que estamos haciendo es importante”, concluye.