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"Aquí no llega nadie por gusto", dice María (1978), desde Cantabria. Ella pasó por varias cirugías y decenas de consultas antes de pensar en Ucrania, uno de los pocos países europeos que permite la gestación subrogada a extranjeros. Su pequeña Marta (2020), que nació allí, ya casi es española de pleno derecho: le falta un papel para que le emitan el DNI. Es el último paso de un calvario judicial, ginecológico y económico -la mayoría de parejas pide préstamos-, por el que suelen pasar quienes acuden a la gestación subrogada en Ucrania. Un calvario en el que el Gobierno de España, en vez de ayudar, pone piedras en el camino, según coinciden estas familias. Mientras tanto, la vecina Portugal acaba de dar luz verde a una Ley que la regula. El Parlamento luso la aprobó el pasado 26 de noviembre.
"La cuestión militar con Rusia nos daba miedo, pero nuestra gestante, que vive en la frontera de Ucrania, nos tranquilizaba porque decía que llevaban años así", señala Vero. No tiene endometrio: "Me lo destruyeron tras operarme el útero después de dos abortos en el quinto mes". Esta enfermera de Barcelona acaba de regresar de Ucrania con su bebé. Ahora empieza la fase judicial que acaban de culminar los padres de Marta en Cantabria, los de Alberto (2019) en Mérida y los de Ares (2019) en Madrid. Son los pequeños nuevos españoles. EL ESPAÑOL | Porfolio ha recogido sus historias increíbles, toda una odisea.
Llanit, 'colgada' en Kiev
A Llanit (1983), de adolescente, el ginecólogo le dijo que tenía algún problema uterino. Un diagnóstico difuso que en aquellos momentos no le preocupó demasiado. ¿Hijos en el futuro? "Tenía el consuelo de que había muchas técnicas", explica ella. Cumplidos los 30 llegaron las consultas, las valoraciones, los estudios, que si inseminación, que si fecundación in vitro… Nada. "Por lo público, por lo privado… Era una escalada y todo te va mermando psicológicamente, es un machaque tremendo, hasta que dimos con un profesional que fue muy claro y nos dijo que no podía ser". Se llama Síndrome de Rokitansky y supone la carencia total o parcial del útero.
Tras la noticia, su marido y ella decidieron adoptar. Comenzaron el proceso nacional. Pasaron todas las entrevistas e informes de idoneidad. También pasaron los años. "Cinco años y no avanzaba nada, aunque siempre tienes la esperanza", recuerda. De nuevo, el desgaste psicológico. Hasta que un día, unos amigos empezaron a hablar de la gestación subrogada en Ucrania.
"Pasamos todos los test para adoptar. En cinco años no avanzó nada"
Tardaron cuatro o cinco meses en pensárselo mientras iban recopilando información. Hasta que se decidieron: "Hay que hacer un mínimo de dos viajes, para conocer a los médicos, la clínica, para firmar el acuerdo, dejar las muestras de material genético… Nosotros hicimos alguno más". En su caso, necesitaron un óvulo, un proceso en el que pueden elegirse algunos parámetros de la donante, "como raza, altura, color de pelo o de ojos". El semen era de su marido. A partir de ahí, se crean los embriones. Y se busca a la gestante a la que se le implantará tras una fecundación in vitro.
En Ucrania, la gestación subrogada se realiza a través de un sistema oneroso: es decir, la gestante recibe dinero a cambio. En EE.UU., donde la gestación subrogada también está regulada legalmente, la gestante tiene que hacerlo de forma altruista, sin cobrar. Al menos, sobre el papel.
Pasos clave en la gestación subrogada
Contacto con la agencia. La mayoría de parejas que acuden a la gestación subrogada a Ucrania y Georgia lo hace a través de una agencia especializada. También se puede realizar directamente con clínicas de fertilidad.
Viajes a Ucrania/ Georgia. Son necesarios al menos dos viajes. Uno para pruebas médicas, entrevistas y firmas de acuerdos. La agencia suele incluir el hospedaje, acompañamiento y asesoramiento.
Material genético. En Ucrania y Georgia la legislación exige que al menos el padre pueda aportar carga genética propia. La madre aporta óvulo si es posible. Si no, se acude a la ovodonación.
Fecundación in vitro y gestante. Una vez creados los embriones en el laboratorio, para implantarse después en una madre gestante.
Embarazo y parto. Las parejas suelen seguir el embarazo y las revisones por videoconferencia y viajan a Ucrania y Georgia para la fecha de parto estimada.
Juicios en España. Hasta el 2019, el niño llegaba a España como español y la filiación del padre tras una prueba de ADN en la embajada. Ahora, los padres tienen que acudir a los tribunales para demostrar la filiación de bebé. El proceso tarda una media de 2-3 años.
En el caso de Llanit y su pareja, el primer embarazo no funcionó: "Como cualquier fecundación in vitro, puede encajar a la primera o no", cuenta. La segunda gestante se llama Tatiana. Y Llanit habla de ella con profunda emoción. ¿Le preguntasteis por qué lo hacía? "Tatiana tiene tres hijos, ella nos dijo que un familiar cercano había tenido un problema como el nuestro y que ella siempre había querido ayudar".
Casi tres años después, asegura Llanit, mantienen el contacto con ella. Se comunican por chats que incluyen traductores. Durante el embarazo seguían las pruebas por videoconferencia y para la fecha de parto, viajaron a Kiev.
"Lo más difícil", señala Llanit, "es llegar hasta el parto". Pero cuando éste se produjo, se dieron cuenta de que todavía les quedaba un largo y complicado camino por recorrer.
Ares nació el 24 de febrero de 2019, pero para empezar, Llanit y su pareja no pudieron estar en el hospital como estaba previsto: "Una cuarentena de los hospitales maternos de Kiev por una epidemia de varicela no nos permitía entrar". Todavía faltaban más escollos. Hacía tan sólo unos días que había entrado en vigor una nueva Instrucción del Gobierno de Pedro Sánchez para las embajadas españolas: una orden administrativa que denegaba a los niños nacidos por gestación subrogada la inscripción inmediata y obligatoria por nacimiento como españoles.
Hasta ese momento, las embajadas efectuaban en sus instalaciones una prueba de ADN de paternidad, acreditando la filiación e inscribían al niño como español de origen. Ello otorgaba el derecho a obtener el pasaporte español para regresar a España. Una vez aquí, la madre adoptaba al niño como hijo de su marido. "Y con ello se cerraba el procedimiento legal de protección jurídica del menor", desgrana Llanit.
Pero tan sólo seis días antes de que naciera Ares, el procedimiento cambió. Se anuló la posibilidad de acreditar filiación por la vía de la prueba de ADN para inscribir a los niños en la Embajada. Se cerraba con ello la opción de tener un pasaporte español o salvoconducto para regresar. La norma, lamenta Llanit, "salió de la noche a la mañana, muchísimas familias quedamos en una situación de indefensión". Ellos habían calculado que estarían en Ucrania 20 días. Fueron cuatro meses y medio. "No sabes cuándo vas a regresar, tienes miedo a que a tu hijo le pase algo, la embajada se desentiende al no considerar a los bebés españoles", recuerda Llanit de aquellos meses.
España alegó que lo hacía por seguridad médica. En marzo de 2020, el Ministerio de Exteriores emitió un comunicado en el que señala que "la Embajada de España en Ucrania recomienda desde hace años no acudir a Ucrania para procesos de gestación subrogada por falta de seguridad jurídica y casos de mala praxis médica". Llanit, en contacto con varias asociaciones de padres por gestación subrogada, responde de forma categórica: "A día de hoy, las familias españolas que han acudido a la gestación subrogada en Ucrania y Georgia no se han visto involucradas en ninguna de las situaciones que señala el Gobierno de España para persistir en su negativa a reconocer a estos niños al nacimiento, cuya seguridad jurídica pende, precisamente, de su inscripción rápida y efectiva".
Procedimiento actual
Sin pasaporte español, Llanit y otras parejas optaron por pedir para los niños el pasaporte ucraniano. En España, había que acudir al juzgado para demandar la paternidad primero, que se consigue con la prueba de ADN, y la maternidad por adopción después. En el caso de la mujer, aunque el óvulo aportado en la fecundación in vitro sea propio, una prueba de ADN no se tendría en cuenta.
"En España la normativa dice que madre es la que pare", recuerda Llanit. "Tenemos una normativa interna tremendamente biologista, patriarcal y obsoleta. No está en sintonía con la realidad social actual, ni con los pronunciamientos internacionales", añade Llanit. Asegura que "en la gestación subrogada, madre es la intencional según dicta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos".
A su vuelta a España el matrimonio comenzó un proceso que les ha costado dos años y medio de tiempo y entre 3.000 y 5.000 euros. Un último gasto más para familias que han pagado entre 60.000 y 80.000 euros, precio medio por una gestación subrogada en Ucrania. La mayoría de familias que acuden a ella suelen pedir préstamos para asumir el gasto del proceso médico, gastos de representación jurídica y notarial, y gastos de manutención, pues tampoco tienen acceso a las prestaciones por cuidado del menor durante los meses de baja paternal y maternal hasta no acreditar las filiaciones.
Durante los casi tres años de procedimiento judicial para acreditar tanto paternidad como maternidad, la "desprotección al menor es tremendísima", lamenta Llanit. Ellos se enfrentaron a un primer juicio para demostrar la paternidad, un segundo proceso para la adopción… En total, los niños cambian de apellidos varias veces.
Una plataforma que aglutina a 140 familias ha denunciado al Gobierno español por el cambio de normativa en 2019. Se prevé que el juicio se celebre en 2022.
Llanit calcula que entre 700 y 1.000 niños nacen por gestación subrogada de padres españoles al año. EL ESPAÑOL | Porfolio ha preguntado al Ministerio de Asuntos Exteriores. Las cifras oficiales señalan que desde 2010 España ha registrado un total de 2.666 peticiones de inscripción de nacimientos por gestación subrogada. Es el total de solicitudes, aceptadas y rechazadas, en los países en los que está regulada. Ucrania no es el primer país al que acuden los españoles. Es Estados Unidos. Con un total de 1.371 peticiones. Allí está permitida la gestación subrogada también para parejas homosexuales.
La elección entre Estados Unidos y Ucrania suele estar determinada por el dinero: en América el proceso suele ser mucho más caro, debido a los gastos hospitalarios, viajes y hoteles.
Ucrania aparece en segundo lugar. Y aunque el Ministerio no ha facilitado los datos desglosados por años, sí la cifra de niños inscritos en Ucrania en ese mismo periodo: 978, lo que significa que se ha rechazado la inscripción como españoles de 273 niños.
Inscripciones por gestación subrogada (2010-2021)
1. EE.UU. 1.371 peticiones de inscripciones.
2. UCRANIA. 1.251 peticiones de inscripciones.
3. CANADÁ. 100 peticiones de inscripciones.
Según la lista de la asociación internacional Families Through Surrogacy, Ucrania, Georgia y Rusia permiten la gestación subrogada a parejas heterosexuales extranjeras. En Estados Unidos es legal en una veintena de estados. Ocurre lo mismo en México. Algunos países como Australia e Israel, han legalizado el proceso, pero sólo para sus ciudadanos.
Aprobada en Portugal
El Parlamento de Portugal aprobó el pasado 26 de noviembre su última Ley de gestación subrogada. Llega tras varios cambios legislativos -se había aprobado una norma en 2017 y un proyecto en 2019- para adecuarse a los vetos planteados por el Tribunal Constitucional luso. Uno de los principales es la exigencia del derecho de arrepentimiento de la gestante: la nueva regulación le da 20 días tras el parto y le permite no entregar al bebé.
La ley parte de dos propuestas del Bloco de Esquerda y el partido animalista PAN y se aprobó con los votos de estos partidos, los socialistas, los Verdes, Iniciativa Liberal y una diputada no inscrita, recoge Efe.
Pueden acceder al proceso las mujeres portuguesas sin útero o con lesión o situación clínica que les impida "de forma absoluta y definitiva" quedarse embarazadas. Está prohibida la compensación económica a la gestante. La ley establece también que será preferible que ésta haya sido madre anteriormente. Además, se requiere un informe del Colegio de Psicólogos y otro del Colegio de Médicos. La ley fue promulgada por el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, el 30 de noviembre.
"La tendencia internacional es regulacionista para que los ciudadanos no tengan que emigrar para formar familia. También ha regulado Gibraltar", señala Llanit, quien es además portavoz de APINGU (Plataforma apartidista por la protección de la infancia nacida en Ucrania y Georgia).
Respecto a la norma de la vecina Portugal, lamenta que "la posibilidad de arrepentimiento resta seguridad jurídica al proceso", pero celebra que los países europeos desarrollen sus legislaciones de gestación subrogada. "España, al igual que la izquierda lusa, también regulará, tarde o temprano", asegura.
Llanit y su marido hace tan sólo unos meses que tienen reconocida la filiación de padre y madre. Así que, esta es la primera Navidad que Ares pasa, oficialmente, como hijo oficial de ambos.
Alberto, de Georgia a Mérida
Alberto ya es español de pleno derecho, sólo a falta del DNI. Nació en Georgia después de que Miguel Ángel (40 años) y Maria José (45) desconocieran las razones de sus tres abortos. El primero tras un embarazo natural, los otros por fecundación in vitro. Nunca supieron las razones: "Se contaminaron las muestras, los restos biológicos que se recogen tras el aborto", recuerda Miguel Ángel.
"Nos olvidamos de ser papás", afirma. No se plantearon adoptar, explica el extremeño, porque conocían a parejas que habían iniciado el proceso y veían que el tiempo pasaba y pasaba. "Lo descartamos porque veíamos que la gente tenía que esperar casi 10 años", añade.
Hasta que un día, dice el extremeño, "se les abrieron los ojos". De nuevo, unos amigos. Fue en el puente de diciembre de 2017. A principios de 2018 se decidieron. En Semana Santa de ese año estaban en Georgia. En marzo de 2019 nació Alberto. "No le contamos nada a nadie hasta 10 días antes de irnos".
Llega el parto. Como los padres de Ares en Ucrania, los padres de Alberto en Georgia no iban a tenerlo nada fácil con las cuestiones legales. "En Georgia no tenemos embajada, es una embajada honorífica, hay que ir a Turquía, a Ankara, que es la capital", explica, como introducción a la odisea que vendría después. "Fuimos con la verdad por delante, queremos registrar a nuestro niño que ha nacido por gestación subrogada". Yo ya sabía que me iban a negar la inscripción, así que pedí que me la mandaran [la denegación] por mail", desgrana. Pero no pudo ser. Tuvo que volar a Ankara desde Tiflis, capital de Georgia.
"Llegué a Georgia de vuelta a las cuatro de la mañana y me dice mi mujer: 'Estos papeles vienen mal'. Nos habían dado un copia y pega de los de la pareja anterior y entonces sí me lo mandaron por mail". Con el rechazo de la Embajada española, Georgia les emitió un pasaporte georgiano con el que viajaron a España y comenzaron un proceso judicial que ya cuenta con sentencia firme. Primer cambio de apellido por el del padre. Segundo cambio de apellido, por el de la madre. "Adoptiva. Aunque el óvulo es suyo", incide Miguel Ángel.
"En EE.UU. lo primero que hay que hacer es abrir una cuenta con 60.000 euros"
El proceso en Georgia cuesta de media unos 40.000 euros. Es menos que en Ucrania y menos que en EE.UU. donde el proceso legal se plantea menos complicado. Allí está prohibido que la mujer gestante reciba dinero a cambio del embarazo. "En EE.UU. lo primero que hay que hacer es abrir una cuenta con 60.000 euros", remarca Miguel Ángel.
Tras su periplo judicial a la vuelta de Georgia, a la familia extremeña ya sólo les falta el último documento del Registro, que tarda en llegar, lamenta Miguel Ángel, para que le puedan emitir el DNI. No tenerlo impide, por ejemplo, abrirle una cuenta bancaria a su hijo en el mismo banco en el que ellos pidieron un préstamo para que él naciera a 5.000 kilómetros, los que separan Mérida de Tiflis.
Última opción de María
La gestación subrogada fue la última opción para María y su pareja, "después de años de intentos en la sanidad pública primero, y en clínicas privadas después, con dos cirugías por el camino y muchos disgustos y pérdidas, fue nuestra opción", recuerda esta administrativa desde Cantabria.
"La verdad es que, aunque sabía de su existencia, nunca investigué sobre ello ni le presté demasiada atención porque confiaba en no necesitarlo y, mira, la vida da muchas vueltas. Pero no me arrepiento de nada y lo repetiría de nuevo si volviese atrás aún sabiendo lo largo y complicado que fue nuestro proceso", relata María.
Como Ares y Alberto, su hija Marta pasará esta primera Navidad con todos los papeles en regla a falta de DNI. Como ellos, el camino para lograrlo ha sido lento y tortuoso. En su caso, además, hay que sumarle el coronavirus.
"Comenzamos a informarnos en 2018 y ese verano nos decidimos". En contacto con la chica ucraniana embarazada, todo se torció conforme se acercaba la fecha del parto. Marzo de 2020. "Nuestras peores pesadillas se hicieron realidad. Marta nació en pleno confinamiento. Yo estaba en casa sola teletrabajando porque no podía dejar mi trabajo de un día para otro".
Su marido se fue a Kiev "de la noche a la mañana, a 24 horas del cierre de fronteras", recuerda María. Se cancelaron todos los vuelos. "Me convertí en madre a miles de kilómetros de distancia y la noticia me la dio nuestra gestante: lo primero que hizo tras alumbrar a Marta fue escribirme para felicitarme, le estoy tan agradecida…". No la conoce personalmente, pero tiene previsto hacer un viaje a Ucrania cuando la Covid-19 lo permita.
El virus sumó así otro escollo a un proceso que define como muy duro. Por muchos motivos, destaca la parte burocrática: "El gobierno español no solo lo pone difícil, sino que además si te puede poner la zancadilla, te la pone".
Problemas administrativos y judiciales.
Extranjeros. Desde 2019, los niños nacidos por gestación subrogada en Ucrania y Georgia llegan a España con pasaportes de sus lugares de nacimiento. Hay que iniciar el proceso de nacionalización de los menores.
Filiación. Para demostrar la paternidad, los padres deben acudir a los tribunales. Se requiere un juicio con las pruebas de ADN para demostrar la paternidad.
Madre, sólo adoptiva. Aunque el óvulo del que ha nacido el bebé sea de la mujer, ésta solo puede optar a la figura de madre adoptiva.
Bajas de paternidad y maternidad. Sólo se hacen efectivas cuando se logran las sentencias.
Cambios de apellidos. Durante los procedimientos judiciales, los niños cambian de apellidos al menos dos veces: primero el del padre -por la parternidad-, luego el de la madre -con la adopción-. Supone cambios en los registros, en la Seguridad Social, en hospitales...
María y su marido viven en un municipio pequeño, algo que asegura, les ha ayudado a agilizar trámites. "El juzgado de nuestra zona no tiene mucha carga de trabajo. Conseguimos la filiación paterna a los casi siete meses y medio de nacer, y la adopción la consiguieron en abril de este año". Les falta el traslado del registro de nacimiento desde el Registro Central de Madrid. "Lo solicitamos en julio de este año y seguimos esperando".
El paso es importante: "Hasta que no llegue no podré pedir un certificado para hacer el DNI de Marta, y hoy justamente me han denegado una subvención alegando que Marta no nació en nuestra comunidad", explica. Entiende la parte de la lentitud administrativa, pero se queja del trato diferenciado a los niños que, como Marta, nacen por gestación subrogada. "Se ven privados de cosas como éstas, a las que otros niños tienen acceso sin ningún inconveniente", desgrana.
Habla también de la gestión de los permisos por paternidad y maternidad: "Nuestros hijos carecen de los mismos derechos que el resto de niños españoles y no es justo porque también lo son. La primera complicación e injusticia para nuestros hijos es la baja de maternidad para su cuidado cuando más nos necesitan, en sus primeros meses".
"Hasta que no se obtiene la filiación paterna al padre no se le considera tal y no puede acceder a los permisos y a nosotras, hasta que no tenemos la adopción no se nos concede ningún permiso de maternidad tampoco, porque para España no somos nadie, para nuestras empresas no tenemos hijos", denuncia.
"Hasta que no tenemos la adopción no se nos concede el permiso de maternidad"
María asegura que las parejas que acuden a la gestación subrogada en Ucrania, "hacen malabares" para conciliar. "Mi baja de maternidad la disfruté cuando llegó la adopción, cuando mi hija ya tenía un año y no puede añadir 15 días de lactancia porque consideraron que con un año no lacta. Y así, con todo", explica.
Hace poco, la niña tuvo que ser hospitalizada. A María su empresa "le puso pegas" para el permiso. "Aún no consta como hija mía en la Seguridad Social, todavía hay que cambiar datos, y tuve que presentar documentación de mi hija que nadie presenta". A los niños nacidos por gestación subrogada se les cambian los apellidos varias veces. "Eso implica líos en las administraciones que, dependiendo de la voluntad de las personas que nos encontramos en el día a día, se solventan de mejor o peor manera".
Aún así, asegura María, su caso no es de los más complicados: "Nosotros hemos tenido suerte, hay familias con niños de tres años ya que aún no tienen las filiaciones de sus hijos, y eso es, en mi opinión, maltrato infantil, esa carencia de filiaciones revierte en carencia de derechos, y para nosotros no es tolerable. Al estigmatizar a estos niños, al marcarlos como diferentes antes la administración estás sembrando la semilla de los ataques que podrían recibir en un futuro simplemente por haber nacido".
"Lo único que debería diferenciar a unos niños de otros son sus nombres, no sus lugares o formas de llegar al mundo", concluye María.
Miedo a la guerra
Vero, desde Madrid, prefiere no dar el nombre de su bebé recién nacida en Ucrania por gestación subrogada. Llega después de muchos años de tratamiento de fertilidad y un endometrio destrozado tras dos abortos de cinco meses y una operación de útero. En diciembre del año pasado viajaron a Ucrania para dejar los óvulos y el esperma. Este 2021, en octubre, nació su hija. Acaban de llegar con ella a España. "La cuestión militar con Rusia nos daba miedo, pero nuestra gestante, que vive en la frontera de Ucrania, nos tranquilizaba porque decía que llevaban años así", explica.
Ella tiene 40 años, su marido 38 y, ambos, por delante, un largo proceso judicial. "Es un proceso lento, para que conste como nuestra hija puede tardar uno o dos años", reconoce. Pero esta enfermera, que trabaja en Barcelona, lo tiene más que asumido. De momento, ha tenido que pedir un permiso sin sueldo para cuidarla.