Noticias relacionadas
Ni por Navidad ni por su cumpleaños. El rey emérito no pisará suelo español hasta principios del mes de febrero. Así han quedado padre e hijo, tras una larga y dura negociación, según ha podido saber EL ESPAÑOL | Porfolio de fuentes próximas a la Casa Real.
Cuando el pasado viernes se filtraron unas imágenes de Juan Carlos en un palco viendo el partido de Rafa Nadal contra Andy Murray en el torneo de exhibición Mubadala World Tennis Championship, una cita benéfica en Abu Dabi, se habló mucho, en todos los medios de comunicación de esta foto, pero poco de la cara de enfado que tenía el padre de Felipe VI.
Y era un enojo real, porque le acababan de comunicar la decisión que había tomado el Rey respecto a su vuelta. Finalmente, puede volver, pero no será cuando él quería y probablemente tampoco como él quiera.
La fecha elegida por el equipo del jefe del Estado no está tomada al azar, está pensada y muy meditada. Ya hacia semanas que se había descartado que pasara la Nochebuena en Zarzuela (que fue su primer deseo); nadie quiere ese revuelo antes de que Felipe VI pronuncie el discurso de Navidad, el momento más importante del año para el monarca.
Se habló poco de la cara de enfado que tenía el padre de Felipe VI
"No quieren que nadie esté esperando a ver si Felipe VI dice algo sobre el regreso o no de su padre. Hay que centrarse en lo que hay que centrarse y, con la que está cayendo ahora mismo, no es momento de hablar del padre", asegura una fuente cercana a la Casa.
Pero también se ha eliminado el segundo deseo de Juan Carlos: soplar sus 84 velas en España. Y esto no va a suceder porque su cumpleaños coincide con la Pascua Militar, ya que el emérito nació el 5 de enero y la fiesta castrense es el día siguiente, coincidiendo con la festividad de los Reyes Magos.
Se trata de un día muy importante para Felipe VI, ya que es su primer acto de 2022 y no quiere que nadie ni nada lo empañe. Además, fue justo en esta festividad de carácter militar, que tiene lugar cada año en el Palacio Real de Madrid, cuando comenzó el principio del fin del reinado de Juan Carlos I.
Ocurrió en el año 2014, cuando ya se agolpaban los escándalos de su largo reinado. Primero, su caída en Botswana y la aparición de un nombre que iba a sacudir los cimientos de la Zarzuela: el de Corinna Larsen. También el estallido del Caso Nóos, con su yerno, Iñaki Urdangarín, y su propia hija, la infanta Cristina, como protagonistas.
El principio del fin
Cuando aquel 6 de enero de 2014 el emérito se acercó para dar su discurso delante de toda la cúpula militar, empezó a titubear. "Había poca luz en el atril y el rey no leía bien", justificó Javier Ayuso, entonces director de comunicación de la Casa, al borde de un ataque de nervios. En realidad era un problema de ansiedad.
Juan Carlos había pasado unos días en Londres con su amante celebrando su cumpleaños; su llegada estaba prevista para esa misma mañana y la niebla del aeropuerto londinense casi no le dejó despegar. Hasta el último momento se mantuvo el nerviosismo de no saber si iba a poder presidir el primer acto del año o lo haría el todavía príncipe de Asturias; al final llegó por los pelos, pero la ansiedad le jugó una mala pasada. En ese momento, dicen los expertos, terminó el reinado de Juan Carlos I.
Descartadas las dos fechas que había pedido el emérito para su vuelta -antes de Nochebuena o en fecha previa a su cumpleaños, el 5 de enero-, se le ha ofrecido el mes de febrero. El pronóstico es que para entonces las noticias sobre Juan Carlos se hayan enfriado y también que en España haya ocurrido como en Suiza y se archive la causa que investiga el Tribunal Supremo.
Cuando se pregunta por este tema de forma oficial al departamento de comunicación de la Casa dirigido por Jordi Gutiérrez, la contestación es que se trata de un asunto que no compete a la Familia Real; sin embargo, no dudan en enviar un SMS a los periodistas habituales para aclarar que Juan Carlos está bien tras su encuentro con Rafa Nadal, que el tenista ha dado positivo, pero que el padre de Felipe VI se hará una PCR para descartar su contagio, como se confirmó unas horas después tras dos pruebas. "Con lo aprensivo que es Juan Carlos I, casi se hace una cada hora", nos cuenta, entre risas, la misma fuente.
Entre dos reyes
El tema del retorno ha sido una negociación muy dura llevada entre padre e hijo, sin intermediarios, de Rey titular a rey emérito. Así se tomó también la decisión del exilio forzoso del emérito, entre los dos reyes. Y aunque Juan Carlos no está contento, por lo menos tiene ya una fecha marcada en el calendario para poder volver a su casa.
"Porque en Zarzuela creen que la situación a día de hoy no es, en contra de lo que Juan Carlos opina, mejor de lo que era el día que tomó ese avión rumbo a Emiratos Árabes. El problema sigue ahí: cómo evitar que su figura altere y manche la percepción de la institución que ahora encarna su hijo. En estos momentos, con el carpetazo dado por el fiscal suizo Bertossa a las investigaciones sobre los 65 millones de euros que el rey Abdalá de Arabia Saudí le regalo y que él obsequió a Corinna, es imposible demostrar que fueran de origen ilegal. Por tanto, podría ser un buen momento. Pero la opinión pública volvería a dirigir su mirada acusatoria hacia la Corona", dice la misma fuente.
El otro impedimento para la vuelta de Juan Carlos a España son las investigaciones de Fiscalía del Tribunal Supremo, ahora en manos de Alejandro Luzón tras la muerte de Juan Ignacio Campos. Todo indica que se cerrarán sin causa. Y que ya no habría ningún impedimento judicial para que el emérito pisara suelo español.
Se espera que para febrero las investigaciones se habrá cerrado sin causa
Así que para Felipe VI no hay una fecha buena para la vuelta de su padre, pero la sensación es que, en febrero, la situación estará más calmada. Además, en Zarzuela son conscientes de que Podemos, el socio de Sánchez en el Gobierno de coalición, hará todo lo posible para perjudicar el regreso de Juan Carlos.
En cualquier caso, aunque en febrero todo esté más calmado en cuanto a la imagen de corrupción, despilfarros e infidelidades del emérito, Felipe VI tendrá que arrostrar las consecuencias del regreso de su padre. "El Gobierno, con Podemos al frente, pedirá explicaciones al emérito pero, ¿a qué explicaciones se refieren si no está acusado formalmente de nada?", dice una persona próxima a Juan Carlos.
Volverá a Zarzuela
Sobre el dilema de dónde se va a instalar cuando regrese parece que también ha quedado parcialmente resuelto, si las cosas no cambian; Juan Carlos volverá a Zarzuela, porque la idea es que esté en un lugar discreto, lejos de los focos de la prensa y que ya tenga un dispositivo de seguridad establecido, sin que haya que tomar medidas extras por su vuelta.
Uno de los mensajes que ha trasladado a sus amigos en los últimos días el emérito es su idea de residir en otro país, que no será Emiratos Árabes Unidos, sino seguramente Portugal. Habría pactado con su hijo alternar su estancia fuera de España con visitas frecuentes a nuestro país. Nunca pensó que volver sería tan complicado. La decisión de marcharse no le costó tanto porque no creyó que el regreso, con la opinión pública dividida y sin el aval de su hijo, resultaría casi imposible.
Mientras tanto, a la espera de su vuelta, Patrimonio Nacional sigue pagando a los tres asistentes que acompañan al emérito en su exilio de Abu Dabi. Los sueldos y los viajes de estos tres empleados de libre designación (los elige la Casa del Rey) y que rotan cada mes, corren a cuenta de Patrimonio Nacional, un organismo que depende del Ministerio de Presidencia.
Sin embargo, los encargados de su seguridad, cuatro guardias civiles, van a cargo del Ministerio del Interior, con sus dietas y sus billetes de desplazamiento. Al menos, si vuelve a instalarse en Zarzuela, compartiría seguridad con todos los que están dentro del recinto. "Aunque en realidad esto a la opinión pública le importa muy poco. Hay que asumir que el daño se hará sí o sí en cuanto vuelva a pisar suelo español. Pero bueno, hasta febrero queda mucho y puede que surja cualquier otra cosa", sentencia la misma fuente, dando a entender que nada hay seguro en el azaroso regreso de Juan Carlos a España.